Una frase conocida sentencia que “no hay éxito sin sacrificio”. En 2005, Vania Masías ya estaba bastante curtida en esos avatares cuando conoció, en medio del agobiante tráfico limeño, a un grupo de chicos que realizaban acrobacias para ganarse la vida. Ver tanto talento la impulsó a dejarlo literalmente todo para hacer realidad un proyecto sociocultural que ha transformado la vida de 12 mil niños y adolescentes en los últimos quince años. Pocos saben que la Asociación Cultural D1 nació mientras Vania cursaba la carrera de Administración de Empresas en la Universidad del Pacífico. Que fue tomando forma en medio de la soledad que experimentó durante las exigentes giras junto al Ballet de Irlanda, donde logró ser primera bailarina. Y que esta asociación era parte de un plan que tenía programado a partir de los 35 años, al término de su carrera sobre los escenarios.
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Las cosas, sin embargo, no respetaron los tiempos establecidos y llegaron para revolucionar su mundo y crear una metodología de superación sustentada en el acceso al arte y la danza, que hoy es replicada en 30 escuelas públicas a través del programa social Revelarte. En este contexto, el Festival Internacional Pura Calle, que llega por octavo año consecutivo, es el reflejo de ese arduo trabajo y el trampolín perfecto para que artistas emergentes demuestren que el hip hop, el house, el popping, el breaking y el freestyle de rap también se practican con fuerza y competitividad en el Perú.
¿Cómo empieza tu relación con el ballet?
Yo empiezo en el ballet a los seis años en la escuela de Lucy Telge. Pero mis padres me dicen que, prácticamente, desde que nací no dejaba de moverme. A los tres años me llevan a hacer gimnasia acrobática. Pero con Lucy, lo fantástico de estar con ella es que es directora del Ballet Municipal, entonces involucra a los niños en todo el proceso teatral y esa es una ventaja que tiene esta escuela porque te relaciona con lo profesional desde pequeña. La verdad es que he tenido una suerte enorme y mucha disciplina a la vez. A partir de los 10 años que gano el Concurso Latinoamericano Infantil de Ballet empieza esto que no para. Viajé mucho y crecí muy rápido.
Empezaste muy pequeña. ¿Cuándo sientes que ser bailarina es realmente tu vocación?
En verdad mi vocación se prueba en Londres. Cuando ya era primera bailarina del Ballet Municipal decido ir a buscármelas a Inglaterra. Así, sin nada. Tenía 21 o 22 años cuando decido probarme a mí misma. Siempre escuchaba decir “no, no hay forma que una bailarina peruana destaque en el extranjero, menos en Europa”. Pero aun así fui y descubrí un mundo súper difícil.
Europa es una plaza muy exigente…
Hay escuelas como el Royal Ballet, la Escuela de París y otras más en las que desde los 10 años los niños son internados y tienen como prioridad el ballet clásico. Recién en las tardes enseñan matemáticas, historia y lengua. Yo estudié en un colegio normal y entrenaba en las tardes. Es otra realidad. Competir contra eso es bravo. Pero fue aprendizaje tras aprendizaje, me dio mucha fortaleza, me enseñó que de cada fracaso podía sacar una oportunidad y encontrar la fuerza en mí. Creo que si no hubiese tenido el recurso del entrenamiento que tuve durante toda mi vida, hubiera sido muy difícil salir adelante ahora que en arte y cultura se nos cayó todo con la pandemia.
¿Cuáles han sido los momentos que han marcado tu vida?
El primero fue cuando tenía 10 años. Yo era una chica promedio en el colegio, pero cuando paso de una academia como la de Lucy, que es dos o tres veces a la semana por un par de horas, a un entrenamiento diario mi disciplina y mi personalidad cambian. Empiezo a ser la primera de mi clase, de mi promoción. Cuando la exigencia del baile sube, mi exigencia a todo nivel también. Mi segundo momento crítico llega a los 15 años cuando llega mi maestro ruso Mihail Kuharev para la compañía del Ballet Municipal. Él me da clases privadas y me entrena para el campeonato mundial. Fue muy duro, pero aprendí a ser competitiva. Llegué a la segunda ronda y quedé entre las 15 top. Me estaba midiendo con las chinas, las rusas, las francesas. Fue en ese momento que decidí que, además de seguir formándome como bailarina, quería estudiar algo más. Así entré a la universidad, a Administración de Empresas, y reservé mi matrícula mientras entrenaba para poder conseguir un rol principal y convertirme en primera bailarina.
