Portada de Humanz, compuesto por 26 canciones interpretadas por Gorillaz y 24 músicos invitados. (Parlophone y Warner Bros. Records)
Portada de Humanz, compuesto por 26 canciones interpretadas por Gorillaz y 24 músicos invitados. (Parlophone y Warner Bros. Records)
Jorge André Hernández

Humanz, el nuevo álbum de Gorillaz, nos transporta a un futuro —o presente— apocalíptico desatado por el triunfo de Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos. “El mundo se ha vuelto un poco loco, de eso no hay duda”, dijo Damon Albarn, cocreador de la banda, en una entrevista reciente con The New York Times. El resultado es un disco “fiestero” sobre el fin del mundo.

Como suele ser en los trabajos de la banda, Humanz va del hip hop hasta la electrónica. En la lista de reproducción, destacan temas como “Saturnz Barz”, que cuenta en ritmo dubstep el drama de un trabajador agobiado por las deudas y una vida precaria; “Hallelujah Money”, crítica al capitalismo tocada en una especie de techno-gospel; y “We Got The Power”, en que el compás muta otra vez y el mensaje se vuelve optimista: el pop revienta los parlantes y todo es posible. Humanz: un mix de esperanza y terror.


—El origen de las especies—
Diez años antes del fenómeno Gorillaz, Damon Albarn ya era famoso. Desde 1988 fue vocalista de Blur, uno de los grupos más emblemáticos del britpop, influido por clásicos de la invasión británica de los sesenta como los Beatles, Kinks o The Who. Para 1991, Blur se había convertido en uno de los pilares —junto con Oasis, contra quien emprendió una competencia brutal en la venta de discos—, de la Cool Britannia, un fenómeno político-cultural de corte nacionalista que buscaba proteger lo británico de las influencias foráneas. Este movimiento —de alguna forma análogo al Brexit— se tradujo en la música como una fobia al grunge y al rock alternativo estadounidense, representado por bandas como Nirvana, R.E.M. o The Smashing Pumpkins.

Pese al éxito que la banda había conseguido, hacia 1994, Albarn decidió comenzar a experimentar con melodías distintas. El resultado fue su álbum homónimo de 1997 y 13 (1999), en el que aparecen algunas de sus canciones más representativas, como “Song 2” y “Coffee & TV”, en cuyo video destaca un cartón de leche antropomórfico llamado Milky, que se convirtió en un éxito de merchandising.

Albarn, sin embargo, sentía la necesidad de ir más allá, de buscar nuevos sonidos alejados del britpop. Fue entonces que, a fines de la década del noventa, nacería una propuesta totalmente diferente, que combinaría el hip hop, el rock alternativo, el funk y la electrónica. Gorillaz llegaría para revolucionar la escena musical no solo británica, sino mundial.

"Gorillaz no solo es una propuesta diferente ni la banda virtual más exitosa de todos los tiempos, sino que constituye una narrativa propia que ha ido madurando durante casi dos décadas."
"Gorillaz no solo es una propuesta diferente ni la banda virtual más exitosa de todos los tiempos, sino que constituye una narrativa propia que ha ido madurando durante casi dos décadas."

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Fue Graham Coxon, guitarrista de Blur y fanático del trabajo de Jamie Hewlett —autor del cómic Tank Girl—, quien conectó a Albarn con el ilustrador. Tiempo después decidieron compartir un departamento en Westbourne Grove, en Londres. Y una tarde de 1998, hastiados de pudrirse el cerebro con los contenidos “carentes de sustancia” de MTV, se les ocurrió la idea de crear una banda ficticia, compuesta por cuatro artistas de dibujos animados: 2-D (voz y teclado), Noodle (guitarra), Russell Hobbs (batería) y Murdoc Niccals (bajo). Albarn se encargaría de la música, mientras que el desarrollo visual recaería sobre Hewlett; y entre ambos le darían vida a cada uno de los integrantes.

A través de entrevistas, del libro autobiográfico Rise of the Ogre (2006), de la web de la banda y próximamente de una serie animada —que será estrenada el 2018—, Albarn y Hewlett relatan detalles sobre la vida de sus extravagantes personajes: quién es el fantasma que habita en Russell, la historia del satanismo de Murdoc y de los ojos negros de 2-D, y el curioso origen de Noodle: una supersoldado creada por el gobierno japonés que terminó como guitarrista de una banda británica.

Gorillaz no solo es una propuesta diferente ni la banda virtual más exitosa de todos los tiempos —según el libro Guinness de los Récords, con más de siete millones de copias vendidas de su álbum debut epónimo (2001)—, sino que constituye una narrativa propia que ha ido madurando durante casi dos décadas. Es la historia de una banda artificial que ha cobrado vida propia, un conjunto de productos mediáticos vinculados con la música que produce.

Desde su primer disco, pasando por Demon Days (2005), Plastic Beach (2010), The Fall (2010) y Humanz, la banda se ha topado con fantasmas, zombis, piratas, demonios y con alrededor de 53 artistas invitados —como Lou Reed, Snoop Dogg o Ibrahim Ferrer, de Buena Vista Social Club—, junto con quienes ha emprendido un viaje musical sin precedentes. Y es que, además de la evidente inclinación por lo paranormal y la ciencia ficción, la colaboración de los más variados y disímiles músicos es uno de los sellos característicos de Gorillaz.
Y Humanz no es la excepción. De hecho, este cuenta con la mayor cantidad de artistas invitados. Entre los 24 colaboradores, uno destaca: Noel Gallagher, exguitarrista de Oasis y exnémesis de Albarn, quien participa en la canción “We Got The Power”, hecho que provocó la furia de Liam Gallagher —excantante de Oasis y hermano de Noel—, quien tuiteó al ataque, como el fantasma del britpop que aún ronda en las estaciones de radio.

Pero, para Noel Gallagher, Damon Albarn y Jamie Hewlett, los noventa y las rivalidades artísticas quedaron en el pasado. La locura de estos tiempos y la posible fatalidad los han unido para interpretar juntos la banda sonora  del Apocalipsis desde la Cool Britania.

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