Eran aproximadamente las cuatro y media de la tarde del martes cuando el huaico cayó como una catarata llena de rocas y tierra encima de la casa de Luis Choquehuaccha, un señor de 88 años de edad. Ahí vivían cuatro generaciones de su familia, incluyendo a sus pequeños bisnietos, de uno y cuatro años. Su hogar quedó completamente destruido, sin techo, sin paredes y con todos sus muebles apostados a un lado.
Luis ha vivido en la asociación Los Paltos, en el distrito de Chaclacayo, desde hace 45 años. Allí conoció a su suegro, uno de los pioneros en establecerse en esta zona ubicada a la ribera del río Rímac. Para llegar, se debe bajar unos seis metros desde la Carretera Central. Encima de sus casas se encuentran los muros de las viviendas construidas al lado de la vía.
Cuando el huaico bajó por la calle Los Laureles, el caudal se encontró con la pared de ladrillos y cemento de una vivienda. Con fuerza, el agua cruzaba la carretera y se empotraba contra el muro. En minutos, la estructura colapsó, el huaico entró a la casa y encontró su camino hasta caer, como una catarata, sobre Los Paltos. “Vino con fuerza, desde allá [señala a la casa desde donde cayó el huaico]. Todos salieron corriendo, a mí me ayudaron a salir porque, a mi edad, yo no puedo hacerlo solo”, relató Luis.
Afuera de las casas de esta asociación permanecen los muebles y los artefactos que los vecinos pudieron salvar. Según indicaron los damnificados, por más de haber pasado más de doce horas desde que cayó el huaico, las autoridades no habían llegado a esta localidad. Incluso, mostraron lo que habían recibido por parte de la Municipalidad de Chaclacayo: plásticos para los techos y sacos para llenar con arena.
En algunas viviendas, el barro ya se ha solidificado, por lo que sus habitantes caminan a unos 40 centímetros por encima del piso.
El caudal barrió con todo a su paso, destruyendo muebles y electrodomésticos, humedeciendo las viviendas y dañando por completo diversos artículos.
La casa de los Choquehuaccha quedó completamente destruida. Por más de haberse construido con ladrillos y cemento, la fuerza del huaico derribó las paredes y el techo.
El huaico cayó desde arriba, luego de ingresar a las casas que se encuentran edificadas a la altura de la Carretera Central.
Entre huaicos y la crecida del río
Más al este, en el distrito de Chosica, se encuentra el asentamiento San Juan de California, ubicado entre las vías del tren y el río Rímac. Allí se empadronó a 40 damnificados extremos, quienes perdieron sus hogares por completo luego de que el huaico arrasara con todo a su paso el martes por la tarde. Ayer, con el apoyo de serenazgo de Chosica, los vecinos luchaban para sacar las toneladas de tierra y agua que se acumularon en las viviendas.
Así como dos vehículos que terminaron enterrados, un hogar se llenó de tierra hasta la mitad. En algunas partes de la casa, dar un paso significa hundirse en el lodo. En otras, por el tiempo transcurrido, el barro ya era una masa sólida. Para entrar a la casa uno debía arrodillarse y cruzar por la puerta, tapada hasta la mitad. Los dueños de la vivienda, señores de la tercera edad, fueron a buscar espacio en uno de los albergues temporales establecidos por la Municipalidad Metropolitana de Lima.
En otro hogar, no era el lodo lo que había llenado la casa, sino el agua turbia. En un momento, la inundación cubrió por completo la cocina, con una profundidad de hasta un metro de altura. Los vecinos y serenazgos caminaban con el agua al ombligo, buscando los artículos que aún podrían ser rescatados. A esta zona, casi 18 horas después de la destrucción, las autoridades tampoco habían llegado.
Una de las viviendas que quedó gravemente afectada por el barro también lucha contra la crecida del río Rímac, que también amenaza con destruir la casa.
Dos vehículos también quedaron hundidos en el barro. Sacarlos era imposible sin la presencia de maquinaria pesada.
Vecinos se organizaron para apoyar a las familias más afectadas por la caída del huaico. Contaron con la ayuda de serenazgos de la Municipalidad de Chosica.
La fuerza del huaico fue tal que arrancó muebles y grandes electrodomésticos de su lugar, arrastrándolos hacia las puertas por donde desfogaba el agua.
Las casas quedaron tapadas hasta la mitad por la tierra, dificultando el ingreso para rescatar los artículos aún útiles.
Además de los daños causados por el huaico, los vecinos temían que la crecida del río Rímac pueda erosionar la quebrada y llevarse sus hogares por completo. La tierra que sacaban de las casas las lanzaban al borde del afluente, intentando arenar el espacio y protegerse de un mayor desastre.
Más daños
Durante la visita de El Comercio a la zona este de la capital, se constató los graves daños que habían causado las intensas lluvias y los huaicos a lo largo de la Carretera Central. En Chaclacayo, el huaico que destruyó los hogares de Los Paltos también afectó gravemente la pista.
El asfalto había sido arrancado de su lugar, causando huecos de hasta cincuenta centímetros de profundidad. En otras zonas, obras inconclusas en las calles también catalizaron los daños. En la noche de ayer, nuevos huaicos azotaron Chosica-Lurigancho y Chaclacayo.