Pese a que hay una distancia de décadas entre ambas, se pueden establecer puntos de encuentro entre dos contextos políticos que atraviesa Chile.
Desde inicios de los setenta, la dictadura de Pinochet provocó una serie de respuestas en contra por parte de la ciudadanía. El exilio político se convirtió en una constante, pero también las voces de protesta. El arte fue un capo que no estuvo ajeno a ello, y desde diferentes manifestaciones se hizo presente una postura que criticó los excesos de un régimen autoritario.
Uno de los colectivos que se mantuvo al frente de esta lucha fue Yeguas del Apocalipsis, compuesto por Pedro Lemebel y Francisco Casas. A través de una serie de intervenciones artísticas en diferentes ciudades de Chile se consolidaron como una oposición que protestó por los derechos civiles de hombres y mujeres.
A manera de homenaje, la fundación Proa 21 ha organizado en Buenos Aires la exposición “Yeguas del Apocalipsis”, que reúne fotografías, instalaciones, videos, entre otros materiales de archivo, que conmemoran la obra del colectivo artístico. Además, cuenta con la colaboración de cinco artistas, entre los que se encuentran los peruanos Sonia Cunliffe y Julio Urbina.
—Una estrecha amistad—
Sonia Cunliffe mantiene un vínculo con Francisco Casas y colaboró con él en la performance “Ciao Bella”. En el 2014 se conocieron en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima y, desde entonces, un respeto mutuo cultivó una gran amistad. “Cuando estudiaba fotografía en Brasil, me interesó la historia de este arte en Latinoamérica. Estudié al colectivo y la foto “Las dos Fridas” es algo que caló en mí. Un día en Lima lo vi en una feria y le dije: ‘Tú eres igual al de Yeguas del Apocalipsis’. Y en efecto, me respondió que era él y ahí comenzó todo. Incluso este año él publicó la novela ‘La noche boca abajo’ y me la dedicó. Su proceso de escritura de esa obra me fue muy cercano. Él me iba contando cómo lo estaba construyendo”, reveló.
En “Ciao Bella”, Francisco Casas se deja envolver desnudo sobre una bandera comunista con decorados LGTB. Sobre el proceso de creativo, Cunliffe detalló que en una performance debe existir un compromiso y un entendimiento entre los involucrados. “El fotógrafo tiene que estar en sintonía. Hicimos todo juntos, desde el concepto hasta armar la bandera. Tú te debes sentar con el artista, ya que una performance no es como una foto normal. Hay que conversar mucho y entender el proceso detrás. Comprender qué es lo que desea transmitir es importante para saber qué cosa vas a registrar con la cámara. No tiene que ver tanto la luz o el color. Debes tener la esencia y el espíritu del artista contigo. Cuando me propuso trabajar juntos, me gustó mucho porque iba con mi naturaleza de crear cosas diferentes”, explicó.