En sus 352 páginas la novela “Las vulnerabilidades” de Elvira Sastre (Segovia, 1992), autora superventas de España, presenta el encuentro de una supuesta escolar con el autoestima en ruinas con una escritora de vida más o menos encaminada. Si ambas mujeres se conocen es porque la primera fue abusada sexual y psicológicamente; la segunda, por su parte, dijo en redes sociales que le filtraron un video íntimo. En ambos casos, una expareja es responsable.
El tuit de la “revelación” no es ficticio. En 2020, la verdadera Elvira Sastre lo dijo en Twitter: “Fue divertido y experimental. Me doblaba la edad y le decía a todo que sí. Incluido grabarnos. […] Hace un par de semanas, me llegó uno de esos vídeos a través de una seguidora. Casi me da un ataque al verlo”, escribió. Diez minutos después, aclaró el asunto: su mensaje no era cierto, fue “parte de una campaña con la Agencia Española de Protección de Datos. Quiero crear conciencia sobre esto y es más efectivo hacerlo con mi imagen”, dijo entonces.
Hace unos años mantuve varios encuentros de carácter sexual con una persona con la que tenía cierta confianza. Fue divertido y experimental. Me doblaba la edad y le decía a todo que sí. Incluido grabarnos. Pasado el tiempo, perdimos el contacto y no he vuelto a saber más de ella.
— elvira sastre sanz (@elvirasastre) February 3, 2020
“Las vulnerabilidades” (Seix Barral, 2024) desarrolla que a raíz de esa experiencia Elvira (protagonista y autora comparten el nombre) recibió testimonios de varias mujeres que sí fueron víctimas de “revenge porn”. Una de ellas es Sara, adolescente frágil, que a duras penas puede enfrentar el bullying por la difusión no autorizada de su propio “sex tape”.
“Hay todo un proceso de construcción de esa historia porque tiene partes de mi vida real, tiene partes de ficción, hay como una mezcla de elementos y surge a partir de esa idea principal”, contó Sastre a El Comercio en su breve visita a Lima, en entrevista pactada con dos meses de anticipación, como se esperaría de una escritora de su calibre (miles de seguidores en redes, miles de ejemplares vendidos). Minutos antes de la conversación, pidió que el reportero gráfico, ya listo para hacer su trabajo, no le tome fotos.
Sastre no dirá si Sara es una persona real, eso se lo guarda. Comprende, sí, el interés por este dato. “Entiendo la intriga, pero la intención está en otro sitio. A mí me gusta que la gente cuando lea mis libros los haga suyos y les haga cuestionarse cosas de ellos mismos y les alumbre algunas partes de su vida si tienen la voluntad y que no salga la gente indiferente, que también es algo que pasa un poco con la poesía”, mencionó la autora, que apenas la noche previa a la conversación había aterrizado en el país. Hablamos un viernes, horas antes de conocer a sus fans en una firma de autógrafos.
El éxito de Sastre empezó antes de publicar un libro; sus poemas fueron bien recibidos en internet, que fue su primera plataforma. ¿Por qué a la gente le gusta tanto? “No lo tengo claro”, dice Sastre. “Yo creo que parte un poco todo de la magia de la poesía, de lo que es el género. De que al final es todo un mundo emocional y la gente conecta con eso, porque también estamos como ávidos un poco de tener conexiones entre nosotros”. Pero no solo cosechó triunfos en verso; en 2019, ganó el Premio Biblioteca Breve por su primera novela, “Días sin ti”, una historia enteramente ficticia.
Su nueva novela tiene elementos reales, pero Sastre pone distancia con su versión de papel. No le fue complicado desligarse. “Creo que todo el que escribe deja cosas suyas, igual que en la poesía”, dijo. Ciertamente la novela está cargada de su esencia; frases que se prestan a compartirse en redes, oraciones que podrían ser poemas incluso sin contexto. No importa si te gusta o no, tiene sus lectores. Y ante ellos se revela.
