De Didí a Tim, de Gareca a Abreu: Los grandes cracks mundiales que vinieron a dirigir al Perú

La tarde del 4 de junio de 1995, ninguno de los cientos de espectadores que asistió religiosamente al estadio Luis Franzini para presenciar el Defensor Sporting 1-2 Liverpool, por el torneo uruguayo, le auguraba un buen futuro a aquel ‘9′ espigado que hacía su debut profesional. Con apenas 19 años, Washington Sebastián Abreu se mostraba ante el mundo de manera insólita: unos minutos después de ingresar al campo, cometería un penal al elevarse en propia área, cual arquero, para despejar con la mano un centro del equipo rival.

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Aquel flaco alto de cabello corto que hace un penal inaudito en su estreno como futbolista profesional, después sería el mismo que empiece a convertir goles de todo tipo: de zurda, de derecha, de cabeza. Y más aún: tantos importantes, inolvidables. Como aquella anotación de cabeza ante Costa Rica en el 2009, en el mismísimo Centenario, para que la selección uruguaya vuelva a un Mundial después de ocho años. O el recordado penal a lo ‘Panenka’ -habría que debatir si lo empezamos a llamar ‘Abreu’- ante Ghana para lograr el pase a semifinales del mundial de Sudáfrica 2010.

Apodado el ‘Loco’ por su extravagante forma de ser, pero también por recorrer el mundo pateando un balón: jugó en 32 equipos de once países distintos (Uruguay, Argentina, España, Brasil, México, Israel, Grecia, Ecuador, Paraguay, El Salvador y Chile). En 2015 estuvo a un paso de firmar por la César Vallejo pero de último momento su fichaje se cayó.

Siete años después, y luego de que se retirara del fútbol, Abreu tendría todo listo para llegar al Perú, según el periodista uruguayo Federico Buysan . La Vallejo, que se quedó sin técnico tras la salida de Chemo del Solar, podría ser el primer club en el país al que llega el ‘Loco’. Y a propósito de su posible arribo, recordamos a los cracks mundiales que vinieron al fútbol peruano a dirigir. A algunos les fue bien, a otros no tanto.

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Ricardo Gareca, el ‘Tigre’ que hizo rugir a Perú

Ricardo Gareca, el último gran héroe que tuvo la selección peruana, fue también uno de los mejores delanteros que nació en Argentina. Aunque su historia se reduce a una sola decisión polémica, cuando Carlos Salvador Bilardo, entonces técnico de la selección argentina, decidiera no llevarlo al mundial de México 86.

El ‘Tigre’ inició su ascendente carrera futbolística en 1978 en Boca Juniors. Sus primeros años allí no fueron muy alentadores, porque debió abandonar la escuadra xeneize para marcharse a préstamo, en 1981, al club Atlético Sarmiento.

Sus actuaciones en la escuadra de la zona de Junín como potente goleador fueron sobresalientes, motivo que llevó al Boca a exigir su vuelta. Su segunda etapa en la escuadra azul fue la mejor, convirtiéndose en una de las máximas estrellas.

En 1984 se consolidó su partida de Boca Juniors tras un conflicto contractual, junto con Oscar Ruggeri, que provocó una gran huelga de futbolistas terminando con la salida del club de ambos jugadores, emigrando los dos al River Plate.

Tras unos pocos partidos jugados para el conjunto millonario fue transferido al América de Cali, donde fue protagonista en el torneo colombiano al marcar goles decisivos que le significaron a los diablos rojos los títulos nacionales de 1985 y 1986, así como el subtítulo de 1987.

En 1989 volvió a la Argentina para vestir la camiseta con la que simpatizó desde niño, la de Vélez Sársfield, donde se entronizó como uno de los mayores ídolos de la parcialidad de esa institución. Disputó 117 encuentros y anotó 24 goles con la V azulada. Finalizó su carrera como jugador en Independiente, con el que salió campeón en el torneo Clausura de 1994.

Con Argentina, fue internacional en 20 ocasiones y marcó seis goles, uno de ellos ante la selección peruana que, en ese momento, lograba clasificar a su selección a México 86 y sacaba a la bicolor del certamen.

El ‘Flaco’ llegó al Perú en diciembre de 2007 para dirigir a Universitario de Deportes. Con el cuadro crema logró un Torneo Apertura, pero se fue en 2008. En febrero de 2015, luego de recibir la visita de Juan Carlos Oblitas, fue presentado como entrenador de la selección peruana y el final de esa historia es conocida por todos los peruanos: nos clasificó a una Copa del Mundo después de 36 años y nos hizo disputar una final de Copa América luego de 44 años.

