De actuaciones así hay mucho por decir. El show fue de Christian Cueva y una vez más queda demostrado que la selección peruana tiene una dependencia de lo que hace el talento de su 10.
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Christian Cueva es ese jugador que se atreve a todo aun cuando todo parece estar contracorriente. En un partido donde Perú no tenía claridad y Paraguay era quien tenía el control de las ideas, el volante ingresó a tomar posesión del balón.
Con atrevimiento y personalidad -porque hay que saber encarar a los paraguayos, hay que atreverse a chocar con Gustavo Gómez-, Christian Cueva demostró cuál es el camino. Ese juego pícaro que tango gusta y nos identifica.
Juan Reynoso quizás privilegia el control del balón, por eso nuevamente postó por el doble volante de marca, con Aquino y Cartagena, pero sabe que Perú depende de lo que haga Cueva y por eso el cambio fue en el entretiempo.
Encaró y la jugada terminó en el córner de donde nace el gol de Valera. Pisada y huacha para safarse de la marca, pase tres dedos para buscar a Reyna. Ese es Christian Cueva, una versión mejorada del que nos llevó a un mundial, una versión que busca llevarnos a otro.
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