"Este excesivo ‘entusiasmo democrático’ no tiene bandera ideológica: es semejante entre partidos de derecha e izquierda", indica Molina.
"Este excesivo ‘entusiasmo democrático’ no tiene bandera ideológica: es semejante entre partidos de derecha e izquierda", indica Molina.
Oswaldo Molina

Estoy seguro, querido lector, de que sintió indignación cuando vio en las páginas de este Diario cómo habían más de 200 candidatos sentenciados que están inscritos para las próximas elecciones al Congreso. Las sentencias van desde la lamentablemente común demanda por alimentos, hasta violencia familiar, violación y cohecho.

Pero la indignación no es solo porque estos individuos hayan sido capaces de colarse en las listas y volverse candidatos. En realidad, nuestra indignación va más allá y es con los partidos. Y es que si los periodistas son capaces de descubrir la situación legal de estos candidatos, sería ingenuo pensar que los partidos políticos no pueden y son engañados. Lo único que esto nos demuestra en realidad es cuán poco los partidos han comprendido la crisis política que vivimos y, sobre todo, su responsabilidad. No es casualidad que en la reciente encuesta sobre corrupción de Proética, el Congreso sea la institución percibida como más corrupta (76%) por la población.

Así, nuestra experiencia como electores parece consistir en elegir a un par de candidatos que nos parezcan al menos correctos. Así, seleccionamos candidatos que suelen participar como invitados en las listas parlamentarias y que justamente entre sus principales virtudes se encuentra la independencia, pasando increíblemente por alto la conformación del resto de la lista que los cobija. Y lo hacemos con la ilusión de que la conjunción de personas bien intencionadas puede generar un mejor Congreso. ¿Nos puede sorprender acaso el alto nivel de transfuguismo? ¿No es evidente que individuos aislados e independientes no pueden sustituir a equipos y partidos?

Las actuales listas de candidatos son un fiel reflejo de este problema y una radiografía de nuestra debilidad institucional. Para mostrarlo, junto con Sandra Quiliche analizamos todas las listas de candidatos por Lima. Lo primero que llama la atención es la cantidad de rostros completamente nuevos. De 792 candidatos en Lima, casi la mitad (392) está postulando por primera vez a algún cargo político y solo 11 fueron parte del Congreso del 2016. De los 400 candidatos que han postulado a un cargo político alguna vez, solo 124 (31%) lo han hecho siempre con el mismo partido. Y tenemos el caso de 57 candidatos que han postulado con al menos tres organizaciones políticas (el caso más llamativo es el de un candidato que ha llegado a postular a 11 cargos políticos con siete organizaciones políticas distintas).

Este excesivo ‘entusiasmo democrático’ no tiene bandera ideológica: es semejante entre partidos de derecha e izquierda.

Dada la poca capacidad de los partidos para filtrar correctamente a sus candidatos (al menos sin sentencias judiciales y con un mínimo de coherencia y lealtad), el rol de la prensa e instituciones de la sociedad civil es aún más relevante. Aplausos especiales para los esfuerzos desarrollados por El Comercio y portales como Voto Informado y . Y es que si los partidos políticos –o muchos de ellos– no están haciendo su trabajo, nosotros tenemos que trabajar el doble para elegir bien.