Ha sido el más joven integrante de una banda consagrada, el solista introspectivo, el líder rebelde, el compositor principal, el rockstar de lentes oscuros de mil noches en vela en los estudios, con salvajes incursiones en escenarios de todo Latinoamérica y más allá. Tras pasar por todas las facetas del rock –Abuelos de la Nada y Los Rodríguez incluidos- en una carrera que suma más de 40 años y 15 discos de estudio, hoy ha reinventado 15 de sus temas, envolviéndolos en seductoras capas de tango, bolero, flamenco o bossanova, con la complicidad de varios amigos y artistas admirados por él.
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El resultado de esta grabación, concretada antes del inicio de la pandemia, pero recién lanzada la última semana de mayo, es “Dios los cría”, una fantástica oportunidad que el genio de Calamaro ha tomado para transformar sus temas en cuadros con nueva vida, brillo y color.
“Bohemio es ser la sombra de encontrarle el sentido a las cosas/ Bohemio es un deseo de a destiempo, también es necesidad”, canta Andrés Calamaro al inicio de este disco. Instantes después, lo sigue una de las presencias más significativas de la música en nuestro idioma: “Bohemio y tu deseo de aferrarse a las espinas de las rosas, bohemio que prefiere que la noche lo acompañe a caminar”. Julio Iglesias inunda la noche perpetua de este disco cálido y reflexivo con su inmenso talento. En el camino de este álbum, digno de la soledad, una sala a media luz y una copa de vino, aparecen también acompañando a “El salmón” las voces de otros amigos y colegas suyos, como Vicentico (Tuyo siempre), Lila Downs (Estados Azteca), Alejandro Sanz (Flaca), Mon Laferte (Tantas veces), Carlos Vives (Algún lugar encontraré) o Raphael (Jugar con fuego), con quien logra un tango que conmueve y posee el alma.
En esta entrevista con El Comercio, el artista nos cuenta detalles de la grabación, de su vida cotidiana durante la pandemia, del dúo que anhela con Willie Nelson, de las giras que no extraña o de su escepticismo con lo que llama “progresismo impostado”. Fiel a su preferencia reciente, responde por escrito a nuestras interrogantes.
Andrés, tu último álbum en estudio fue “Cargar la suerte”, grabado en el 2018, antes de que el mundo cambie como producto de la pandemia. ¿Qué circunstancias han cambiado en estos meses en tu mundo personal? ¿Qué te llevó a grabar este disco de colaboraciones?
Grabamos “Dios los cría” anterior al año redondo, los daños veinte. Personalmente esta normalidad se ajusta bien a mi personalidad, la forma de ser. Grabamos este disco pero podría haber sido otro álbum distinto, uno entre cincuenta posibles, es lo normal para los músicos especialistas en el estudio. Los episodios acústicos empiezan con dos o tres ideas hace cinco o más años. De estos ademanes publicamos “Romaphonic sessions” y luego de unos meses salimos de gira con trío. “Dios los Cría” lo grabamos en un hiato en la gira Licencia Para Cantar. Las circunstancias claves han sido mis compañeros en las grabaciones, Carlos Narea, Germán Wiedemer y Ángel Martos.
En referencia a los cambios que ha tenido el mundo en este año y medio de pandemia, ¿cómo has sentido tú el impacto de un acontecimiento que se ha llevado tantas vidas y nos ha dejado tanta pena? Además de tu rutina, ¿ha trastocado tu ánimo, tus composiciones?
Me gusta esta forma de vida. No me he ocupado de seguir el día a día de la gripe. Cada región se ha empleado en diferentes protocolos con mayor o menor fortuna, otro tanto para distintas vacunas que aún no pueden comprarse en las farmacias. Soy de naturaleza desobediente y este escenario zombie distópico me induce a cierta mesura reflexiva. He escrito todo el año pasado, cada día, y me he encerrado para otras experiencias musicales que no con composiciones.
¿Cómo se hace una “digestión creativa” con lo que ocurre hoy? ¿Cómo transcurre el proceso creativo mientras afuera el mundo parece derrumbarse?
Si este realmente fuera el Apocalipsis no tendríamos internet ni electricidad. Nos han impuesto un control casi total de las actividades occidentales. Interrumpir una gira no ha sido un drama, tolero interrumpir el proceso creativo y vivir a secas. Pasados los primeros meses de cuarentena, volvimos a grabar música y videos con C Tangana, Zoe y Meme, Mikel Erentxun, Sonora Dinamita, Ilegales, León Gieco, Manolo García y Vicente Amigo, Alejandro y más cosas que están en marcha. El año pasado escribía un diario en verso criollo que quizás corrija u olvide. Este año estoy escribiendo y grabando cuando hace falta, ahora remando con el disco.
A veces decimos que la vida puede pasarse mejor sumergidos en la música, el cine o la literatura. ¿Cómo lo has hecho tú? ¿Has leído nuevos autores o has vuelto a las canciones de siempre? Culturalmente hablando, ¿qué has consumido?
