Liam Neeson ha prestado su sobrio estilo de actuación para construir la imagen más reconocible del padre de familia convertido en héroe de acción. Entre James Stewart y John Wayne, Neeson tiene la altura que da autoridad, y el rostro y la voz apocada, aunque llena de carácter, del sufrido hombre de clase media, ese que tendrá que probarse ante la situación más desesperada. En Neeson, como tiene que ser para la ficción de Hollywood, se hace reconocible el símbolo de resistencia moral ante cualquier desgracia –véase si no su saga taquillera de padre al rescate de sus hijas que inició con “Taken” (2008).
El realizador Jaume Collet-Serra es el artífice, en gran medida, del éxito de Neeson como héroe de acción. Eso se debió a “Desconocido” (2011), inspirada ópera hitchcockiana en la que el actor irlandés trata de recuperar su identidad robada por un grupo criminal tras un accidente en Europa. La amistad entre Neeson y Collet-Serra siguió dando frutos con “Sin escalas” (2014) y “Run All Night” (2015), filmes que renuevan a Hitchcock con una dosis más alta de adrenalina, y con el uso del suspenso en renovadas formas gracias a los dispositivos de comunicación de nuestra era.
Esta vez, en “El pasajero”, Collet-Serra no filma enteramente en el interior de un avión comercial, como lo hizo en “Sin escalas”, sino en el interior de un tren de cercanías: en una época de carencias para la clase media, el Sr. McCauley (Liam Neeson) es echado de su trabajo de vendedor de seguros, sin mayores explicaciones. Luego se encuentra, ya en el viaje que hace diariamente a casa, con una bella mujer (Vera Farmiga), quien le plantea un reto: si él se atreve a coger un monto de dinero escondido en el baño del tren, deberá hallar a una persona que no suele abordar el expreso, y seguir las indicaciones que se le hagan.
El realizador español aprovecha la multiplicación de puntos de vista que proporcionan los pasajeros. Como Hitchcock, construye tipos reconocibles de personajes cotidianos –el joven pedante de Wall Street, la adolescente rebelde de look excéntrico, la inmigrante de la clase obrera, el anciano jubilado, el fornido hombre de mirada severa–, para crear una interrogación sobre cada uno en función del célebre “whodunit” (¿quién lo ha hecho?), el cual fue utilizado tanto por el director de “La dama desaparece”.
Han regresado los filmes de misterio en el interior de trenes. Es una forma de probar que el poder de la mirada, en espacios reducidos, es más sugestivo y emocionante que la pirotecnia efectista y sobrecargada de los superhéroes. Hace poco se estrenó una película, bastante ambiciosa aunque fallida, dirigida por Kenneth Branagh: “Asesinato en el Expreso Oriente”. “El pasajero”, por el contrario, rehúye la pretenciosidad. Es más bien un mecanismo fílmico preciso como un reloj, y puramente visual, donde las palabras y sonidos sirven para gatillar imágenes siempre amenazantes y quiméricas.
Y junto a esa incertidumbre de las imágenes está el desgaste de un hombre atormentado por sus límites morales, siempre entre la amenaza hacia su familia y la necesidad de desbaratar el plan que se ha cernido sobre él como en una pesadilla kafkiana, donde las autoridades juegan un papel ambiguo. Es sabido que el cine de género –acción, thriller, comedia romántica, etc.– no suele contar con el favor de la crítica. En su momento, el mismo Hitchcock, entre muchos otros, fue calificado solo como un director frívolo. Considero que, salvando las distancias, es probable que pase lo mismo con Collet-Serra, fino artesano que nunca decepciona y que suele triunfar allí donde otros fracasan.
Título original: “The Commuter”.
Género: thriller, acción, drama.
País y año: EE.UU., 2017.
Director: Jaume Collet-Serra.
Actores: Liam Neeson, Vera Farmiga, Patrick Wilson, Sam Neil.
Calificación: 3/5