Su primer pensamiento fue “No tendré amigos”, confesó. Son las siete de la mañana y el teléfono no para de sonar. La poeta Louise Glück se siente sobrepasada por las circunstancias, pero se sienta a conversar dos minutos por teléfono con Adam Smith, director científico de Nobel Media. Siente que le tiemblan las manos que sujetan su café. Ironiza sobre lo que sentirán sus amigos, la mayoría escritores. “Pero sobre todo”, continúa, “me preocupa la preservación de la vida diaria, de las personas que amo”, responde las preguntas del representante de la academia Sueca desde su casa en Cambridge, Massachusetts.
Por cierto, este año se extrañaron las aglomeraciones de los medios en el palacete de la Academia en el centro histórico de Estocolmo. En las fotos puede verse las rigurosas medidas de bio seguridad. Frente a la puerta donde tradicionalmente se hace el anuncio anual, esta vez un corralito blanco de metal separa al secretario permanente Mats Malm de los periodistas acreditados, sentados cada uno en largas butacas, manteniendo la distancia uno del otro. A la 1 de la tarde en punto, hora sueca, Malm anunció que el Premio Nobel de Literatura del año 2020 recaía en Louise Glück (Nueva York, 1943), “por su inconfundible voz poética que con austera belleza universaliza la existencia individual”.
En esas primeras declaraciones recogidas por Adam Smith, la escritora señaló que era un gran honor haber sido elegida por la academia. “Por supuesto, hay destinatarios que no admiro, pero luego pienso en los que sí, y algunos muy recientes”, advirtió. Y luego comentó, informalmente, los primeros planes imaginados con los diez millones de coronas suecas del premio (un millón de dólares): “Creo que, prácticamente, quería comprar otra casa, una casa en Vermont. Vivo en un condominio en Cambridge, y pensé 'bueno, puedo permitirme comprar una casa ahora”.
Según confesó Glück, los primeros minutos después del anuncio oficial del premio han sido perturbadores. “Aquí son las 7 de la mañana, y el teléfono suena todo el tiempo. Está sonando ahora, chirriando en mi oído”, confiesa.
Nacida en Nueva York, Glück creció en Long Island. Ganó el premio Pulitzer de poesía en 1993 por ‘El iris salvaje’, justamente el primer libro traducido al español por el desaparecido poeta peruano Eduardo Chirinos en 2006. El íntegro de sus libros publicados en nuestra lengua forman parte del catálogo de la prestigiosa editorial española Pre-Textos, siendo su último lanzamiento ‘Una vida de pueblo’, en bibliotecas españolas desde el marzo último. En palabras de su editor, el valenciano Manuel Borrás, la poesía de la escritora laureada es “la reivindicación o exaltación de una vida sencilla, natural, la recuperación del sosiego en comunidades pequeñas”, señaló al diario catalán “La Vanguardia”.
Preguntada si recomendaría un libro suyo para los lectores que no conocen su obra, la poeta neoyorquina confesó que le resulta difícil hacerlo, “pues todos mis libros son muy diferentes unos de otros”, señala. “Me gusta mi trabajo reciente. Yo diría que ‘Averno’ sería un título para comenzar, o mi último libro ‘Faithful and Virtuous Night’”, añadió.
Por cierto, la pandemia no ha cambiado solo el protocolo de la Academia en el anuncio del premio. Este año, la Fundación Nobel se vio obligada a cancelar su tradicional entrega de diplomas y medallas del 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel, en Estocolmo. Esta vez, cada galardonado recibirá su diploma y medalla en su país de residencia, en una serie de actos que una reducida audiencia podrá seguir en vídeo desde el ayuntamiento de Estocolmo.
Sorpresiva, pero muy justificada
Cristina Fuentes, directora del Hay Festival, comentó a El Comercio que si bien la decisión de la Academia Sueca resultaba sorpresiva, (en poesía en lengua inglesa la favorita era Anne Carson, dice), se trata de una muy buena decisión. “Louise Glück está muy bien publicada en español por el sello Pre-Textos. Sin duda, este galardón le dará el público amplio que se merece. Su poesía es directa, sin adornos, vinculada al mundo de la memoria, de los mitos o su imaginario personal. Estaremos encantados de contar con ella en futuros Hay Festivales”, señaló.
En efecto, como señala el editor Manuel Borrás, el premio resulta totalmente inesperado. “Tú publicas, apuestas por un autor, absolutamente nadie te hace caso y le tienen que dar un premio Nobel para que le paren bola. Los premios son útiles cuando nos descubren a alguien tan bueno”, señaló a La Vanguardia el destacado editor. Borrás señaló que desde que la leyó por inducción de un amigo neoyorquino, se quedó “enamorado” de la poeta. “Igual ha vendido 200 ejemplares en el último año. Aplaudimos a autores de grandes grupos unánimemente pero son obras que olvidamos a los cuatro días. En la periferia estamos publicando libros importantes y es un disparate que no se tengan en cuenta”, comentó.
