Uno de los principales lineamientos de política económica del gobierno en los tres años que le restan es ampliar el crecimiento potencial de la economía, a través del aumento de la competitividad. Sin embargo, la tarea sería compleja por el estancamiento que experimenta la productividad total de factores, según el estudio “Creciendo con productividad”, una agenda para la región andina, del BID.
Para una economía, ser competitiva implica ofrecer un producto o servicio con el precio más bajo gracias a una alta productividad. Esta última se logra produciendo más con la misma cantidad de recursos: tecnología, capital y trabajo.
De acuerdo con el estudio del BID, la productividad total de factores del Perú en los 45 últimos años ha sufrido una variación negativa. Para el período 1970-2015, cayó 0,3%, detrás de Ecuador (+0,7%), Colombia (+0,2%) y Bolivia (+0,1%).
“En el largo plazo, el resultado neto muestra un estancamiento secular en la productividad en el Perú. Esto es la causa principal de la falta de convergencia de su ingreso per cápita con el de economías más avanzadas”, asevera Marta Ruiz-Arranz, asesora económica principal del Departamento de Países del Grupo Andino del BID.
Entre las principales carencias que amplían la brecha de productividad entre países emergentes como el Perú con las economías más avanzadas están la existencia de déficits en áreas como infraestructura, educación, inversión en investigación y desarrollo, señala el estudio.
Ruiz-Arranz precisa que la región andina, incluido el Perú, se caracteriza por la presencia de algunos síntomas de baja productividad y estancamiento que se distinguen por su magnitud y cierta variabilidad de país a país.
Entre estos síntomas, en el Perú destaca el enanismo empresarial, la informalidad, el autoempleo, los altos costos laborales y la legislación laboral.
“Las razones de las diferencias de productividad son múltiples. Por ejemplo, un empresario en el Perú debe pagar alrededor de 30% del valor de la productividad de un trabajador en costos laborales, mientras que en la OCDE solo debe pagar el 20%”, comenta Ruiz-Arranz.
VOLUNTAD
El estudio cuestiona que si bien el alza del precio de los metales y otros factores transitorios pueden jugar un rol favorable en los próximos meses para la economía peruana, sin una adecuada agenda de crecimiento a largo plazo la desaceleración volverá a sentirse tarde o temprano.
Ruiz-Arranz dice que el Perú necesita de mucha voluntad política y consenso entre los poderes del Estado para poner sobre la mesa el problema de la baja productividad y dar inicio a las reformas más urgentes.
“Se requiere de mucha fortaleza institucional para defender las reformas que se hagan, y que estas no se reviertan ante la presión política o de la sociedad civil”, afirma.
El estudio sugiere que la reducción de los altos costos laborales facilitaría la expansión del empleo en las empresas más productivas y con mejores perspectivas de crecimiento.