
La inteligencia artificial (IA) está cambiando el mundo y tiene el potencial de alterar de manera rápida y significativa los negocios y la dirección del crecimiento global. El impacto que tendrá esta revolución tecnológica sobre el desarrollo económico y social es comparable con la adopción de la electricidad hace casi 100 años.
La acelerada adopción de esta tecnología evidencia su potencial. Para alcanzar los 100 millones de usuarios a nivel mundial, a la telefonía fija le tomó 75 años, a los celulares 16 años, al Internet 7 años y al WhatsApp 3 años. ChatGPT, una de las principales aplicaciones de IA, lo logró en apenas 2 meses. El potencial de la IA va más allá de aplicaciones del día a día como recomendaciones de películas en Netflix o filtros de reconocimiento facial en TikTok. Su verdadero impacto reside en su capacidad para incrementar la productividad laboral. “La productividad no lo es todo, pero a largo plazo es casi todo”, según el premio Nóbel de Economía, Paul Krugman.
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Según un estudio de la Escuela de Negocios de Harvard, los consultores que utilizan IA generativa, como ChatGPT, completan un 12% más de tareas y las terminan un 25% más rápido, en promedio.
El impacto de la IA también se empieza a extender a la gestión pública. Por ejemplo, en Togo, el uso de IA mejoró la focalización de un programa de transferencias monetarias al reducir la filtración y asegurar que los fondos lleguen a quienes más lo necesitan.
Así, es crucial formular políticas públicas que promuevan la difusión de la IA en toda la economía. Según McKinsey, la IA podría contribuir con 5% del PBI de América Latina y el Caribe para el 2030. Un tercio del impacto previsto será en Norteamérica (15%). Según Naciones Unidas, el menor impacto en nuestra región es el reflejo de una limitada inversión pública en ciencia y tecnología, insuficientes niveles de habilidades necesarias para adoptar la IA y la elevada informalidad e incidencia de las pequeñas empresas en la economía.
Típicamente, las transformaciones tecnológicas siguen el patrón de una “J”: un lento avance al inicio y, después de cierto punto, la mejora es exponencial. Para que el Perú se suba oportunamente a esta ola y contribuya al desarrollo del país, es clave que empresas y el Gobierno trabajen juntos en una mayor adopción y uso eficiente de la IA.

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