Nací en Huancayo hace 30 años, pero vivo en Lima desde los 9. Soy intérprete y compositora de música fusión. Desde el 2010 conduzco el programa “Miski takiy”, junto a mi mamá, la cantante Saywa. Estudié teatro en la PUCP.
Creció escuchando canciones andinas y rodeada de naturaleza en su natal Huancayo. Hoy compone en la ciudad, en un departamento en pleno centro de Miraflores, pero evoca en su música ese origen campestre en el que se respira tranquilidad y, como ella dice, comodidad. En el 2008 ganó dos gaviotas de plata en el Festival Internacional de Viña del Mar, pero mantiene los pies en la tierra.
—¿Cómo influye tu infancia en la música que haces?
Influye un montón. A pesar de que estoy en la ciudad y me siento supercómoda acá, añoro mucho esa calma que te da el campo, el estar fuera de la ciudad. Siempre que escribo evoco esos espacios que he logrado conocer de chica. En mi último disco está muy presente la necesidad de buscar el lugar donde uno se sienta cómodo, más natural y donde pueda expresarse con libertad.
—La música fusión que haces tiene un poco de ambos mundos. ¿Te han criticado los puristas?
Me gusta escuchar la música tradicional para conocer la fuente. De niña, mi familia no escuchaba más que huainos. He crecido escuchando esa música. Es cierto que muchos representantes de la música tradicional no ven bien el tema de la fusión. Yo los entiendo, comprendo lo que ellos dicen, pero no me siento aludida cuando escucho comentarios, pues sí es importante tener conciencia de lo que estás mezclando, aunque ahora que la música fusión está de moda a veces se mezcla por mezclar.
—¿Qué opinas de que ahora esté de moda rescatar lo tradicional?
Quisiera que trascienda al hecho de que sea una moda. El orgullo peruano está creciendo y se mantiene en distintas áreas artísticas. Por ejemplo, antes era bien difícil encontrar ropa fusionada, ahora ya es más bien natural que los diseñadores tengan influencias de las regiones del Perú. Si la moda se va a quedar, crecer y ser sólida entonces es bueno.
—¿Qué te motiva a emprender el camino de la música fusión?
Primero me motivó el placer de hacer lo que me gusta. Luego, el ser consciente de que había mucha gente, joven sobre todo, que nunca había estado relacionada al Ande o a la música tradicional. A estas personas si les pongo música tradicional la pueden rechazar porque es notablemente distinta a lo que han escuchado toda su vida. Una de mis motivaciones fue poder conectar con estas personas, generar un puente para que puedan ver toda la variedad de música que tenemos en las regiones del Perú.
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—En este recorrido, ¿cuáles son los obstáculos con los que te has encontrado?
El de la difusión es el principal. Las plataformas digitales han descentralizado el tema, pero aun así sigue pesando mucho la difusión masiva. Todavía es un reto. Recuerdo que hace seis años más o menos podía salir en las secciones de espectáculos anunciando mi concierto, pero ahora son muy pocos los espacios. Ahora el tema mediático pesa mucho más que antes. He sentido ese cambio, que ya no hay tanto espacio para la difusión.
—Conduces el programa “Miski takiy”. ¿Qué es lo que más disfrutas como conductora?
Cuando llegan agrupaciones nuevas. Bandas que se presentan por primera vez en TV o que presentan sus primeras canciones grabadas. Los artistas nuevos tienen mucha energía, ganas, entusiasmo y sueños. Con el tiempo, a veces las dificultades pueden hacer que te desinfles y te cueste más. El programa me ha dado la energía de esas primeras veces. En cualquier carrera creo que es importante mantener esa vitalidad y entusiasmo de tus primeros años.
—¿Crees que debería haber más programas de este tipo?
Sería ideal. La televisión nacional tiene la responsabilidad de tener un programa de este tipo, donde mezclamos lo que la gente quiere escuchar con las nuevas propuestas. Sería genial que también lo hicieran los demás canales. Entiendo lo difícil que es, cada segundo es mucho dinero, pero al menos tenemos este programa en el canal nacional. Por eso es importante apuntar a que tu trabajo sea bueno.
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—¿Consideras que la música tradicional es lo suficientemente apreciada en nuestro país?
Programas como “Miski takiy” generalmente los consume el público que tiene alguna relación con el Ande. Creo que es importante romper nuestros esquemas mentales. Es un tema social que va a tomar bastante tiempo cambiar. Por eso pienso que si esto del orgullo peruano trasciende la moda, puede ser que con los años se pueda cambiar esa mentalidad. Va a depender también de los ejecutantes, músicos, difusores que estén a la vanguardia de los avances tecnológicos, pues eso te permite tener un estándar mundial.
—¿En el extranjero se aprecia más nuestra música?
Recuerdo cuando hice una gira en el 2014. Me fui a Estados Unidos, tuve algunas tocadas, por ejemplo, en Boston, en locales donde no me conocían [risas]. Había mucha gente que iba por ahí, a un lugar bonito, y se encontraba con la música en vivo. Sentí una reacción inmediata, por ejemplo, con la venta de mis discos por Internet. Sí he sentido que el ciudadano extranjero aprecia la música que hago.
—¿Actualmente estás componiendo nueva música?
Componiendo, pensando qué quiero hacer musicalmente en el futuro y promocionando mi disco. Lo más difícil es ocuparte del lado productivo. Con los años he aprendido que una cosa es tu lado artístico, pero que lo difícil es encaminar eso a la venta de tu producto.
—Ese podría ser un buen consejo para los jóvenes nuevos artistas...
Sí. Es difícil porque uno quiere volar en sus creaciones, pero hay que bajar a tierra para ver que tu cochecito avance. Yo también me recuerdo constantemente eso a mí misma.
—¿Tienes otros proyectos, además de la música y la conducción?
Me encantaría actuar, creo que debería animarme a hacer algo donde pueda mezclar el tema de la música, el teatro y la danza. Un unipersonal, un proceso creativo muy complejo. Ese es mi sueño, aunque es un trabajo bien profundo.