Eso fue antes de que decidas forjarte una carrera en el extranjero.
Ahí llega la tercera vez que tomo una decisión importante. Cuando estoy lejos de mi país y no tenía cómo mantenerme me doy cuenta de que estoy lejos de lo que el mercado de baile está pidiendo. Yo quería ser parte de una compañía de ballet neoclásico, pero me faltaba mucho. Nunca había tomado una clase hip hop, ni de jazz, solo un poco de danza contemporánea. No estaba siendo competitiva internacionalmente. Así que tuve que ponerme las pilas a los 21 años. Fueron meses de incertidumbre. En este tercer momento sé con seguridad que el baile es lo que quiero para mí. Al final, sacándome la mugre, tomando clases, audicionando por aquí y por allá, logro un primer contrato, luego otro y termino siendo primera bailarina en el Ballet de Irlanda. Esto es a los 25 años. Después de un tiempo llega mi gran cambio, cuando conozco a los chicos de Ventanilla, y renuncio a todo lo que ya había obtenido fuera del país.
¿Cuándo crece tu interés por lo social?
Provengo de una familia empresarial. Estudié en la Pacífico, que tiene un tema social muy fuerte porque es una universidad de jesuitas con un nivel de exigencia muy alto. Por eso yo decido armar una microfinanciera. No es que yo tenga el tema social de repente. No, en las giras que tenía estaba muy sola y en el tiempo libre escribo mi proyecto con D1, pero nunca pensé que lo haría a los 25 años. Lo tenía planificado a los 35, como un plan de vida. Quería quedarme haciendo toda la carrera porque me estaba yendo muy bien y cada vez mejor. Pero fue muy fuerte lo que pasó, fue un cambio de propósito. No fue nada fácil porque todo tu raciocinio te dice que no, pero tu cuerpo te dice lo contrario
Supongo que aparecieron muchas contradicciones…
Sí, pero soy muy impulsiva y apasionada. Y además soy una persona que ejecuta y a la que le gustan los retos. Es que si a mí me dicen que algo es imposible, más quiero hacerlo. Me acuerdo de que a los 14 años vi al Circo del Sol y me dije “yo quiero estar ahí”. Todos se reían de mí. Pero mira lo que pasa, justo cuando estoy armando el piloto de la asociación D1, me llaman del Circo del Sol para audicionar. Fui, pero no con la finalidad de que me tomaran, sino para presentarle el piloto que ya estaba trabajando en Perú y que ellos lo adoptaran. Luego de tres días de audiciones me toman.
¿Llegaste a ser parte del Circo del Sol?
No. Cuando yo pospongo mi contrato de Irlanda y les digo que vuelvo en tres meses, no en uno, y lo aceptan, pensé que tenía tiempo suficiente para armar ese piloto con los chicos. Yo ya andaba metida en Ventanilla, pero las cosas se me ponen más difíciles. Me llamaron del Circo del Sol, donde siempre soñé estar y me dan un contrato. Nunca les contesté porque me regresé a Lima.
Si miras tu vida en retrospectiva ¿te hubiera gustado hacer las cosas de otra manera?
Lo he pensado mil veces. Cuando miro ballet lloro, mi corazón llora. Intentar hacer algo así con mi cuerpo ahora me cuesta mucho, tengo 41 años y hace 11 años fue la última vez que me subí a un escenario como primera bailarina. Pero saber que Jorge Chafloque, a quien conocí en Grau haciendo acrobacias, hoy es un gestor cultural; o que Luis Carrera, ‘B-boy Dosu’, al que conocí a los 13 años también haciendo acrobacias frente a un semáforo, es ahora un graduado de la universidad de Penssylvania y jurado de Pura Calle, digo wow. Lo que ellos lograron no fue de gratis, sino en base a mucho esfuerzo y dedicación. Fueron parte de la primera promoción de la escuela D1.
