Como todo buen artista, Deyvid Tuesta tenía su as bajo la manga, un truco para sorprender a los jueces y el público en general, una movida que sus rivales no esperaban, un salto al que apeló como último recurso. Un nollie 270 noseslide –la tabla da un giro y luego se desplaza unos segundos sobre una superficie lisa– en su último intento le dio la medalla de oro en skate en los Juegos Odesur. Según dice, era la primera vez que hacía ese truco en una competencia. Así es el deporte, siempre hay que estar dispuesto a arriesgar para poder celebrar.
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Lo que vino después fue euforia total. “Un poco impulsivo”, reconoce porque no sabía qué hacer con la victoria en el bolsillo. Se sacó el polo y acepta que esa celebración fue ‘muy de barrio’, pero claro, Deyvid y sus 20 años tienen toda Covida en el corazón.
Y fue allí donde nos recibió, en el viejo Parque Triángulo. En esas calles donde antes colocaba las vallas y rampas para practicar, en ese vecindario donde sus vecinos lo alejaban por el caos que hacía con su grupo de amigos. Pero hoy es distinto: los niños juegan a la pelota y quienes le volteaban la cara hoy lo saludan y felicitan y hasta están dispuestos a dejar de trabajar –los soldadores de un taller– para que la bulla no interrumpa el video.
Eso y más ha logrado Deyvid. Ganó el oro en los Juegos Odesur y le ha demostrado a quienes le decían que el skate . ““Nunca lo voy a dejar” me decía por más que todos decían eso es para vagos, que es un deporte de fumones”, pensaba. Desde los 11 años, cuando su hermano le contagió la pasión por hacer piruetas sobre un pedazo de madera, sabía que el skate pasaría a ser su estilo de vida.
“Hazlo, si antes parabas así todo el tiempo”, le grita una señora que asegura conocer a Deyvid “desde la panza”. “Él me va a enseñar para yo también ganar”, dice el pequeño Dayiro, su hermano menor. Y así, la foto con el vecino, el saludo del mototaxista que le grita “Chato” por su ventana sin lunas y el claxon de algún auto son las muestras de felicitaciones que recibe en su barrio.
Creció en Los Olivos, pero paradójicamente el primer skate park que conoció fue el del Mayta Cápac de San Martín de Porres. “Es una pena que siendo local, nunca haya practicado en Naranjal. Lo remodelaron y hasta ahora no lo abren”, dice. Con el oro en el pecho, un pedido que debe ser escuchado.
El skater peruano viaja hoy a Brasil para el STU Open - Río de Janeiro. En sus redes sociales está pidiendo apoyo para poder solventar los viáticos del viaje.
El torneo es privado, por eso la Federación no programó este viaje para Deyvid. El skater busca tener mayor roce internacional.
Cualquier ayuda, la pueden brindar vía Yape al 922753540. Falta presupuesto para el hospedaje y la alimentación.
Su historia
Superó a todos sus amigos porque “es muy avezado”. Nunca quiso ser menos que los demás. “Todos me ganaban en el barrio, pero yo quería aprender más y más. Me hubiera gustado que alguno hubiera seguido patinando conmigo. Esto también es de ellos”, se emociona.
Así, competencias por toda Lima lo fueron perfeccionando hasta que en el 2017 fue llamado por la Federación para formar el equipo rumbo a Lima 2019, aunque luego el skate no fue parte del evento porque se cruzó con el mundial.
Un viaje a Brasil fue el primero como parte de un equipo peruano, y estos Juegos Odesur fueron su primer evento multideportivo con la bicolor sobre sus espaldas.
Sabía que todas las miradas estaban en Ángelo Caro, pero no se desconcentró. “Ahora me ven con otros ojos”, dice y sonríe. Y justamente, ya marcas lo están llamando para auspiciarlo, pero prefiere tomarse las cosas con calma.
“Me gustaría que los padres tomen conciencia que esto es un deporte,medio arriesgado, pero es un estilo de vida”, sentencia sobre el skate, una disciplina que le está regalando alegrías al país, pero sobre todo está demostrando que está muy por encima de los prejuicios que aún se tejen sobre él.
Por estos días, Deyvid Tuesta está practicando un truco inédito. Su talento y sus rodillas, que tanto castigo han soportado, proyectan un nuevo salto.
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