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Pablo Bengoechea, el ‘Profesor’ de Alianza Lima

“Pablo gol pelota quieta, profesor de la alegría”, dice la canción del grupo musical uruguayo “Los 8 de Momo”. El Pablo a quien se refieren y le dedican un cántico es Bengoechea. Y tiene mucha razón en su letra, ya que una falta cercana al área era medio gol para los equipos que tenían en sus filas al ‘Profesor’, apodado así por su clase para pegarle a los tiros libres.

Nació el 27 de junio de 1965 en Parada Barón, a 19 kilómetros de Rivera. De pequeño era, como dirían “Los 8 de Momo”, “un riverense que buscaba enamorar a una pelota”. Jugaba descalzo y le costó adaptarse cuando tuvo que calzarse los chimpunes, pero cuando se los puso parecía que jugaba con zapatos de charol.

Debutó en Montevideo Wanderers, paseó su fútbol por el Sevilla de España y Gimnasia de Argentina; pero sus años dorados los vivió en Peñarol. Se convirtió en uno de los goleadores históricos del clásico uruguayo. Participó durante todo el segundo quinquenio del club aurinegro y convirtió los goles de Uruguay en las finales de dos de las tres últimas Copas América conseguidas por la selección, en 1987 y 1995.

Pablo Javier se convirtió en uno de los ídolos máximos de Peñarol al punto que los hinchas juntaron cobre para que tuviera su estatua alusiva a esa conquista del Quinquenio. De hecho, él mismo se encargó siempre de demostrar su amor al club con una frase histórica: “Antes de ser uruguayo soy jugador de Peñarol”.

Bengoechea llegó al Perú de la mano de su compatriota Sergio Markarián. El ‘Mago’ dirigió a la selección camino al mundial de Brasil 2014 y el ‘Profesor’ era su ayudante. En 2014, tras la salida de Markarián, Pablo tomó las riendas de la blanquirroja de manera interina y mal no le fue. Dirigió nueve partidos y tuvo un saldo de cinco triunfos y cuatro derrotas.

Su paso no fue malo. Igual se tuvo que ir, pero su promesa de tomarse una revancha con el fútbol peruano estaba sobre la mesa. Y así se dio. En 2017 regresó para tomar las riendas de Alianza Lima, uno de los clubes más grandes del país, y consiguió cortar una sequía de once años sin títulos nacionales.

Con Bengoechea a la cabeza, los íntimos lograron un campeonato nacional y dos subcampeonatos. Dejó los puestos de media tabla para recobrar la memoria y nuevamente acostumbrar a sus hinchas a pelear todos los torneos hasta el último día.

Pablo dejó Alianza Lima en 2020, luego de perder un clásico ante Universitario, y empezó a trabajar en Peñarol como Director Deportivo. Aunque por los pasillos del estadio Alejandro Villanueva esperan que se de un nuevo regreso del ‘Profesor’.

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Didí, el primer gran ídolo

Nacido en Río de Janeiro en 1928, Waldir Pereira, más conocido como Didí, fue bicampeón del mundo con Brasil, al lado de Pelé, en Suecia 58 y Chile 62. Parte de la constelación de estrellas que dominaba el planeta fútbol desde el gigante amazónico. Increíblemente llegó al Perú en 1962 luego de aceptar la oferta del Sporting Cristal para jugar y entrenar al elenco rimense, una propuesta poco común para la época.

Didí encontró en el Rímac un equipo joven que había sido campeón el año anterior. Figuras como Alberto Gallardo, Orlando de La Torre, Luis Rubiños, José del Castillo, Eloy Campos, Roberto Elias y Hugo Carmona brillaban con su gran juego. Todos con menos de 25 años. Era el segundo semestre del 62 y él tenía 35, estaba en el ocaso de su extraordinaria carrera. Se despidió después de 60 partidos y 15 goles anotados.

Creador de la ‘Folha Seca’ (hoja seca, traducido al castellano), ese disparo de larga distancia que hizo conocido a Cristiano Ronaldo; retornó a su país para jugar por el Botafogo y luego retirarse en Sao Paulo. Cuando la noticia del término de su carrera llegó a oídos de Augusto Gálvez Velarde, entonces presidente de Cristal, no dudó en invitarlo para que entrene al equipo.

Llegó en 1967, consiguió el título nacional en el 68 con un fútbol vistoso y eficaz, y fue seleccionado por Gustavo Escudero Molina, entonces presidente de la Federación Peruana de Fútbol, para dirigir a la selección peruana. A su mando, la Bicolor logró la clasificación al mundial México 70 en el mítico estadio de Boca Juniors, La Bombonera, frente a la selección argentina.