¿Cómo conseguiste que estos chicos crean en ti?
Ellos confiaron en mí porque renuncié a algo grande. Mi sacrificio hizo que me crean. Porque en este país se ha perdido la confianza y sin un sacrificio o algo potente no te van a creer. Promesas no cumplidas o mentiras eran lo único que habían recibido.
Pero la realidad que encontraste no fue la mejor.
Los chicos de Ventanilla en ese momento se vestían como gringos, creían que todo lo que venía de afuera era mejor. Entonces me dije usemos eso para acercarnos, para que les sea familiar. Y si ya estaban en la calle qué mejor que el hip hop, que además ha hecho toda una revolución desde los barrios más bravos de Nueva York. En realidad, lo que hicimos fue generar identidad, sentido de pertenencia. ¿Cómo haces para que estos chicos quieran lo suyo si cuando les preguntas si sus familias hablan quechua les da vergüenza? Trajimos conocimiento y al mejor profesor, financiado por escuelas privadas que en ese momento, hace 15 años, no había. Yo me jacto al decir que mi mayor competencia son los líderes que han salido de D1. Hemos generado una industria de la danza que no existía en Perú, y también una moda en fusión con el street y el peruvian style. Eso es algo que nosotros estamos sacando constantemente hacia afuera, nuestra marinera, el huaylas, pero adaptado a los géneros de calle. Es hacer algo nuevo que genere identidad y acerque a los jóvenes, que les parezca cool.
Has dicho en alguna oportunidad que más que bailarines la asociación que lideras forma personas…
Es que nosotros tenemos programas de formación integral y artística. Nuestro programa social bandera es el de formación integral que apunta a crear liderazgo en las zonas de alta vulnerabilidad para cambiar al Perú. Para que los líderes del mañana sean los líderes que necesitamos, de vocación, y no los que solo piensan en ganar más dinero. Tenemos muchos, pero necesitamos que salgan más y que estén comprometidos con sus comunidades. Por eso decimos que formamos ciudadanos de primera, usando el arte como herramienta para cambiar, pero buscando la excelencia técnica. Para que entiendan que el potencial está en ellos y tienen el poder y la capacidad de ser quienes ellos quieran ser. D1 se ha convertido en una institución que ha gestado una metodología propia y que hoy día la estamos trasladando a la escuela pública a través del programa Revelarte, con un modelo sostenible que genera fondos y empleabilidad.
¿En medio de la pandemia, se te cruzó la idea de posponer Pura Calle?
Definitivamente. Nosotros tenemos apoyo de tres organizaciones, Repsol, Mall Plaza y Plaza Vea, pero el 85% de fondos viene de las escuelas que se cerraron y siguen así. Pura Calle es un festival que no genera fondos porque todo lo que se ofrece es gratuito, pero llevarlo a cabo resulta muy costoso e involucra retos muy grandes.
Entonces, ¿cómo hicieron para que el festival no pare?
Para empezar el incentivo por parte del Ministerio de Cultura ha sido muy grande. Nosotros postulamos a los fondos de incentivo para festivales con más de cinco años. Tenemos un compromiso con los adolescentes y la juventud, que son los más desesperados en medio del aislamiento. Además, este año nosotros queríamos hablar de empatía. Pero primero hay que asumir que tenemos responsabilidad como seres humanos con lo que está pasando en nuestro planeta. El COVID-19 es una respuesta a una sumatoria de nuestras acciones y nos está recordando que debemos unirnos como comunidad, la importancia de la empatía, de conectar contigo mismo y estar bien porque de lo contrario es difícil sobrevivir. Nos fuerza a ser adaptables, a encontrar tus fortalezas para salir adelante. Me siento supersatisfecha de ver cómo todos los líderes de D1 están bien, a pesar de venir de lugares y situaciones de mucha vulnerabilidad, porque han puesto en marcha su ingenio en el arte y cultura. Hay que dejar de quejarse y decir que el gobierno no ayuda cuando la pregunta es ¿qué estoy haciendo yo? Por eso la intención de este Pura Calle es incentivar a los chicos a batallar por algo, por un propósito.
