RICARDO SERRA F. / @rserraf
Hace 46 años se inauguró el primer tramo de la Vía Expresa del Paseo de la República, pero su planificación ya cumplió medio siglo. El impulsor del proyecto fue Luis Bedoya Reyes, quien ahora narra el origen de la idea y cómo se logró el financiamiento.
Bedoya asumió la Alcaldía de Lima en 1964 (según el archivo histórico de El Comercio). El ex alcalde relata que buscó a expertos que conocieran la problemática de la ciudad e indagó con funcionarios antiguos, quienes le indicaron que había muchos proyectos archivados. Tras revisarlos, le llamó la atención uno de Ernesto Aramburú, que planteaba hacer una vía expresa en la ruta del ferrocarril Lima-Chorrillos, que tenía más de un siglo y solo se usaba para transportar tropas cuando iban a hacer maniobras al sur.
Los derechos de vía en esa ruta ya estaban concedidos a las empresas eléctricas asociadas. “Lancé la propuesta de hacer ahí la Vía Expresa y me criticaron. Decían que iba a dividir la ciudad en dos; por un lado estarían La Victoria y Surquillo, y en el otro lado lo que llamaban la ‘pituquería’ de Miraflores y Barranco”, narra el ex alcalde.
Hubo celos políticos, pues la idea venía de un tercero (Aramburú) y no de Acción Popular ni de la Democracia Cristiana, que se habían unido para la alcaldía. “Aramburú es el verdadero padre de la idea de la Vía Expresa. Yo tuve la sensatez de recoger una idea ajena para realizarla con la ayuda del autor de la iniciativa”, indica Bedoya.
EL FINANCIAMIENTO
La tarea aún no empezaba. Se tenía solo la idea, pero no el financiamiento. Este finalmente llegó por azares del destino, tras una conjunción de casualidades.
Bedoya había viajado a San Francisco, EE.UU., para dirigirse luego a Formosa (ahora Taiwán) y Tokio.
“Formosa-Taiwán y China eran miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero China puso como condición para permanecer en ese organismo que Taiwán saliera, pues era territorio chino que tenía una pretensión de independencia. Entonces, Taiwán necesitaba votos para permanecer en la ONU y vio que en el Perú había mucha población china contraria al comunismo. Pusieron la vista en que Bedoya podía influir en el gobierno para tener un voto favorable y me invitaron”, relata el ex alcalde.
Para ese viaje, Bedoya pasó por San Francisco, donde el cónsul lo invitó a quedarse en su casa. Inicialmente se negó. Pero, la esposa de Bedoya y la del cónsul ya habían acordado aceptar la invitación.
Estando en la casa del cónsul, recibieron la visita de Fernando Berckemeyer, quien había sido embajador del Perú en EE.UU. y se había casado con la hija del mayor accionista del Banco de América. “Berckemeyer estaba incómodo porque había perdido la embajada del Perú que tuvo durante décadas y quería demostrar que podía conseguir cosas”, relató Bedoya.
Berckemeyer y Bedoya conversaron sobre la Vía Expresa y el primero le pregunta por el costo de la obra. “Yo estaba en la luna, pero le dije que no bajaba de US$10 millones”, dijo el ex alcalde. A su regreso de Taiwán y Tokio, Bedoya pasó nuevamente por San Francisco, donde Berckemeyer lo esperaba para decirle que tenía el crédito, a 6%, cuando las tasas de ese entonces eran de 9%.
EN LIMA
Ya en Lima, Bedoya le cuenta a Fernando Belaunde que había conseguido el crédito, y este último se preocupó por la reacción que tendrían los bancos en Lima, ya que no había sido una colocación de ellos. “Le dije al presidente [Belaunde] que ese problema me lo dejara a mí. Si quieren pleito, tendrán pleito, pero este proyecto lo llevo adelante”, sentenció Bedoya.
Según el archivo de El Comercio, las obras se desarrollaron todo el año 1966. El plan inicial incluía entregar la primera etapa de la Vía Expresa en febrero de 1967, pero por una escasez de cemento y acero este plazo no se pudo cumplir.
Los US$10 millones que consiguió Berckemeyer no alcanzaron. La diferencia provino de los bancos locales. Bedoya relata que se licitó la obra en tres partes que comenzaron simultáneamente y se entregó el tramo desde la Plaza Grau hasta la avenida Domingo Orué. El segundo mandato de Bedoya llegaba a su fin, en 1969, así que construyó los puentes de las avenidas Primavera y Ricardo Palma antes de que estuviera lista la excavación.
Así, la Vía Expresa fue un proyecto que se concretó, pero no en su totalidad, pues debería llegar hasta la Panamericana Sur. Durante la gestión de Bedoya también hubo otros estudios, como el de la sueca Trafic Consult, que trazó la red subterránea para Lima, que venía desde La Punta y pasaba por San Miguel hasta plaza Dos de Mayo y La Colmena. Desde ahí se dirigía por un lado hacia La Victoria y por otro lado hacia el Rímac y Comas. Más de cuarenta años después, ese proyecto aún no se concreta