Si hay algo que ha caracterizado a Ricardo Gareca en la selección peruana desde lo futbolístico es la apuesta por jugar con un solo delantero o un ‘9′ de área. No es que nunca haya intentado con dos atacantes desde el inicio, pero en los partidos más importantes, incluso en los del Mundial de Rusia 2018, se inclinó solo por uno.
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El ‘Tigre’ es de los técnicos que prefiere jugar con dos extremos bien abiertos y un enganche que vaya detrás del hombre de punta. En el proceso anterior, Paolo Guerrero fue el dueño de la posición. El goleador histórico de la selección marcó cinco goles en 17 partidos (su mejor registro en Eliminatorias) y llevó a la selección al repechaje con un histórico gol de tiro libre.
Las cosas cambiaron drásticamente para el ídolo peruano en este proceso. Las lesiones lo alejaron de las canchas y solo sumó cinco encuentros. Así que el llamado a suplir su posición fue Gianluca Lapadula. El ítalo peruano debutó en la derrota 2-0 contra Chile en Santiago, y desde entonces se quedó con el puesto. Ha sido pieza clave para obtener el quinto lugar (anotó el 1-0 a Paraguay) en el torneo rumbo a Qatar 2022. ¿Sus números? Tres goles y sus asistencias en 13 partidos.
En este proceso, el delantero del Benevento también destacó en la Copa América 2021. Su presencia fue fundamental para que el equipo lograra el cuarto lugar. En siete partidos marcó tres goles y brindó una asistencia.
Pero, ¿cuánto ha cambiado el juego de Perú desde que Gianluca tomó el lugar de Guerrero? Aquí lo analizamos.
Lapadula y su movilidad
Es un ‘9′ de área, pero no de los típicos. No es muy alto, tampoco tiene un físico mayúsculo, pero sabe cabecear, moverse en el área y aparecer en los momentos precisos para empujar la pelota al fondo de la red. Quizá las grandes virtudes de Lapadula, que cambiaron un poco el juego de la selección, son dos: no dar nunca una pelota por perdida y moverse constantemente en todo el frente de ataque.
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En su debut, lo que más impresionó de Lapadula fueron sus ganas de jugar. Corrió hasta el cansancio, se tiró al piso a pelear las divididas, no dio un solo balón por perdido y buscó constantemente el espacio vacío. Gianluca dejó el corazón en la cancha y esto ha contagiado a todo el equipo en el resto del proceso eliminatorio. A Perú nunca le faltó actitud, decisión y pulmón. Y eso se lo debemos, en parte, al coraje del ítalo-peruano.
Desde el juego, la capacidad del atacante para moverse a las bandas, picar a los espacios y hacer jugar al equipo desde fuera del área, han servido no solo para que él logre asistencias de gol (como los dos que dio ante Ecuador en Quito), sino también para soltar a otros futbolistas al área como Christian Cueva, Sergio Peña y André Carrillo. Lapadula nunca deja de moverse, no es un delantero estático.
Guerrero, el ‘9′ que aguanta todo
Perú sabía lo que podía hacer Paolo de espaldas al arco y lo aprovechaba al máximo. En su prime, Guerrero era de los pocos delanteros en el mundo capaces de recibir un pelotazo largo, ‘matarlo’ con el pecho y conectarse con los volantes para generar un ataque o hacer él mismo una situación de peligro. Lo hacía ver fácil y realmente era de mucha ayuda para sacar al equipo del fondo sin necesidad de arriesgar jugando por abajo. Paolo, más alto y fornido que Lapadula, sí actuaba como un ‘9′ más estático, pero no menos peligroso.
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En la Eliminatoria rumbo a Rusia 2018 marcó dos goles muy parecidos como el ‘9′ de área que era. La jugada fue muy similar contra Argentina y Uruguay. Pase largo de Trauco al área, recepción de Paolo frente a un defensa rival, demostración de potencia y fuerza, y remate efectivo al arco. Guerrero siempre le dio al equipo esa posibilidad, la de mandarla larga para que él se las rebuscara y impusiera su presencia.
¿Se le extraña? Sin duda, porque es más que un buen futbolista. Paolo era el líder de Perú con su juego, categoría y presencia, pero también con su garra y esa piconería que pocos jugadores sienten en la sangre.
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