Mathías Panizo Arana

Adentrados en el distrito de San Antonio de Chaclla, en la provincia de Huarochirí, se encuentran los restos inhabitados de una gran universidad que se irguió años atrás, pero lleva media década acumulando polvo y mitos sobre su existencia. Pistas, edificios y pequeños jardines –hoy de tierra y con algunos árboles deshidratados, aunque testarudos- se encuentran intactos pese a los años en abandono. Varios cientos de metros hacia el noroeste, cuesta arriba, permanece lo que pareciera una mansión fantasmal, pero con sellos inscritos en hierro que revelan que todo estuvo unido en una misma idea: la Universidad Santo Domingo de Guzmán (USDG).

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