Yasser Zola, autor de "Cuerpos ajenos". (Fotos: Difusión)
Yasser Zola, autor de "Cuerpos ajenos". (Fotos: Difusión)

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“Heraldos del deseo, heraldos del desastre”: crítica del libro “Cuerpos ajenos”
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“Heraldos del deseo, heraldos del desastre”: crítica del libro “Cuerpos ajenos”

“Heraldos del deseo, heraldos del desastre”: crítica del libro “Cuerpos ajenos”

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“Cuerpos ajenos”, debut del chiclayano (1982) es un libro de cuentos verdaderamente entretenido y extraño. Corrijo: más que eso, resulta una variopinta secuencia de breves episodios y viñetas donde el solo hecho de vivir es una persecución de lo grotesco, de lo imprevisto, de lo insólito.

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Un mérito de Zola es que no tiene problemas en sondear toda clase de géneros y de propuestas: lo fantástico, el terror, el realismo duro se entremezclan para ofrecernos una galería de seres periféricos, arrumados por su prójimo a una zona gris y despreciable en la que pueden hacer de las suyas, incluso traspasando la frontera del crimen y de la venganza más cruel. Buen ejemplo es el cuento inicial, “Celda”, que en muy pocas páginas consigue precisar el rencor, la marginación y la revancha terrible de un hijo cansado de las humillaciones que su padre apicultor le endilga, mediante una destreza para la dosificación del dato y para el matiz que va convirtiendo al narrador protagonista en un monstruo que urge de liberación redentora. No menos logrado es “La boca”, pieza en la que Zola exhibe destacable manejo de la violencia erótica al detallarnos la historia de un hombre que, impulsado por sus apetencias más privadas, termina envuelto en una ceremonia pesadillesca que nos empuja hacia los límites del espanto. Dos cuentos más sobresalen: “El hombre sirena”, que maniobra, entre referencias míticas y culturales, el encuentro entre un hombre cultivado y un ser cuya madre ha sido fecundada por un pez. De este encuentro surge una relación donde el chantaje y el sexo furtivo adquieren una dimensión inédita. También convence “La mano”, cuya atmósfera fetichista y primitiva seduce al lector y lo lleva de la mano hacia una conclusión que oscila entre la conciliación y lo espeluznante.

Dicho esto, el libro peca de irregular, y no solo en la factura de los doce cuentos que lo componen, sino en el lenguaje que Zola emplea: por momentos tiene arrebatos de solvencia lírica, de imaginación bien delineada en un símil o una figura, y por otros es descuidado, funcional o simplemente precario, y esas caídas resienten la contundencia de algunos relatos. Otro problema frecuente es que, en general, los cuentos gozan de llamativas premisas, pero en varios de ellos el remate no es satisfactorio. Es notoria la necesidad de dar a estas composiciones una conclusión que remezca a la audiencia y ese imperativo vuelve artificiales o forzadas las codas de estas historias, como ocurre con “Rompecabezas” o “Ruido”, solo por mencionar los casos más flagrantes. La tendencia es que cuando Zola elige complicarse, las cosas no suelen salirle bien. Lo contrario pasa con esa joyita llamada “Inicio”, que retrata con sencillez, sensibilidad y algo de poesía el diálogo entre dos hombres de indeterminada identidad pero de coincidente deseo.

Más allá de sus picos y valles, “Cuerpos ajenos” escapa a las convenciones que asfixian el discurso de tantos cuentistas locales. Zola, aunque aún dubitativo en sus elecciones, ostenta una frescura y un malvado desparpajo que llaman a seguirlo. A ver qué pasa.

"CUERPOS AJENOS"

Autor: Yasser Zola.

Editorial: Dendro, 2025. 82 pp.

Relación con el autor: conocidos.

Valoración: 3 estrellas de 5 posibles. 

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