Los multicampeones no suelen ser carismáticos en el automovilismo. Es como si el talento de la conducción quirúrgica obligara a los humanos a eliminar el carisma. A Lewis se le reclama la arrogancia, a Verstappen el egoísmo, a Schumacher la indolencia. Cuando uno mira atrás y revisa estos nombres no encuentra momentos notables fuera del cockpit y por el contrario recuerda episodios en que quisieron ser carismáticos, pero fue incómodo verlos en el disfuerzo. El domingo pasado fuimos testigos del adiós de, tal vez, el último multicampeón querido que esta generación recuerde: Sebastian Vettel.
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En una grilla polarizada en afectos y donde apoyar a un monarca pasa por odiar al rival, Sebastian lograba algo inusual: ser querido por todos. Los hinchas, los pilotos, los equipos, las autoridades, todos no han reparado en mostrar sus afectos por Vettel. Un adiós que nace por el egoísmo hermoso del querer pasar más tiempo con su familia desde la tranquilidad de saber que lo ha ganado todo. “Tengo muy claro que, siendo padre, quiero pasar más tiempo con mi familia. Además de las carreras, he formado una familia y me encanta estar cerca de ellos. Mi pasión por las carreras requiere mucha energía y pasar tiempo lejos de mis seres queridos. Ya no estoy dispuesto a ese sacrificio”, ha justificado Vettel sobre el porqué de su adiós.
Pese a ser dos años menor que Lewis Hamilton ha dicho adiós. Con él se va uno de los recordman de la categoría. Aquel hombre que consiguió 53 victorias, y es el tercer piloto con más triunfos de la F1 solamente por detrás de Hamilton (103) y Schumacher (91), se ha marchado ante una grilla que no se ha guardado alabanzas. Nadie pone en discusión su influencia en la historia moderna de la división y el lugar que ocupa con sus cuatro títulos mundiales. Una marca que solamente es superada por Schumacher, Hamilton y el gran Juan Manuel Fangio.
¿La gran imagen de la despedida? La complicidad entre Alonso y Vettel en la largada de Abu Dabi. Aquel momento en el que el asturiano se le acercó a Sebastian y, mostrándole el casco que homenajeaba su adiós con la inscripción #DankeSeb, dijo: “No te preocupes por mí en la primera vuelta, disfruta”. Aquella escolta en las primeras vueltas de un bicampeón al tetramonarca es acaso una de las mejores muestras que la categoría recuerde. Una muestra, en estos días que ser protagonista pareciera ser excusa para la patanería, vale el doble. Gracias por todo Sebastian.
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