Apenas seis meses de edad tenía Andy Ruiz Jr. cuando noquearon a Tyson en Japón. Jim Lampley, el comentarista de la pelea, ante la incredulidad colectiva, calificó, en una cadena de televisión internacional, que la victoria de James ‘Buster’ Douglas había sido “la mayor sorpresa de los pesos pesados en toda su historia”. El ‘Gigante de Ohio’, que había perdido a su joven madre (de 46 años) tres semanas antes del combate le dedicó a ella, entre lágrimas, su inesperada conquista. Luego de su triunfo, el flamante campeón aceptó una oferta de 24 millones de dólares para defender su corona contra el primer contendiente del ránking mundial, Evander Holyfield.
En un curso acelerado de cómo desperdiciar sus atributos, Douglas olvidó el entrenamiento serio, subió 7 kilos y llegó sin motivaciones a la defensa de su título. La contienda fue un trámite para Holyfield que, en solo tres asaltos, despachó al monarca y le arrebató el cetro.
‘Buster’ tras su debacle, abandonó el cuadrilátero para retornar al ring, sin éxito, seis años después. Posteriormente, víctima de sobrepeso, con un kilaje de 180, sobrevivió a un coma diabético que duró varias horas. Hoy vive modestamente de sus rentas y recuerda aquel lejano año 90 invadido por la nostalgia.
Andy Ruiz Jr., decíamos, era un bebe cuando Douglas ganó la corona, pero Manny Robles, su entrenador, se ha encargado de que observe detenidamente cuánto se transformó, en 8 meses, el hombre que asombró al mundo contra Tyson y que, después, fue pulverizado por Holyfield. El equipo de trabajo del ‘Destroyer’ azteca quiere evitar los mismos despropósitos. Ruiz Jr. está pesando más que nunca en toda su carrera, mientras que Anthony Joshua, el destronado excampeón que busca redimirse, luce menos hercúleo, pero más atlético que de costumbre. La diferencia entre ambos hoy en la arena saudí será de 21 kilos. Andy, lo ha sugerido el experto mexicano de boxeo Eduardo Lamazón, no ha tomado el combate con el rigor que exige una batalla de este nivel. Lamazón, inclusive, se animó, el 31 de agosto, a enviarle un tuit público exhortándolo a que sea más profesional. “Llegan noticias magras sobre tu floja preparación y tus festejos continuos. Podrías perder lo ganado y sepultar tu futuro. Es indispensable suspender planes mundanos hasta el 8 de diciembre. Entrena. Cuando termines, empieza de nuevo”, le escribió.
Por su parte, Joshua, ahora bajo la atenta mirada del menor de los Klitschko, ha realizado la mayor parte de su preparación dentro del ring. Su plan, ya lo dijo, es tener la cautela que no supo conservar la primera vez. Joshua, pese a que le da crédito a la pegada de su rival, está convencido de que sucumbió en el Madison Square Garden por un descuido propio. “Estaba muy cerca de ponerlo fuera de combate, pero me distraje y me pescaron”. Esto es lo maravilloso de los púgiles de la categoría máxima. Un peso pesado, aún en las peores circunstancias, está a un solo golpe de la redención.
De todas formas, Joshua necesita tomar precauciones extremas con el cruzado de derecha de Ruiz Jr. Si no encuentra la manera de bloquearlo las posibilidades de que el desenlace sea similar al del primer enfrentamiento son elevadas. Si, por el contrario, impone su ritmo y la, a veces elusiva lógica de la dulce ciencia del boxeo, surte efecto, es muy posible que el mastodonte británico condene al Rocky mexicano a un itinerario similar al de James ‘Buster’ Douglas.