Después del estruendo que destruye tu casa viene un segundo de aterrador silencio. “¿Dónde están todos?”. Raúl Ticlia almorzaba con su familia en su casa cuando ocurrió un estadillo y dos cilindros de gas atravesaron las paredes. El instinto te hace tratar de protegerte, pero lo siguiente inmediato es buscar a tu familia, contarlos, ver sus caras y los rastros de sangre de la frente de tu mamá. Sales como puedes a la calle y te topas con un gas blanco y denso que lo inunda todo. Los gritos se reactivan en tus oídos y poco a poco vas entendiendo lo que sucedió: el grifo que tantas veces te había hecho evacuar con los tuyos hacia zonas altas había finalmente estallado.

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