La entrevista
―Han pasado once años desde que publicaste tu primer poemario. ¿Por qué crees que tu obra conectó tanto con la gente?
Bueno, no lo tengo claro. Creo que eso la gente sabrá seguro muchísimo mejor decir el por qué, pero yo creo que parte un poco todo de la magia de la poesía, de lo que es el género. De que al final es todo un mundo emocional y la gente conecta con eso, porque también estamos como ávidos un poco de tener conexiones entre nosotros. Así que yo creo que tiene que ver con eso.
―Estaba leyendo tus poemarios y noté algo: que tanto tu narrativa como tus versos tienen oraciones que se prestan a ser compartidas fácilmente en redes. Y me imagino claramente la gente compartiéndolas, así que tal vez sea eso, ¿cierto?
Bueno, no lo sé. No escribo pensando en que sean frases que se puedan compartir. O sea, la poesía en sí al final es un género más encapsulado, ¿no? Entonces un poema es fácil de compartir en redes, pero bueno, también lo es la letra de una canción, no lo sé, o cualquier frase bonita que exista. Pero por supuesto la poesía encierra toda esa belleza y esa concreción que hace que quizá sea fácil dedicarlo también a la gente.
― ¿Y tú escribes poesía en cualquier momento o tienes que sentarte específicamente para eso?
No la fuerzo nunca. O sea cuando aparece, aparece, y entonces ahí es cuando la escribo y dejo que salga. Obvio, alguna vez te aparece en momentos en los que no puedes sentarte a escribirla. Entonces, pues, me apunto algo, digo algo en una nota de voz o escribo algunas palabras o lo que sea para no perder la idea.
―Ahora estás con esta gira de poesía y música. Puedo suponer que cuando estás frente a los lectores, cuando estás en contacto con ellos, sientes algo distinto a cuando simplemente estás frente a una computadora.
Sí, son momentos diferentes. O sea, el acto de la escritura es algo puramente individual, que estoy yo sola y conmigo misma y el proceso es diferente, y ya el acto de compartirlo con la gente no tiene tanto que ver con la escritura porque eso ya está escrito, sino con un acto como de verbalizarlo, de soltarlo fuera, de dejar que sea de otros y de compartir. Es un acto más colectivo, es muy distinto.
― ¿Y qué es lo que te dicen tus seguidores cuando te conocen en persona?
Pues de todo. Mis lectores y mis lectoras, más que seguidores, son gente muy amable. Y muchas veces pues me comparten cosas de su vida, cómo les ha ayudado la poesía o algún poema que yo he escrito o no sé, siempre hay como un afán de compartir y de agradecer también, que es algo muy bonito.
―”Las vulnerabilidades” es tu novela más reciente. Partió de esa publicación que hiciste en redes para crear conciencia sobre la difusión de videos íntimos sin consentimiento. ¿Cómo pasas de esa experiencia a esta novela?
Hay todo un proceso de construcción de esa historia porque tiene partes de mi vida real, tiene partes de ficción, hay como una mezcla de elementos y surge a partir de esa idea principal y digamos que es un poco como el contexto de la historia, porque luego hay como otra trama, también para mí por lo menos principal, que transcurre de manera paralela, que es todo este mundo del interior de las personas, de esas zonas grises, de esas partes que no compartimos tanto y que presuponemos siempre buenas, que prejuzgamos buenas o malas en la gente, y al final es como darte cuenta de que cada uno tenemos como un mundo interno dentro que no es ni perfecto ni lo más oscuro del universo. Me apetecía un poco como explorar esas partes más vulnerables.
Secreto profesional
― ¿Sara es real?
Eso me lo guardo [risas].
― ¿Y el no querer decir que Sara es real siempre lo tenías claro? El querer mantener el misterio. ¿O fue ya al terminar la obra?
