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Primero, en el campo, demostró por qué lleva la cinta de capitán en el brazo derecho: aguantó las patadas del ‘carnicero’ Otamendi, peleó con cuanto defensor argentino se le ponga en frente y fue la primera voz de protesta ante las decisiones -que seguramente consideraba mal cobradas- del árbitro colombiano Wilmar Roldán. Después, ya con la derrota encima por 1-0 ante Argentina que condera a la selección peruana al último lugar de las Eliminatorias 2026 con seis puntos en doce fechas, mostró su liderazgo. “Yo no soy un cobarde y nunca voy a abandonar el barco. Apoyo a muerte a mi país, a mi camiseta y a mis compañeros”, señaló, recordando quizá que él fue el guía que necesitaba Perú para llegar a un Mundial después de 36 años.