Mosquera y la 'auto-demolición'
Debo confesar que en lo personal, Roberto Mosquera me resulta un tipo muy ameno, sobre todo, sin ánimo de ser cruel, cuando sus equipos pierden y luego tiene que salir a declarar. Bueno, en este caso el decir: “tiene” es eufemismo puro, porque él podría enojarse, deprimirse, flagelarse en la soledad de su cuarto, lo que quieran, pero nunca estaría dispuesto a privarse -bajo la ‘autoadmiración’ que lo gobierna- del placer que le provoca enfrentar a la prensa en una situación límite y ver cómo la torea, improvisando argumentos sobre la marcha. Eso para él, es un desafío supremo a su intelecto.
Escuchar el discurso de Mosquera tras una derrota, es como ver a tu hijo explicándote por qué lo jalaron en el bimestre, todo vale, menos decir: “No estudié”. Será que el profesor le tiene bronca, los compañeritos le escondieron el cuaderno, el lapicero no pintaba, o simplemente te dice que se dejó jalar porque vio los cursos muy fáciles y unos ‘rojitos’ lo motivan más para remontar luego, en fin.
Mosquera emulando al ‘niño jalado’, te dice que el calendario es duro, que la mayoría de partidos en altura le tocaron en invierno y hace más frío, que se perdió porque el esfuerzo mental y físico de ganar en el partido anterior hacía inevitable perder en el siguiente, que todos los rivales se tiran atrás, que si hubiera ganado los partidos que perdió sería puntero, que las medidas de la cancha le acomodaban más al rival. Tiene menos autocrítica que Toledo después de sacar uno por ciento. Me dirás: ¿Y qué DT nacional la tiene? Cierto, técnico peruano que pierde es porque una alineación planetaria tuvo que ver.
Eso sí, cuando Mosquera llegó a Matute en diciembre, todos aplaudieron. Todos. Parecía el Creador del Universo, solo le faltaba hacer llover, le hicieron hurras, jugaron a la ronda con él y si cualquier barrista blanquiazul estaba a punto de ser papá, fácil bautizó a su hijo como: ‘Roberto’. Eso va para los hinchas que hoy lo quieren menos que al ‘Puma’ Carranza, y para el propio Mosquera, quien aduce que los improperios que recibe semanalmente son por su origen rimense. Falso, son porque su equipo hoy (mañana puede ser diferente) tiene menos fútbol que ‘Plus Tv’.
A Roberto le voy a dar tres consejos, convencido de que hará todo lo contrario. Pero igual:
1. No uses argumentos de tu rival. Eso de andar repitiendo desde que llegaste a Matute, que son nueve años sin títulos y que no tienes la culpa de la frustración acumulada del hincha, te mata. Por sacarte la presión, te pones al nivel de un barrista de Universitario. Ya solo falta que por defenderte digas que “se viene el quino”. ¿Te imaginas cómo le iría a Gareca si todas las veces que pierde nos enrostrara a los peruanos que no tiene la culpa de que no vayamos hace 34 años a un mundial? Ahorita ya estaría ‘cachueleando’ con Maradona, jugando ‘Showbol’.
2. Habla más sencillo. Si tú mismo asumes que estás en un club muy popular, no puedes hablarle al hincha con expresiones como: “Riesgo calculado”, “anoté en mi bitácora”, “memoria fisiológica” o “vulgarizamos el juego”. No pues, estás en Alianza, eso déjalo para cuando ‘cruces el charco’. Y si no puedes hablar ‘fácil’, déjalo a Jayo, él se encarga. Los hinchas ven perder a su equipo, después te escuchan decir esas cosas y, lógico, se mueren de la cólera.
3. Muere en tu palo. La ‘cadencia’, no te olvides. Dime cuánto prometiste y te diré cuánto te exigirán. Cuando vayas perdiendo o empatando, no juegues al ‘ollazo’ porque a ti eso no te lo perdonarán. La gente ve eso y se pregunta por qué no regresa Guevgeozián. O lo que es peor, por qué se fue Sanguinetti. Ah, y por último, cuando tengas fríamente planificado en un partido desgastar al rival en el primer tiempo y en el segundo recién hacer la diferencia en goles, ganando ya “por demolición” (como explicaste que fue tu frío plan ante La Bocana), no seas malo, avísale al hincha para que no lo pase tan mal. De paso, así ve la mitad del partido nomás.