Es la historia de siempre: entradas para un esperado concierto, evento deportivo y más salen a la venta para pronto estar agotadas. Minutos después de culminada la venta - o incluso durante la misma- decenas de personas empiezan a ofertar los mismos tickets a un precio exponencialmente mayor al estipulado por los organizadores del show. Sea Bad Bunny, Harry Styles o el último partido de la Selección Nacional, es casi una ley natural de que si hay una demanda de entradas para un evento, habrá revendedores que buscarán transformar la desesperación de los fans en ganancia.
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Y aunque esta práctica pueda parecer una muestra más de la criollada peruana, lo cierto es que se trata de un fenómeno mundial al que hasta ahora no parece haber una solución efectiva. Es más, en lugares como los Estados Unidos, la industria de la reventa se ha vuelto en una multimillonaria empresa en la que participan también gigantes del internet como eBay con StubHub, o sitios web como Viagogo y Get Me In! En Latinoamérica, el sitio web de preferencia parece ser Mercado Libre, donde entradas para el concierto de Bad Bunny llegaron hasta los S/.2.500, casi cuatro veces el precio regular del ticket más caro para ver al cantante puertorriqueño.
Y teniendo en cuenta que en el Perú y en varios de sus países vecinos como Colombia, la práctica de revender las entradas no es ilegal, tanto organizadores como las autoridades no pueden hacer mucho por la vía judicial para evitar estas prácticas. Incluso en países vecinos como Chile y Argentina, donde la reventa sí tiene consecuencias legales, aquellos usuarios todavía se la arreglan para intentar burlar la normativa, por ejemplo ‘regalando’ entradas por la compra de un particularmente caro lapicero de plástico.
No es el único problema que se enfrentan, ya que gracias a la mayor preponderancia de la venta online de tickets se ha vuelto más popular utilizar bots - programas de computadora automatizados - para comprar rápidamente la mayoría de la oferta de entradas, poniéndola en manos de los revendedores y adicionalmente aumentando la demanda por las codiciadas entradas. Y aunque esta práctica es ilegal en países como Estados Unidos, es todavía utilizada frecuentemente en la venta de conciertos, haciendo una especie de guerra fría donde aumenta tanto la sofisticación de las medidas para prevenir los bots como la complejidad de su programación.
Pero eso no significa que todo esté perdido. Aquí algunas iniciativas que se han utilizado para combatir a la reventa y llevar los tickets a los verdaderos fans del concierto con diversos grados de éxito.
Verified Fan de Ticketmaster
Entre las iniciativas que buscan combatir la utilización de bots está la de Verified Fan (Verificación de fan) de Ticketmaster, una filial del gigante del entretenimiento Live Nation Entertainment, y a todas luces la mayor empresa mundial de venta de boletos de conciertos.
Verified Fans es un estatus que se le confiere a usuarios que se registran previamente para la compra de entradas de un concierto proporcionando datos personales como correo electrónico y teléfono a la empresa que, mediante un algoritmo, compara la información con ya conocidos revendedores y bots para quitarlos de la lista. Posteriormente, aquellas personas que han sido comprobadas como ‘fans’ entran a una lotería interna donde los ganadores reciben un código de compra para que puedan utilizar para adquirir sus entradas.
Es de notar que este sistema no es utilizado en todos los conciertos ofrecidos mediante Tickemaster y que tampoco asegura a los usuarios una entrada, pero la utilidad del mismo se ha visto al ser utilizada por artistas como Taylor Swift, Olivia Rodrigo, St. Vincent, Katy Perry, Depeche Mode, Harry Styles y Ed Sheeran.
Este último artista hizo noticia en 2017 cuando reveló que en parte gracias al uso de Verified Fans pudieron cancelar 50 mil boletos para su gira Divide World Tour, los cuales habían sido adquiridos por presuntos revendedores.
Sin embargo, no todos han estado felices con este método, como lo mostró una venta de boletos para el tour “Sour” de Olivia Rodrigo el pasado diciembre, donde dificultades técnicas y súbitos cambios de precio causados por la mayor demanda llevaron a quejas públicas por parte de los fans de la cantante de “Drivers License”.
En ocasiones, Ticketmaster ha reconocido el descontento de los fans. Ocurrió esto en la venta de tickets de la gira de Harry Styles “Live on Tour”, donde muchos usuarios se quedaron sin boletos y se vieron algunos en el mercado de la reventa. En un blog post sobre el tema, la empresa afirmó que el 95% de las entradas llegaron a verdaderos fans y que por los números que se manejaba, con cientos de miles de personas peleando por 45 mil entradas, era inevitable que la mayor parte de los fans saliera descontenta de la situación.
DICE
Una de las propuestas más frecuentes para evitar la reventa es hacer que las entradas sean nominativas, es decir porten el nombre del individuo de manera similar a los boletos de avión. Pero hay proyectos que van un paso más allá como DICE, una aplicación que convierte tu smartphone en una plataforma de compra de entradas así como tu boleto intransferible al espectáculo deseado mediante un código QR único.
