El legado artístico de Emilio Rodríguez-Larraín enfrentó serios desafíos en los últimos años, especialmente tras la destrucción de su monumental obra de land art, “La Máquina de Arcilla”. Esta pieza, concebida como un homenaje a las culturas prehispánicas y situada en las cercanías de Chan Chan, fue devastada en 2022 por traficantes de terrenos, un acto que desató indignación y puso en evidencia el grave problema del abandono del patrimonio cultural en Perú.
La obra ya había sido parcialmente dañada en 2018, cuando se preparaba la visita del Papa Francisco a la zona. En un intento por “limpiar” el área, los organizadores decidieron derribar parte de la estructura, lo que provocó las primeras protestas por la preservación de La Máquina de Arcilla. Sin embargo, fue en 2022 cuando la obra sufrió su destrucción total.
“La destrucción de La Máquina de Arcilla no solo fue un golpe personal, sino también un símbolo de lo que ocurre culturalmente en el país”, comenta Sebastián Rodríguez-Larraín, hijo del artista y actual custodio de su legado, junto a sus hermanos. Tras regresar al país y visitar el sitio donde se encontraba la obra, descubrió su estado de deterioro y emprendió un proyecto para su restauración, pero los esfuerzos iniciales no lograron reunir el financiamiento necesario.
De la playa a la vitrina
Enfrentado a esta pérdida, Sebastián Rodríguez-Larraín decidió transformar el dolor en una narrativa de resurrección. “Recogí lo que quedó de la máquina y lo presento ahora como cenizas, no como un símbolo de destrucción, sino de purificación y renacimiento”, explica. Este enfoque es parte central de su más reciente proyecto, que busca no solo visibilizar la obra de su padre -llevando parte de los escombros a otros espacios-, sino también sensibilizar al público sobre la fragilidad del patrimonio cultural en el país.
Actualmente, una selección de piezas relacionadas con La Máquina de Arcilla se exhibe en la feria de arte ArteBA en Buenos Aires, Argentina. La feria, que estará abierta hasta el 1 de septiembre, cuenta con la participación de más de 400 artistas representados por 65 galerías de 15 ciudades diferentes. Esta muestra, organizada en colaboración con la Galería Del Infinito, incluye maquetas originales, documentación de la época y fotografías inéditas que registran el proceso de creación y la inauguración de la obra.
“No es solo una forma de mostrar la obra de mi padre, sino también de hacerla renacer en un nuevo contexto, de darle una segunda vida -comenta Sebastián-. Quiero que el público no solo vea las ruinas de La Máquina de Arcilla, sino que entienda su importancia y el porqué de su destrucción”.
Más allá de las exposiciones temporales, Sebastián tiene grandes planes para el futuro. En 2025, tiene previsto inaugurar 2M: Casa Cultural 2 de Mayo en Lima, un espacio dedicado a la preservación y promoción del legado de su padre. Ubicada en la casa donde Emilio vivió y trabajó, 2M no solo funcionará como un archivo histórico, sino también como un espacio para residencias artísticas. “La idea es que el legado de mi padre no solo se preserve, sino que siga vivo, evolucionando y siendo relevante para las nuevas generaciones”, concluye.
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