El multiinstrumentista, educador, compositor, arreglista y director musical peruano Rubén Concha Aquiño forma parte del día a día de los peruanos a través de su música que suena en comerciales, salas de cine y en las canciones de Milena Warthon. El artista ha logrado aportar el toque folclórico a muchas composiciones, pues en su visión, la música es el edulcorante artístico que se puede combinar con otro tipo de disciplina. Esta filosofía lo llevó a formar parte del Ballet Folklorico Amankay y presentar su música en países como España, Italia y Francia.
Sin embargo, encontró en su país natal la fuente de inspiración y formación como músico desde muy joven. Su principal repertorio de instrumentos incluye la zampoña, la flauta dulce, el charango, la quena y más. Todos estos sonidos y ritmos fueron la materia prima para dar vida a las ideas de Karin Zielinski, compositora de la banda sonora de “Willaq Pirqa”.
“En parte la esencia de ‘Willaq Pirqa’ son esos breves momentos clave donde aparecen sonidos de instrumentos andinos. Los ritmos peruanos son ricos en timbres pastosos y chillones, tienen una estética única, compleja en su mayoría, por eso hay que saber cómo llevarlo al escenario”, menciona Concha en entrevista con El Comercio.
—¿Cuál fue su primer contacto con la música?
Comencé a tocar la quena desde muy pequeño gracias a la invitación de mis padres para tocar en la fiesta patronal de la Virgen de la Asunta, en una pequeña colonia de arequipeños que se encuentra en el margen izquierdo del río Rímac, al que mi padre pertenecía. Tenía tan solo 7 años en aquel entonces y ese fue mi primer contacto con la música.
Mis padres notaron mi habilidad musical y me animaron a postular al Conservatorio de Música, donde tuve la oportunidad de estudiar con el maestro Alejandro Vivanco cómo tocar la quena. Todo esto sucedió en 1973, el mismo año en que debuté tocando la quena en el Ipcna del Centro de Lima, acompañado del Orfeón de Quenas del Perú.
—¿Cómo llegó a convertirse en multiinstrumentista?
Empecé a tocar la flauta dulce cuando tenía 5 años. Más tarde, en el Conservatorio, aprendí a tocar el piano, mientras que con el maestro Vivanco aprendí a tocar adecuadamente la quena. Además, en paralelo, estudié el charango con Jaime Guardia y las danzas folclóricas con Olga Espíritu, a quien acompañé al programa de Mirta Patiño. Luego de ese programa participé en otros programas como el de la Pastorita Huaracina y el de Yola Polastri.
Ya en la década de los noventa, entré a la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas como alumno, pero también me invitaron a enseñar a tocar la quena porque había estudiado en el Conservatorio con Vivando. En esos tiempos era alumno y maestro al mismo tiempo.
—¿Cuándo decide incursionar en el cine?
Siempre he sentido una gran inclinación por la música andina y tengo la idea de que las danzas folclóricas se pueden mezclar con la música para generar emoción, ilusión e impresión en el espectador, misma sensación que se replica en el cine con las escenas y el soundtrack. Mi campo de especialidad no es la música comercial, sino el ámbito cultural que abarca los estilos musicales peruanos tal y como lo hacen algunas películas nacionales.
"Tengo la idea de que las danzas folclóricas se pueden mezclar con la música para generar emoción, ilusión e impresión en el espectador"
—¿Cómo inicia su aventura en Willaq Pirqa?
Fue una feliz coincidencia, yo no escogí trabajar ahí, yo solamente estaba en el momento y lugar oportuno. Recuerdo que la producción necesitaba lolos sonidos de quena y felizmente yo me encontraba disponible. Quien me contactó primero fue Raúl Astete, esposo de Karin Zielinski, y con quien trabajé grabando los sonidos publicitarios de la cerveza Cusqueña, Mi Banco o Molitalia, con ese sonido de la mandolina tan característico de la esencia de las pastas.
—¿Cómo supo que sonidos encajarían perfectamente en Willaq Pirqa?
Karin Zielinski ya tenía una idea de qué se tenía que hacer, eso lo hizo realizando un pauteo previo y un secuenciamiento de las escenas donde era necesaria la música en vivo. Karin tenía pensado hacer una presentación de temas en base a los personajes y los ambientes que aparecerían, fue un rompecabezas que al final tuvimos que armar juntos porque ella había escuchado mi trabajo y le gustó el sonido de mi quena que, según me enseñaron mis maestros, tiene que salir del alma, como si fuera el último suspiro que se hace antes de perder la vida.
En parte la esencia de “Willaq Pirqa” son esos breves momentos clave donde aparecen sonidos de instrumentos andinos. Los ritmos peruanos son ricos en timbres pastosos y chillones, tienen una estética única, compleja en su mayoría, por eso hay que saber cómo llevarlo al escenario. Por ejemplo, hay una parte donde Sistu tiene que correr porque la movilidad del camión lo deja atrás, ahí Karin y yo estuvimos tocando un bombo cada vez más rápido para dar el efecto de desesperación que se podía sentir en la escena.
—¿Ahora se encuentra en algún nuevo proyecto?
Ahora estamos en la postproducción de la película “Érase una vez en los Andes”, donde el huancaíno Rómulo Sulca tiene una visión clara de lo que quiere contar y nos narra una ficción que se sitúa en la Guerra del Pacífico. Sigo en las grabaciones de los temas que estarán dentro y es algo maravilloso que se realice íntegramente en quechua.
Llevar al cine estas propuestas requiere mucho de la genialidad del director, en el caso de “El corazón de la Luna” con Aldo Salvini y “Willaq Pirqa” con César Galindo. Ambos confiaron en Karin Zielinski para crear la banda sonora de las películas, que no es colocar una canción cualquiera para una escena como muchos piensan, sino crear algo nuevo para ambientar los momentos que atraviesan los personajes.
—¿Y en cuanto a proyecto musicales?
Tengo el gusto de haber hecho el marco musical en las grabaciones de estudio de Milena Warthon, la ganadora de la Gaviota de Plata. De hecho, la canción que se presentó ese día del evento la grabé junto con Franjo Antich, el productor, director y compositor que se encargó de los sintetizadores, mientras yo daba los sonidos en vivo de la quena y los charangos.
El proceso fue largo, pues Milena y Franjo hacían la maqueta, después él hacia un borrador con los sintetizadores y la voz de Milena para luego colocarle los efectos en cada segmento de la canción, es ahí donde entro yo con los elementos de la música andina en los arreglos preestablecidos. Así se hicieron canciones como “Fiesta patronal”, “Warmisitay”, “Azúcar”, donde el sonido de mi charango aparece al inicio. Junto a esos temas, se implementarán otras tres para darle el cierre a su disco que se presentará el 19 de mayo.
—¿Realizará algún evento conmemorativo por sus 50 aniversario?
Tengo planeada mi participación en el encuentro de quenistas que se realizará en septiembre y otro show en el mes de julio en el Auditorio Ricardo Palma donde estarán quenistas de talla internacional. Aunque lo que realmente quiero es poder realizar un concierto familiar donde pueda tocar con mis amigos músicos que me acompañaron durante tantos años, no será algo gigantesco porque casi el 90 % de mi esfuerzo se encuentra en la educación. A mí la pedagogía me ha dado mucho y es mi manera de dejar un legado para los nuevos compositores, cantantes o artistas del futuro.