Creado en 2014 por el exejecutivo musical Phil Hutcheon, la plataforma ha sido utilizada principalmente en el Reino Unido y el resto de Europa, pero desde 2019 ha tenido una expansión en los Estados Unidos, comenzando con ciudades como Los Ángeles y Nueva York.
Aunque la empresa todavía no puede competir con otros gigantes como Ticketmaster, StubHub y Eventbrite, con su foco al parecer en eventos más pequeños, esto no ha impedido que también trabaje en ocasiones con estrellas como Kanye West, Khalid y Travis Scott.
DICE también afirma tener otras ventajas, como darte recomendaciones personalizadas acordes a tus preferencias, así como permitir a los participantes devolver las entradas si no pueden asistir al espectáculo, poniéndola a disposición de otros usuarios que se han inscrito a una lista de espera.
La empresa también ha visto un importante crecimiento durante la era del COVID-19, donde redireccionó sus esfuerzos al livestreaming de artistas, pasando a una cotización de US$122 millones a US$400 millones.
Iniciativas legislativas
Una de las realidades de la reventa es que no siempre se hace con la intención inicial de hacer dinero. En ocasiones los usuarios se ven impedidos de asistir a un espectáculo y, faltos de la posibilidad de devolver las entradas, deben recurrir a vendérsela a alguien más para no perder completamente el dinero.
Es así que uno de los grandes debates en cuestión a las legislaciones para combatir la reventa gira en torno a si esta debe ser prohibida en su totalidad o si lo que se debe prohibir es que el revendedor haga una ganancia de su negocio. De la primera rama tenemos proyectos de ley como el propuesto por el congresista José Luna Gálvez en 2013 que prohibía “la reventa de boletos o entradas de ingreso a espectáculos públicos sin la autorización otorgada en forma fehaciente por su organizador” y que todavía acumula polvo en una comisión del Congreso. Mientras tanto, de la segunda rama han salido legislaciones como la que a mediados del 2021 promulgó en la Irlanda, la cual prohibía a venta de boletos por encima de su valor inicial a riesgo de ser multado con hasta €100.000 o penas privativas de libertad de hasta dos años de cárcel.
No es la única legislación de este tipo. Cambios a la normativa de los estados australianos de Victoria y Queensland hacen ilegal revender boletos “a un precio mayor al 10% por encima del costo original del ticket”
En el caso de la legislación irlandesa, esta también establece ciertas plataformas de reventa de entradas autorizadas, las cuales deberán encargarse de que se cumpla la normativa. Cabe señalar que críticos a esta ley han dicho que es innecesariamente confusa, puesto que solo aplica a aquellos espectáculos cuyos organizadores tramiten a una designación especial por parte del gobierno. De no ser así, la reventa sin límites de aquel evento estará completamente protegida por la ley.
El método Kid Rock
Una de las justificaciones que se ve frecuentemente por parte de los revendedores es la afirmación que están cumpliendo un rol dentro del libre mercado y la oferta y la demanda, esto último sin admitir que ellos han azuzado los fuegos de la demanda con una compra masiva de boletos.
Razonan que si hay personas dispuestas a pagar precios exorbitantes por las entradas, estas están muy baratas respecto a su demanda, y que ellos son, de alguna manera, solo engranajes del sistema capitalista en el que vivimos. Esto, por supuesto, sin tomar en cuenta las razones por las que tanto organizadores y artistas han buscado bajar los precios de las entradas, sea para que más personas puedan disfrutar de la música o para que haya un mayor público en los conciertos para consumir comidas y bebidas.
Contrario al método sugerido, hay otro camino que resulta interesante no por su viabilidad, sino por su peculiaridad, y se centra en el rockero Kid Rock y su gira del verano del 2013 titulada “US$20 Best Night Ever” (”La mejor noche de la historia por US$20″) en la que dio una serie de conciertos con boletos que costaban, salvo algunas excepciones, solo veinte dólares.
“Alguien tiene que salir a luchar contra estos precios tan altos y cambiar las cosas, y yo tengo la suerte de poder permitirme un recorte de sueldo. $20. La mejor noche de la historia”, dijo el músico tras el anuncio de su show.
Según un reportaje de Time, la estrategia también consistió en vender cervezas y polos conmemorativos a un más bajo precio del acostumbrado, apostando ganar por volumen en vez de por venta individual, con el artista también recibiendo un porcentaje de las ganancias de estos.
En cuanto a los revendedores, estos no parecieron hacer su agosto como en otros conciertos, aunque ejecutivos de firmas del mercado secundario de ventas de entradas como StubHub y TiqIQ.com sugirieron que tenía que ver más con el poco atractivo del artista y una oferta que sobrepasaba a la demanda.
De todos modos, la apuesta fue exitosa para Kid Rock, quien vio renovada su popularidad tras la gira por su gesto contra los revendedores y, para el 2015, volvió a repetir la estrategia en una serie de conciertos con boletos, cómo no, a precios populares.
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