Son cosas, como te decía antes, tiene partes ficcionadas y partes que no, pero al final la intención de la obra no es tanto el saber qué es verdad, qué no es verdad; entiendo la intriga, pero la intención está en otro sitio. A mí me gusta que la gente cuando lea mis libros los haga suyos y les haga cuestionarse cosas de ellos mismos y les alumbre algunas partes de su vida si tienen la voluntad y que no salga la gente indiferente, que también es algo que pasa un poco con la poesía. Pero cada uno con lo suyo.
―La novela tiene un ida y vuelta entre la Elvira protagonista y Sara, que se presenta como una víctima que se presenta como una adolescente. Hay mensajes de apoyo entre estos dos personajes; una llora, la otra la escucha y la aconseja. ¿Siempre estuvo en tu plan desarrollar este ida y vuelta?
¿Entre las dos? Sí, me interesaba mucho como hacer ese camino paralelo, porque de alguna manera, partiendo en posiciones diferentes, pero en algún momento del libro como que estas posiciones se entrelazan y acaba una estando mejor y la otra peor, al revés de cómo habían empezado. Entonces de ahí lo que te decía antes, de explorar un poco todo eso, y también de hacerse esas preguntas y el preguntar el por qué. El personaje de Elvira cuando Sara se empieza a encontrar mejor, de repente ya se encuentra mal y se pregunta pero por qué, y se da cuenta de que hay ahí también como una reflexión sobre las identidades, sobre el decir “bueno, si te he ayudado y esa ha sido mi gran gesta y tú ya estás mejor, entonces yo ahora qué hago, quién soy y a qué me voy a dedicar o dónde voy a poner todos mis esfuerzos. Entonces ahí hay como esa caída y me interesaba mucho explorar toda esa parte.
―Este ida y vuelta bien marcado está básicamente en las primeras 200 páginas de la novela. ¿No se te pasó un poco la mano tal vez al tener este ida y vuelta tan extenso?
Bueno, hay como una intención también de crear un ambiente de alguna manera como de agobio, circular. O sea, es una novela que una vez que te metes hay un momento en el que dices “pero he pasado por esto otras veces”. Es una novela que tiene muy poca acción, realmente. O sea todo lo que tiene, esa ida y vuelta de la que tú hablas, pero que forma parte un poco del ambiente digamos de falta de oxígeno que necesita la novela para que pase y necesita la historia para que tenga un sentido. Como esa sensación todo el rato de estar teniendo casi que las mismas conversaciones y ver que no hay cambios y como que todo eso forma parte del ambiente y de la historia. Es como si fuera un personaje más.
―Aunque un poco que sacrifica el ritmo, tal vez. ¿Cierto?
Sí, porque al final el ritmo en una novela al uso, un thriller, es mucho más lineal. Es con introducción, nudo, desenlace; y aquí es como que no hay tampoco ni siquiera un desenlace, ni un nudo. No hay un drama específico que haya que resolver, y se me parece más a la vida al final que a las novelas en ese sentido, porque la vida muchas veces es así. Y tenemos como la intención a veces de, con grandes historias, la necesidad de poner puntos finales o de darle sentido y hay veces que las cosas no tienen sentido y son circulares.
―La Elvira que aparece en esta novela es un personaje bastante paternalista, incluso condescendiente y por momentos tiene complejo de salvadora. ¿Eres así en la vida real?
No [risas]. No tiene nada que ver conmigo.
―Pero debe haber algo de ti, ¿cierto?
Bueno, hay cosas, hay cosas. Pero como te decía antes, lo importante para mí, y lo que cuenta el libro, aunque lleve mi nombre y aunque tenga cosas mías, es el personaje.
― ¿Y fue difícil desligarte de este personaje que se llama como tú pero no es como tú?
No. Bueno, forma un poco todo parte de la escritura. No se trata tanto de estar ligado a ese personaje o no. O sea creo que todo el que escribe deja cosas suyas, igual que en la poesía. O sea, al final la poesía también es súper íntimo y es algo que también es mío, pero es curioso porque como que con eso no genera tanto interés y si casi que con esto más [risas]. Pero es el personaje y el personaje es lo que importa.