El arte urbano en general aún tiene un estigma negativo en nuestra sociedad. ¿Crees que esto pueda cambiar pronto?
Creo que desde D1 el hip hop, el street, ha contribuido a transformar la vida de muchísimos niños y de jóvenes. Es más bien lo contrario a lo que algunos piensan. Tenemos premios muy atractivos para que las personas tengan curiosidad y entren a ver de qué se trata. Alianzas poderosas como la que tenemos con la Embajada de Francia nos ha otorgado dos residencias a ese país, o el British Council, gracias a lo que podemos contar con grandes artistas ingleses. Si entran a una batalla, van a saber que los chicos utilizan un léxico interesante, versan con él y tienen herramientas. Mientras más ves te das cuenta de que es algo positivo que impulsa la creatividad y tenacidad en tus hijos. Ha pasado algo en el caso del Street. Si te das cuenta no estoy diciendo urbano, porque en Estados Unidos hay toda una controversia con el término urban, que ha sido tomado como muy discriminatorio.
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¿Cuál es tu balance en estos 15 años con la Asociación Cultural D1? ¿A cuántos niños y adolescentes les han cambiado la vida?
Con Revelarte ha aumentado bastante. Ya estamos casi por los 12 mil. Hemos llegado a 4 mil adolescentes de manera directa en 30 escuelas públicas en co-docencia con los agentes de arte y cultura. Lo que buscamos es que nuestra metodología se convierta en política pública y seguir apostando por la innovación social en nuestro país. También queremos que esta metodología se exporte al mundo.
¿Eres pariente de Natalia Málaga?
Somos primas lejanas, prima tercera. La quiero un montón, pero no nos vemos mucho.
Ella es una mujer de carácter fuerte y de retos. ¿Ha influenciado de alguna forma sobre ti?
Creo que ha influenciado en muchos peruanos. El hecho de que seamos parientes lo hace más profundo, pero en realidad mi influencia mayor han sido mis padres. Mi padre ha competido en las Olimpiadas de Roma y siempre ha sido un empresario correcto y de muchos retos. Al igual que mis tres hermanos mayores y mi madre. Vengo de un contexto familiar donde cada integrante se exige mucho y buscan el desarrollo del país. Por otro lado está Lucy Telge y mi maestro ruso Mihail Kuharev, ellos han sido mis modelos. Por eso creo que si queremos cambiar las cosas debemos apostar por los verdaderos liderazgos, potentes y qué mejor que el arte para empoderar estos liderazgos.
¿Qué es lo que se viene para D1 próximamente?
Este año se cayó nuestra presentación en el Sanders Ground, en Estados Unidos, con el espectáculo fusión que presentamos el año pasado en Londres que se llama “Imagen Perú”. El espectáculo ya estaba contratado, cerrado, pagado para el 3 de mayo que empezaba nuestra temporada. Yo nunca pude bailar ahí y era una espina que me iba a sacar con D1. Tenemos retos desde lo social y lo netamente artístico, esos dos objetivos los tengo muy claros.
Otro reto podría hacer que Pura Calle sea tan conocido en Perú como lo es en el exterior.
Olvídate. En el extranjero es mucho más conocido. Es tan raro que le den más peso afuera que adentro.
Es, en realidad, la eterna paradoja peruana.
Sí, total. En Finlandia yo decía que era peruana y me mencionaban Pura Calle. Es increíble. Ahora, de rogarle a gente de otros países hemos pasado a que sean ellos los que nos llamen para ser parte del festival.
Dato
El evento puede verse en el canal You Tube Pura Calle Oficial desde el 2 de noviembre a las 10 a.m. al 8 de diciembre.
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