Llevó a Perú a su mejor colocación en una Copa del Mundo: 7ª lugar, siendo eliminados ante la selección de Brasil por un marcador de 4-2 en los cuartos de final. El equipo brasileño, era dirigido por su compañero en el Mundial de Suecia: Mario “Lobo” Zagallo.

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Cayetano Ré, el pequeño ‘Pichichi’

Cayetano Ré nació en Asunción, Paraguay, en 1938. Vio consagrarse a Pelé y Maradona. Al brasileño en la Copa del Mundo Suecia 58 en la que fue como jugador de su selección; y al argentino en México 86 en la que fue como técnico. Jugó también en el Barcelona de España entre 1962 y 1966, ganando la Copa del Rey (1962-63) y el premio ‘Pichichi’ en 1964-65.

Ré era conocido por su indisciplina y rebeldía; tenía muchos detractores, pero calló bocas entrenando a la selección de su país en México 86. Apoyado en su masajista, Emilio Arce, el guaraní tenía polémica con la prensa, pues no hacía caso a sus sugerencias de convocar a tal o cual jugador. Lo que nadie puede negarle es que clasificó a la selección guaraní a un Mundial después de 28 años, y hasta la hizo superar la primera fase por primera vez en su historia.

En aquella selección jugaba de volante el ídolo merengue, Jorge Amado Nunes, así como Julio César Romero ‘Romerito’. La apuesta táctica de Ré era apostar por el poderío físico de sus volantes, que hacían el ida y vuelta constantemente: Nunes y Buenaventura Ferreira, que en sus clubes jugaban más adelantados, cumplían esa función para dejarle la creación a ‘Romerito’, mientras Roberto Cabañas rotaba entre la volante y la delantera como acompañante de Adolfino Cañete y Alfredo Mendoza.

Los guaraníes llegaron hasta octavos, instancia en la que cayeron eliminados contra Inglaterra. Aquel partido Ré lo dirigió desde la grada, pues fue expulsado ante Bélgica por sus constantes protestas.

Cuando llegó a Sipesa, ocho años después, Ré se trajo a algunos compatriotas: Raúl Navarro, Blas Cristaldo y Juan Domingo Riveros. Con ellos planteó un esquema parecido al del Paraguay 86, con hombres como Víctor Díaz y Carlos Guillén -además de Riveros- haciendo el “trabajo sucio” al medio, para dejarle funciones creativas al uruguayo Richard López. Sin embargo, el cuadro chimbotano no convenció y Ré fue rápidamente cesado para ser sustituido por Miguel Ángel Arrué.

Juan Eduardo Hohberg, el hombre que ‘murió' en una Copa del Mundo

Juan Eduardo Hohberg, abuelo de Alejandro Hohberg, futbolista de Sporting Cristal, es considerado uno de los mejores jugadores uruguayos de la historia. Disputó el mundial de Suiza 54 en el que se recuerdan sus dos goles a Hungría en semifinales para forzar el alargue.

Justamente tras ese segundo gol ante los húngaros, ocurrió un hecho anecdótico. Juan Eduardo eludió al portero, marcó el gol del empate, corrió a celebrar y cuando todos sus compañeros se acercaron, sufrió un infarto. Carlos Abate, kinesiólogo de la selección uruguaya corrió a auxiliarlo, le realizó masajes en el pecho y le administró coramina oral (para estimular las funciones vasomotoras y respiratorias) y fue allí cuando revivió.

Pero esto no fue todo. Luego de sufrir el infarto y revivirlo en pleno campo de juego, Hohberg decidió entrar nuevamente a la cancha para completar el partido, pues Uruguay no tenía más cambios.

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Llegó al Perú en 1972, a Sport Boys, sin destacar mucho. Con Universitario campeonó en 1974, con un sistema que a veces utilizaba el 4-3-3, con Percy Rojas, ‘Cachito’ Ramírez y Juan Carlos Oblitas como tridente ofensivo; cuando se sumaba Juan José Oré, el equipo empleaba una táctica muy similar a la del Uruguay del 70. Aquel año, los cremas cumplieron un récord de imbatibilidad de 36 partidos.

Luego pasó a Alianza Lima, donde fue bicampeón en los años 1977 y 1978, con uno de los mejores equipos de la historia íntima. El uruguayo, para ello, tenía la mejor volante de la época, con Velásquez, Cueto y Cubillas, además de los goles del ‘Cholo’ Sotil en la delantera. Allí, dadas las circunstancias, aplicó un claro 4-3-3, completado por La Rosa y Ravello en ofensiva.

Hohberg pasó también por Juan Aurich (1982), volvió a Boys (1985) y Deportivo Municipal en dos etapas (1983-1984 y 1991-1992). Se quedó a residir en Lima, donde falleció en 1996, a la edad de 69 años.