―Hay autores que han escrito desde el punto de vista de la víctima. Me llega a la mente “En la casa de los sueños”, de Carmen María Machado. ¿En algún momento consideraste escribir esta novela desde el punto de vista de Sara, la víctima?
Sería otra historia, creo. Se podría escribir otro libro, sería diferente. Sí que es algo que me interesa; de hecho, en su momento también me interesó como poder explorar un personaje protagonista desde el punto de vista de un maltratador o de una maltratadora, pero quién sabe. Quizá en un futuro. Es también una gesta complicada.
―Cuando hiciste esa publicación en redes sociales, del supuesto video filtrado que al final no fue, hubo bastantes críticas. Viendo esa experiencia en retrospectiva, ¿Fue un error hacerlo?
No, para nada, para nada. Porque a veces por desgracia en este mundo que es tan machista y tan sexista, y pasan cosas tan terribles, muchas veces mujeres tienen que poner su nombre y su cuerpo para conseguir cambios y para conseguir cosas, y yo creo que el sistema hay que cambiarlo, por supuesto, pero en el presente hay que jugar, digamos, con las reglas que alguien te da, y es como funciona, y en ese momento yo sabía que iba a funcionar mejor si yo ponía mi nombre y mi cuerpo, porque iba a generar el objetivo que era el que queríamos, que era que las mujeres se enterasen de que se podía hacer eso [denunciar la filtración a la AEPD, que ayuda en la retirada de los videos de internet] y si no lo hubiera puesto de esa manera no se habrían enterado. Entonces viendo todos los mensajes, cientos mensajes de mujeres que recibí un lapso de 10 minutos, que fue lo que duró, no me parece un error en absoluto. A veces hay que poner un poco en peligro tu imagen para conseguir más cosas.
―Te lo comentaba porque, o sea, lo pusiste y estabas en una posición bastante cómoda. ¿Cierto?
Bueno, cómoda no [risas].
― ¿Por qué no?
Porque nunca es cómodo exponerse así ¿no? Y enfrentarse a lo que te pueda pasar haciendo eso.
―Ya, pero al final del día pues no te pasó eso [la filtración]. Y mi pregunta es si es que no sentiste al menos dudas de si lo que estabas haciendo estaba bien o estaba mal.
No, dudas no. Quizá no calibre el impacto que podía tener; no sabía que iban a salir medios haciendo eco sin contrastar, sin llamar, sin preguntar. Ya te digo que fueron 10 minutos, literal, y pensaba que no iba a tener como tanto impacto, que a la gente le pareciera eso como tan importante como para hacer noticias de eso con cierta inquina. Pero no, o sea fue como un rato antes, de repente se me ocurrió, dije “creo que sí hago esto de esta manera, puede llegar a más gente, porque va a generar más interés”. Fue eso.
―La Elvira de la novela menciona que sufrió maltrato por una expareja. ¿Te pasó esto también a ti, a la Elvira de la vida real?
Eso no te lo voy a decir [risas].
―Entonces, ¿consideras en algún momento sí contar algo más cercano a tu vida real?
No tanto de mi vida, pero sí creo que es importante, y me parece que sería importante que apareciera en literatura… justo tú has mencionado ese libro increíble, “En la casa de los sueños”, que se hablará más del maltrato en las parejas homosexuales y de parejas entre mujeres y entre hombres también, porque existe y creo que sería interesante llevarlo a la ficción. Y sacar a lo mejor un poco las historias LGTBI, que siempre son como un poco… cumplen los mismos patrones, de que hay mucho drama, pero hay mucho amor siempre, y hay como todo un tema, que eso está muy bien que esté y que se represente y lo tenemos todos a la vista, pero como incidir un poco más allá; igual que en las relaciones heterosexuales hay como todo un complejo emocional muchísimo más grande, pues también estaría bien que estuviera representada esa realidad.
"Las vulnerabilidades" de Elvira Sastre está disponible en librerías de todo el Perú y en formato e-book.