La primera cuarentena concentrada la viví con cierto humor negro, ejerciendo de misántropo houllebequiano, el eje de mis consumos culturales junto a The Allman Brothers Band y el mate como infusión criolla de compañía. Tampoco me apuro para escribir la siguiente canción y escuchar canciones me aburre un poco, no puedo prestar atención a la letra y a la música al mismo tiempo. El cerebro del músico.
Una de las últimas veces que te entrevisté, prometiste besar el escenario que pisara Iggy Pop en Lima y lo cumpliste, justo antes de dar un gran concierto, frente a la calidez y la euforia de la gente. ¿Qué es lo que más extrañas de ese contacto cercano con el público? ¿Cómo se siente un artista sin conciertos? ¿Tienes expectativas para retomarlo pronto?
Me gusta estar sin giras. Una gira es la suma de las responsabilidades. Tampoco nací con condiciones naturales para el escenario y los viajes en avión. Sin giras me he aliviado bastante. Me quedé toreando la gira en silencio, pensando en ajustes al repertorio, dándole vueltas a las cosas, mejorando mentalmente mis partes. Me alegra un poco no haber terminado la gira del año pasado, porque puedo hacerla mejor cuando volvamos. O intentarlo. Never ending tour.
Es curioso que en una época en la que muchos evitamos el contacto con amigos o familiares por precaución, tú has tenido la posibilidad de vivir la solidaridad artística junto a los capos y capas que hacen este disco contigo. ¿Cómo fue el proceso de grabación de “Dios los cría”?
Lo grabamos años antes del eclipse de sanidad y protocolos. Evitar contactos ha sido voluntario en mi caso, no soy un adicto a la precaución ni al miedo. Soy sincero, el disco ya estaba grabado antes de escribir el primer verso de “Cargar la Suerte”.
Tengo que decirte que, para mí, es un disco hermoso. Tus temas han cobrado nueva vida, nueva textura, nueva profundidad, incluso, nueva poesía con las mismas letras. ¿Qué sientes que ha movido en ti o –por decirlo más “profundamente”- en tu alma “Dios los cría”?
No tengo alma (en tanto dudo de la existencia de tal cosa). Los grandes conceptos abstractos me resultan levemente ajenos. Musicalmente hablando, si a la música se le nota la ausencia del alma, se confirma cuando falta como cuando un vino se pica en vinagre y deja de ser vino. Me ha gustado escuchar los duetos terminados, algunos me han emocionado, sigo descubriendo detalles, sigo perplejo por la de artistas grandes que se han volcado a cantar estos versos. Anida en mi la gratitud y la amistad.
Para nosotros los periodistas, lograr encuentros con determinados artistas que se admiran pueden ser momentos inolvidables, como este ahora mismo. Tú eres un grande por tus propios méritos, pero supongo que igual de susceptible a la admiración por tus colegas. ¿Cómo ha sido para ti grabar junto a Julio Iglesias, Raphael o Milton Nascimento? ¿Qué es lo que con más aprecio guardas de aquellas experiencias?
Los cantantes vamos a las canciones como un soldado va a la guerra. Luego la música permanece y crece en emociones, como una planta. El suceso es escuchar a estos cantantes interpretando estos versos, en este caso estos y en otros casos, otros. Saber que Milton, Julio y Raphael cantaron nuestras canciones es algo que no voy a asimilar en una semana ni en más años. No lo asimilo y me parece bien, es lo más respetuoso y agradecido que pueda hacer, brindar mi incredulidad de la forma más humilde.
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¿Cuál fue el criterio de elección para los duetos? ¿Amistad, admiración, qué más hubo? ¿Quién hubieras deseado que esté y no se pudo concretar?
Un disco de quince combinaciones de cantantes no responde a un criterio arbitrario pero la dirección de Carlos Narea fue imprescindible y brillante. Me ha faltado Willie Nelson.
¿Tienes pensado que este sea un primer álbum de un proyecto de largo aliento que incluya otros duetos que no pudieron concretarse en esta oportunidad? ¿Podrías adelantarnos algunos nombres para un siguiente disco?
Lo que no puedo es anticipar un disco que no está grabado. Grabar un segundo disco similar no tiene demasiado sentido fuera de escuchar más cantantes buenos y … pensar en un nombre ingenioso para la secuela de -un disco que se llama- “Dios los Cría”.
Lila Downs, Julieta Venegas o Mon Laferte son las voces femeninas que te acompañan en este disco. Todas, artistas que representan la riqueza y amplitud de sus culturas y la reivindicación de derechos sociales. Además del natural intercambio artístico, ¿han tenido posibilidad de intercambiar ideas sobre estos temas?
La conciencia social de los cantantes me tiene sin cuidado, no somos intelectuales, ni ensayistas, ni peones de campo ni trabajadores humildes. Las cantantes son cantantes, no solo son mujeres. Estos son mis principios y Groucho Marx tiene otros. Sí, hay que blindar la dulzura de los folklores y la tolerancia entre ideas contrastadas no siempre idénticas.