Para la escritora peruana radicada en Nueva York Claudia Salazar Jiménez, el premio para Glück resulta una maravillosa sorpresa. “Es maravillosamente inesperado y justamente merecido. Conocí su poesía hace algunos años y me enganchó su sencillez aparente. Y digo aparente, porque su lenguaje es muy medido, no parece crear grandes olas emotivas, produce cierta distancia, su estética penetra el lenguaje de una manera sutil. Sus versos se siembran en el alma como a la espera de germinar en algún brote de recuerdos, afectos, de resonancias íntimas”, señala.
La autora recuerda sus versos: “Y mi historia, de todos modos, no era única / aunque, como todo el mundo, yo tenía una historia, /un punto de vista./ Unas pocas palabras fueron todo lo que necesité: /nutrir, sostener, atacar”. “Es una poeta que hilvana palabras sencillas como si fueran la materia misma del universo. De eso se trata la poesía”, afirma.
La poeta peruana Mariela Dreyfus recuerda que Louise Glück estuvo incluida en la antología “Muestra de poesía norteamericana contemporánea” publicada por el Instituto Nacional de Cultura en 1987, en la que participó como traductora. Posteriormente, su obra fue traducida por el entrañable Eduardo Chirinos.
Justamente, fue en la edición de Pre-Textos de “El Iris Salvaje” que le permitió al editor y poeta Jerónimo Pimentel conocer la poesía de Louise Glück. “Ahí brillan todas las virtudes de Glück: cierta tensión entre reflexión cotidiana y resabios míticos, metáforas naturales con un intimismo que no teme confundirse con sueños y visiones, una cadencia suave, agradable, que despliega las palabras en busca de un tono más que de un efecto”, explica.
Como ejemplo, nos ofrece el poema “Vísperas”:
Finales de agosto. El calor/ acampa con su tienda/ sobre el jardín de John. Y algunas cosas/ tienen la osadía de empezar,/ racimos de tomates, azucenas/ tardías. Optimismo/ de grandes tallos, oro/ y plata imperial: ¿pero por qué/ empezar algo/ cuando se acerca el final? Los tomates/ no madurarán, las azucenas/ morirán con el invierno. ¿O/ acaso piensas/ que he pasado mucho tiempo/ mirando hacia delante, como/ una mujer vieja/ que se abriga en verano?,/ ¿estás diciendo/ que puedo florecer/ sin esperanza/ de durar? Ardor de una roja mejilla, gloria/ de la garganta abierta, blanca/ con manchas de carmín.
“Eduardo estaría tan contento que me parece estar viendo su sonrisa”, afirma Pimentel.
Reacción de autores locales
Para el escritor y crítico literario de El Comercio José Carlos Yrigoyen, el reconocimiento de Glück es un acierto de la Academia Sueca. “Premiar a Louise Glück es reconocer a una extraordinaria autora cuya poesía, esencialmente autobiográfica, resume con lucidez grave e implacable la dificultad del hombre contemporáneo para situarse con sosiego en el mundo. A la vez, se apoya en una tajante ironía dispuesta a ofrecer al lector un resquicio de esperanza en medio de la debacle cotidiana”, afirma.
Para Yrigoyen, la de Glück es una “poesía de la autopercepción”, que se sumerge en poderosas indagaciones sobre la sexualidad, la secreta complejidad de la infancia, los amores rotos y la necesidad de reconstruir los lazos humanos. Y lo hace a través de una memoria que regenera el pasado, cambiando las reglas de un presente donde nunca encajaremos del todo. “Por eso lo enfrenta aceptando la mediación del mito: Glück es Penélope enclaustrada en Ítaca dando su particular versión de los hechos o Eurídice recordándonos el duro destino en el que estamos inscritos. Si el pesimismo es una de las formas de la claudicación, los poemas de Glück, cargados de humor sutil y valentía intelectual, son el mejor antídoto contra esa latente derrota que diariamente nos acecha”, explica el poeta y crítico.
Para el escritor y diplomático Carlos Herrera, reconocido por utilizar la mitología griega como fuente de creación contemporánea, algunos de los principales poemas de Louise Glück son una muestra más de que los dioses, héroes y monstruos de la mitología griega siguen nutriendo nuestras artes, reflexiones y expresiones literarias a un grado del cual ninguna religión puede preciarse. “Quizás porque no hay nada más humano que ellos”, explica. “Uno puede identificarse con el Hades enamorado de Louise Glück; bastante menos con un Dios omnipotente y soberbio”, añade el autor de “El argonauta ciego”.
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