Teodoro Binder, el médico alemán que llegó al Perú huyendo del régimen nazi
El galeno llegó al país para trabajar en la selva central en 1948. Años después, reveló cómo fue su vida en Alemania durante el régimen nazista de Adolfo Hitler.
Mientras que el ex primer ministro británico Winston Churchill luchaba por salir del estado de coma en su casa en Londres, una inédita historia de vida recorrió las calles del país a través de El Comercio. La mañana del 22 de enero de 1965, el diario Decano publicó una entrevista inédita con Teodoro Binder, médico alemán que llegó al Perú tras huir del asedio de los nazis. En la conversación, el galeno reveló varios detalles de su lucha contra el régimen de Adolfo Hitler. Además, contó algunos pasajes de su participación en la Segunda Guerra Mundial.
Difícil adolescencia
La mañana del viernes 22 de enero de 1965, la entrevista de Teodoro Binder recorrió todas las calles del país a través de El Comercio. En ella, el médico alemán contó varios detalles inéditos sobre su vida en Alemania. “Ud. es una mancha de vergüenza para el colegio. Ud. no sirve para Alemania”, fue la primera frase que recordó el germano. Una expresión que se la dijo el director de su colegio, una tarde de 1938.
“Sigo recordando esta frase porque no se me olvidará jamás. Estas frases me sirvieron para que yo aborreciese con todas mis fuerzas al régimen nazista de Adolfo Hitler y ellas fueron como el comienzo de una rebeldía que esa tarde empezó dentro de mi espíritu, incitándome a no aceptar jamás la tiranía que dominaba a mi país”, dijo Binder.
Luego, explicó cómo empezó todo: “Me habían condenado y vejado. Me habían llenado de oprobio (vergüenza), por una sola razón: por no pertenecer a la “Hitlerjugend” (la juventud hitleriana). Por ser entonces débil físicamente y haber cometido el delito de presentar un certificado médico que me exoneraba de arduos ejercicios físicos que se obligaba a realizar a todos los niños alemanes sometidos al cuidado del estado nacional socialista”.
Ingreso al Ejército alemán
Binder recordó con nostalgia los duros momentos que tuvo que pasar por años en su colegio. “Rechazado de la “Hitlerjugend” y convertido en mofa de todos mis compañeros, terminé el colegio y sin posibilidades de escoger tuve que ingresar al “Reicharbeitsdienst” (el trabajo obligatorio)”, dijo el alemán.
Luego, ingresó al Servicio Militar Obligatorio. Un lugar que, según Binder, era un “refugio de muchos antinazis”. Es así como muy joven participó en el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939, siendo parte de la invasión alemana a tierras francesas. Sin embargo, explicó que en ese momento tenía sentimientos encontrados: “Sentía que debía lealtad a mi patria pero al mismo tiempo crecía en mi corazón la repugnancia por el régimen nazi. Algunos de mis compañeros, muy pocos, pero algunos, pensaban como yo”.
Años más tarde, en 1941, fue enviado a la Unión Soviética (URSS). Allí casi pierde la vida. “En las heladas estepas soviéticas no había tiempo de recordar al nazismo. Había que planear cómo seguir con vida. Las condiciones eran duras. Fui herido tres veces. Una granada hizo impacto cerca de mi cabeza y casi me mata, pero me repuse de esa herida. Luego, un disparo me atravesó la pierna, pero seguía con vida. La tercera vez, un impacto de bala me perforó el brazo izquierdo”, contó Binder.
Se une a la resistencia
Meses después, en 1942, Teodoro Binder fue herido de gravedad y trasladado a Múnich. Luego, fue llevado en un hospital de Friburgo. Desde ahí empezó a tener contacto con miembros del movimiento de resistencia y con colaboradores de Allen Dulles, en ese entonces cabeza de operaciones de la Oficina de Coordinación de Información de los Estados Unidos (OCI). Es así como recibió un poco de ayuda para este grupo opositor.
“La resistencia era muy difícil. Docenas de nosotros fueron descubiertos. Pagaron con la vida su suerte. Todos estábamos convencidos de que nos ejecutarían de ser sorprendidos. Sin embargo, seguimos adelante”, narró el médico.
Con la resistencia alemana trabajó en secreto hasta 1943. Después, Binder fue trasladado a Estrasburgo, donde integró una unidad militar de estudiantes de medicina. Allí su labor fue distribuir discretamente escritos de Albert Schweizer, Ortega y Gasset y otros autores que hicieron obras condenatorias del régimen nazi. “Una vez casi fuimos sorprendidos. El jefe de la Unidad, Capitán Weski, nos descubrió. Pero no tenía pruebas. Un día nos llamó en presencia de todo el pelotón y dijo: “Mírenlos bien. Tengan presente su cara y tengan abiertos sus ojos y síganles los pasos”. Esto fue una advertencia y una invitación a la cautela. Pero decidimos continuar resistiendo”.
Finalmente, Teodoro Binder empezó a realizar viajes clandestinos en busca de ayuda a Friburgo y a la frontera de Suiza. Años después del final de la Segunda Guerra Mundial, el alemán llegó al Perú para dar apoyo médico al Gobierno en la Selva Central.
¿CONOCES NUESTRA TIENDA VIRTUAL?
En nuestra tienda virtual contamos con una selección de las mejores ilustraciones, fotos y páginas históricas de El Comercio que podrán solicitar fácilmente a través de un simple formulario ubicado en la siguiente dirección: https://www.tiendaelcomercio.com/.