El Perú ha sido golpeado de manera extrema por la pandemia del COVID-19. En los picos de la primera y la segunda ola han muerto por semana tres veces más peruanos que en tiempos normales. Esta catástrofe de proporciones históricas nos ha dejado muchas preguntas y debates: ¿Estaba el Perú condenado a tener tantas muertes? ¿Cómo nos comparamos con otros países? ¿Qué tanto de esta debacle es explicado por la estrategia seguida, y qué tanto por nuestros indicadores sociales y la situación calamitosa de nuestro sistema sanitario? ¿Se pudo responder de manera diferente?
En esta primera entrega, intentamos brindar respuestas a las primeras tres preguntas. Mucho de este debate ha sucedido de manera argumentativa y no tanto en base a datos. Nosotros preferimos apoyarnos en los datos.
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Comencemos por la comparación con otros países. A principios de año, el renombrado Instituto Lowy de Australia, publicó un ránking mundial de los países más golpeados por la pandemia. Perú no estaba en su análisis, pero al ser una metodología transparente basada en datos, decidimos replicarla y extenderla para incluir a Perú.
Usando datos de los investigadores de la Universidad de Oxford y el Global Change Data Lab, construimos el mismo indicador y ránking del instituto australiano. Este indicador se basa en datos de promedios móviles de los cambios diarios de seis componentes: casos confirmados, muertes confirmadas, casos confirmados por millón, muertes confirmadas por millón, casos confirmados como proporción de las pruebas aplicadas y pruebas por cada mil habitantes. Los ránkings por componente se promedian y normalizan.
Replicar el ránking de Lowy, con datos hasta abril del 2021, resultó con Perú ocupando el antepenúltimo lugar entre los 117 países analizados, solo por delante de México y Brasil. Es decir, según una métrica internacional de un organismo independiente, se confirma que el impacto en Perú ha sido extraordinariamente negativo. De manera interesante, en los últimos días, el Instituto Lowy actualizó su ránking e incluyó a Perú y sacó a Brasil por falta de algunos datos. Sus resultados confirman nuestro análisis. Perú ocupa el último lugar de 102 países en su nuevo ránking.
Si bien estos resultados son indiscutibles y desalentadores, encierran aún varias preguntas. ¿Es Perú último porque es un país pobre, tiene menores ingresos o su sistema sanitario es realmente el peor del mundo? ¿O es que Perú tuvo una gestión muy mala?
Para responder estas interrogantes, analizamos en mayor detalle el ránking. Encontramos indicios de que las condiciones iniciales de los países determinaron sólo parcialmente los resultados del impacto que sufrieron de la pandemia. Por ejemplo, entre los 10 países que resultaron con menor impacto están, comprensiblemente, países ricos (Nueva Zelanda, por ejemplo), pero también países de ingresos bajos (Vietnam, por ejemplo).
También hallamos que antes de la pandemia, de los 117 países analizados, al menos 44 tenían niveles de producto per cápita menores y al menos 26 tenían tasas de pobreza más altas que Perú. Esto es un indicio claro de que la situación de los países al inicio de la pandemia no determinó el impacto de la misma.
En evaluación
Este análisis, desde luego, se puede refinar. En una investigación publicada por Grade hacemos un análisis estadístico que intenta separar de manera más rigurosa qué parte del resultado de la pandemia se puede asociar a condiciones iniciales y cuál a la calidad de la respuesta.
Usamos datos de la Universidad Johns Hopkins y del New York Times, y medimos qué tanto las condiciones iniciales respecto de ingreso medio (aproximados por el producto per cápita), nivel educativo, nivel de corrupción, el estado del sistema sanitario (aproximado por el número de camas hospitalarias por habitante), y la vulnerabilidad demográfica (aproximada por la proporción de adultos mayores), entre otras, explican las muertes por COVID-19 y el exceso de muertes no violentas reportado por Sinadef.
Encontramos que las condiciones iniciales se asocian a las muertes y número de casos, como era de esperarse. Por ejemplo, un sistema sanitario más pobre se asocia con más muertes aun después de considerar la influencia de las otras condiciones económicas.
Luego, como es estándar en economía, usamos las desviaciones respecto del esperado como un indicador aproximado de lo que es más difícil medir: la calidad de la respuesta. Es decir, por ejemplo, si después de considerar lo que predicen las condiciones iniciales, el número de muertos es muy bajo, decimos que hay un indicio de que ese país tuvo una respuesta mejor de lo esperado, esto es, un mejor desempeño. Con estas desviaciones se puede construir un ranking que refleja la calidad de las políticas de respuesta, ya que el efecto de los factores de más largo plazo ya se ha “limpiado”.
Los resultados se presentan en los gráficos. Encontramos que Perú nuevamente tiene el peor desempeño, al tener muchas más muertes observadas en relación a las predichas. Estados Unidos, Ecuador, Bélgica también tienen claras desviaciones en la misma dirección, pero no tan pronunciadas como la de Perú. Por otro lado, Tailandia e Israel están entre los países que se han desempeñado mejor de lo esperado, y de hecho lideran el ránking de desempeño.
Los datos son claros. No es cierto que todos los países del mundo han sufrido tragedias como la peruana. De ambas formas, en términos simples y aislando el impacto de las condiciones iniciales, la conclusión es que el Estado Peruano tuvo una política de respuesta muy deficiente, que costó la vida de cientos de miles de peruanos. Una forma de evitar dicha tragedia se hubiera logrado escuchando lo que las diversas ciencias decían sobre la pandemia y aplicarlas a políticas de manera oportuna. En una segunda entrega hablaremos de esa materia.
*El artículo fue escrito en colaboración con Diego Tocre.
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