Germán Wiedemer se ha convertido en un nombre fundamental en tu trayectoria en los últimos años. ¿Cómo ha mejorado o enriquecido tu sonido su participación?
Los detalles de Germán en el disco no son algo que cualquiera vaya a apreciar en una semana. Es un arreglo muy bueno para piano, contrabajo y percusiones, de detalles de cualidad musical y sensibilidad. Tiene sonsonete cubano habanero, tango, Bill Evans y más cosas. El trio enriquecido con trompeta y flamenco universal, es de alto contenido musical. Un disco para entendidos en el tiempo de los malos entendidos.
El tango, el bolero o el rock se han dado encuentro en tus últimos discos. Aunque puede decirse que siempre te han influenciado de una u otra manera, ¿significa que empezamos a ver a un Andrés más reposado, más reflexivo? Además de lo rítmico, ¿qué queda en ti y qué sientes que se proyecta hacia el futuro de tu trabajo?
“Dios los cría” no es el último disco que grabamos, ya que es anterior a “Cargar La Suerte”, no consiste (entonces) en un testamento musical ni pretende explicar mi presente vital explícito. Las de “Cargar La Suerte” son letras más recientes que cuajan en varios registros del pensamiento adulto no adolescente. Reposado es el tequila, la reflexión no consiste en condición no negociable, escribir versos es un misterio en el que me he perfeccionado un poco, no sé si (los versos) tengan vida propia fuera de la melodía pero es posible que cuajen y cundan en el tiempo. Testamento musical es El Salmón, el evangelio según Mel Gibson.
Otra de las cosas interesantes de “Dios los cría” es la selección de temas. Están “Bohemio”, “Para no olvidar”, “Estadio Azteca”, “Algún lugar encontraré”, “Engánchate conmigo”, “Pasemos a otro tema”… casi parece que los títulos elegidos, al leerlos correlativamente, nos sugieren un mensaje. ¿Es así? ¿Cuál fue el criterio para escogerlos?
Elegir las canciones por los títulos es una idea demasiado buena para ser mía. Sencillamente, he cuidado los nombres de las canciones, curtido en las frases cortas.
“Parte de mí, no cambió y a la vez, ya no soy el viejo Andrés, que no dormía jamás”, cantas en La mitad del amor que, aunque no es parte del disco, es una canción que identifica a muchos de tus seguidores y que retrata un momento de tu vida hace ya 14 años. Hoy, a poco más de dos meses de cumplir 60 años, ¿qué diferencias hay entre el “viejo” y el “nuevo” Andrés?
Soy nacido en 1961, la suma de los años que he vivido pronto serán sesenta. Claro, son más años de lo normal pero es tiempo cultural, una medida egipcia, un convenio occidental. Si fuera un perro estaría ladrando ajeno a los cumpleaños.
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Y esa cifra, 60, ¿cómo te cae? ¿Cómo la recibes? ¿En qué cosas crees que ya eres un sexagenario o en qué cosas nunca lo serás?
Mi madre ha cumplido cien años y mucha gente ha muerto demasiado joven, les ofendo si hago un drama cada vez que cumplo años, no sería decente. Seré todo lo estoico que pueda.
En este contexto, con todo lo que has logrado en tu carrera y en tu vida personal, ¿qué cosas tienes vehementes ganas de hacer y aún no has hecho?
No deseo nada con vehemencia incontrolable, prefiero moderar el afán y los anhelos. No aspiro a la felicidad ni a la riqueza. Tener más que lo indispensable ya es un lujo, apremia darse cuenta. Los únicos paraísos posibles son los paraísos perdidos. Más Borges.
Y en cuanto a la nostalgia, ¿qué cosas son las que más extrañas de la juventud? ¿Qué “errores” volverías a cometer o cuáles no?
No creo en la nostalgia, no me interesa mucho. No extraño. Instalarse en el pasado secuestra la vida un poco. Cambiaría algunas cosas, para refinar los objetivos importantes, grabaría de nuevo los discos para hacerlos mejores en una segunda hipotética oportunidad. Cualquiera o no quiera tropieza dos veces con la misma piedra.
En cuanto a esa nostalgia, muchos recordamos al Diego al oír Estadio Azteca, gracias a su mayor gesta futbolística. Pero esos somos los fans que lo vemos de lejos. ¿Cómo recuerdas tú a tu amigo? ¿Qué es lo más presente que tienes aún de Diego Armando Maradona?
Con estas cosas, callamos los hombres y que hablen las canciones.
¿Qué viene de inmediato para ti, en tu carrera y en tu vida?
Una gira en suspenso por tiempo indeterminado. El sonoro rugir del silencio y el tiempo estanco. Siempre exageramos las felicidades que hemos perdido. Más Borges.
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