Claudio Adao, el ‘Sucesor de Pelé'

Llevar sobre sus espaldas el parche de “sucesor de Pelé” nunca fue fácil para Claudio Adao. Delantero veloz, técnico y con mucho gol. Debutó en 1972 en el Santos, año en el que O’Rei estaba jugando sus últimas temporadas en el fútbol brasileño. De hecho, Adao jugó en la despedida de Pelé del ‘Peixe’ en 1974. Fue su compañero en ataque y anotó uno de los goles en el 2-0 ante Ponte Preta.

Para los que disfrutaron de su juego, Adao tenía todo para ser el nuevo Pelé. Pero una grave lesión le quitó esa chance. En 1977, fue contratado por el Flamengo y de ahí inició su periplo por diferentes clubes de su país como Botafogo, Vasco da Gama, Fluminense, Portuguesa, Corinthians, Bahía, Bangú, Cruzeiro, Ceará, Santa Cruz, Volta Redonda, Río Branco y Capixaba. También jugó por el Benfica de Portugal (1983), FK Austria, Al Ain de los Emiratos Árabes Unidos.

En el verano de 1990, con todo este kilometraje a cuestas, Sport Boys sorprendió a todos trayéndolo tras haber ascendido a primera división. El equipo chalaco formó un cuarteto ofensivo de lujo, con Marquinho de enganche, y Carlos Henrique Paris, Ramón Anchisi y el propio Adao en el ataque. Fue campeón del Primer Regional. Se mantuvo invicto 29 fechas, récord histórico en los campeonatos nacionales. Y aunque perdió la final del campeonato ante la ‘U’ -campeón del II Regional- logró convertirse en una de las escuadras más recordadas por los rosados.

Adao anotó 31 goles en la temporada. Lo sufrieron la ‘U’, Alianza, Cristal, ‘Muni’, todos. Pero diferencias económicas hicieron que no renovara para el siguiente campeonato. Se fue a Brasil a seguir su camino en distintos clubes hasta que en 1993 retornó al Perú para defender la camiseta del Deportivo Sipesa, donde no le fue nada bien por diversos motivos.

Así como Claudio Adao tuvo su época de oro con Sport Boys, también tuvo su página negra con la Rosada porque en 1997 regresó como entrenador, trajo a jugadores de bajo nivel futbolístico como Marcelinho, Roggeiro, Bermudes, Morelato y Ado e incluso reclutó al exídolo de la ‘U’, Roberto Martínez, pero su campaña fue mediocre al conseguir 6 triunfos, 6 empates y 7 derrotas, por lo que fue cesado.

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Antonio Alzamendi, el gran ídolo uruguayo

La vida de Antonio Alzamendi tranquilamente podría ser el guión de una película hollywoodense. Creció en una familia muy humilde y muchas veces cenaba galletas con mate dulce (bebida tradicional en Uruguay). Fue policía y lo mandaron preso por haberse cambiado la ropa en un baile que debía custodiar. Cuando jugó en Independiente, Julio Grondona lo quiso nacionalizar para que defendiera a la selección argentina, pero él se negó.

Antonio debutó en Sud América, salió campeón uruguayo con Peñarol y Nacional -los archirrivales-, pero en River Plate de Argentina encontró su lugar en el mundo. En 1986, un gol suyo le dio la primera Libertadores al ‘Millonario’ y otro tanto le dio la primera Intercontinental (hoy, Mundial de Clubes).

De hecho, justamente en la capital japonesa (Tokio), fue elegido como el mejor jugador del partido y premiado con un auto que se lo obsequió a cuatro trabajadores de River Plate, demostrando así toda la humildad que lo caracterizaba.

Con la selección uruguaya, participó de dos Mundiales y ganó la Copa América de 1987, ganándole la semifinal al local -con Diego Maradona incluido- con un gol suyo, el que más gritó en su vida, según confesó años después.

“Salí campeón liceal en velocidad; corría en postas y lo hacía descalzo porque no me gustaban los zapatos de clavos. En los 100 metros cronometraba 11 segundos”, contó en alguna oportunidad. Esa velocidad es la que imprimía en cada partido. Era, en definitiva, imparable.

En 1998 comenzó su carrera como director técnico al asumir el cargo en el club Cienciano del Cusco. En 1999 volvería a Uruguay para dirigir a Rampla Juniors. En 2002 dirigiría al club Deportivo Maldonado, y en 2003 al Centro Atlético Fénix. Nuevamente regresó al Perú para dirigir al Sport Áncash en el año 2008. En enero del 2009 fue presentado como entrenador del Total Chalaco. Su último equipo en este rol fue el Comunicaciones Fútbol Club de Guatemala en el año 2014.

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