Tiene una larga trayectoria haciendo cine entre el Perú y Suecia, pero recién ahora, a sus 74 años, César Galindo empieza a obtener un reconocimiento que le fue postergado, y gracias a la película con la que siempre soñó. La conmovedora “Willaq Pirqa”, cinta que , por fin ha llegado a la cartelera peruana, con la expectativa de que la mayor cantidad posible de personas acuda a verla.

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Yo siempre he pensado que cada uno de nosotros tiene un numero de la lotería de la vida –afirma Galindo sobre esta chance que quizá algunos puedan considerar tardía–. Cada persona tiene un camino diferente. En Suecia yo solía decir ‘no soy un Spielberg, hago el cine que hago’. Y por eso mi camino ha sido diferente al de otros directores. El haber esperado todo estos años no es algo que me dé pena ni nada por el estilo. Solo disfruto lo que me toca. Alguna razón debe de haber”.

“Willaq Pirqa” cuenta la historia del pequeño Sistu (Víctor Acurio), un niño que descubre la magia del cine y que decide compartirlo con la gente de su pueblo, que tampoco conocían dicho arte ni por asomo. Una película sobre el amor por la imagen en movimiento y su capacidad para plasmar historias. Como el amor que siente el propio Galindo hacia su trabajo: “A mí lo que me interesa es hacer cine, como esos pintores que necesitan pintar todos los días, cualquier cosa que puedan pintar. Porque es una manera de vivir, de respirar, de prolongar tu vida”.

Tras su paso por el Festival de Lima PUCP, “Willaq Pirqa” se hizo de varios premios, incluido el de mejor película peruana. Se trata de una película emocionante, que cruza con naturalidad el drama y la comedia, gracias a la inocencia y pureza de su personaje protagónico. “La idea de la película es que fuera universal –explica Galindo–. Porque la risa y la tristeza son universales, son cosas que se entienden en cualquier idioma”.

Y es el idioma otro punto a destacar, pues se trata de una película filmada íntegramente en quechua, como se propuso el cineasta desde un inicio. “En la vida uno tiene muchas ambiciones y metas, y una de mis metas siempre fue reivindicar nuestro idioma . A mí no me interesaba hacer una cosa anecdótica, como una película a la que le metes 10 frases en quechua. Yo quería hacer una película 100% en quechua, esa era mi sueño”, cuenta el director, quien desde muy joven viajó a París para estudiar arquitectura (esa es su profesión), y que luego se enamoró y acabó asentándose en Suecia, aunque sin desligarse del Perú.

Lo que encontré en Suecia es que sí se puede hacer cine. Si construyes tus molinos de viento, si sueñas, lo puedes hacer. Y yo he hecho películas como ‘Tango de Estocolmo’ o ‘Estocolmanía’, pero ninguna me conmueve de la misma manera en que lo hace una de mis películas en el Perú. Porque la sueca es una sociedad donde ya todo está construido, donde todo funciona. En cambio en mi sociedad sí tengo la esperanza de que movamos algo”, advierte Galindo. Y en épocas turbulentas como las actuales para el Perú, una obra como “Willaq Pirqa” nos puede hablar justamente de eso: de cambio, de posibilidad, de esperanza. Imposible perdérsela.