Esta historia se inicia en la década de 1930, cuando Julio C. Tello empezó sus exploraciones en el valle de Nepeña, en la costa del departamento de Áncash. Ahí, debajo de capas aluviales, divisó unas plataformas decoradas con figuras de felinos que lo llevaron a desenterrar el templo de Cerro Blanco y, kilómetros más allá, el de Punkurí. Hallazgos que reforzaron su tesis sobre el origen Chavín de la cultura peruana. En 1938, convencido de la trascendencia de sus descubrimientos, Tello hizo construir una simulación de estas huacas en el patrio central del Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, una pieza hecha para que las generaciones futuras pudieran admirar los orígenes de nuestra peruanidad.
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