Ante el infortunio o la abundancia, Jimmy Santi siempre le reza a la Virgen de Guadalupe. Ante la nostalgia, le basta con abrir su billetera para ver la foto de su nieto o el retrato en el que se encuentra junto a su gran amigo, el fallecido cantante José José. En 60 años de trayectoria musical, la vida de Santi abarca muchos lugares, idiomas y figuras artísticas. Algunos de ellos fueron Sandro, Lucía Méndez, Charles Aznavour y artistas nacionales como Joe Danova, Chabuca Granda y la recordada Yola Polastri.
Sentado sobre un mueble con adornos dorados, rodeado por fotos que visten las paredes del ambiente, Santi se indigna al ver su estante, donde hay más premios internacionales que reconocimientos nacionales. Lo menciona brevemente en los idiomas que maneja ―inglés, portugués, italiano, francés y un básico ruso y japonés―: “Falta uno más”, haciendo alusión a cualquier otra condecoración que tenga la bandera peruana impresa. Aún con la mirada sobre algunas fotos, el artista recuerda.
“Mi primera presentación fue a los 18 en Trujillo para inaugurar una repetidora de Panamericana. Fue tanta la fama de aquel momento que el equipo de Haya de la Torre me dijo que no saliera al balcón cuando el maestro hablaba en público para no opacarlo”, nos cuenta Jimmy Santi, quien hace una semana regresó a Trujillo, donde casi sufrió un infarto debido a su arritmia cardiaca.
―Estuviste en el velorio de Yola Polastri.
Tenía que hacerlo. Yo esperaba que se recuperara totalmente o que partiera, ella era demasiado grande como para quedar eternamente enferma. Mi hermana padeció lo mismo. Para mí fue muy doloroso verla de esa forma porque yo estuve del otro lado, viendo a un ser querido apagarse lentamente. Ella tuvo haters que hablaban mal de ella, pero la gente confunde altanería con profesionalidad. En eso éramos muy parecidos.
―¿A quiénes más recuerdas con cariño?
A muchos artistas, pero entre todos a José José, mi compadrito. A él lo conocí antes de que me llegara la fama. Si alguien ve el video de “El Triste” en el “II Festival de la Canción Latina” verá mi silueta aplaudiéndolo, yo lo apoyaba en todo. Por ese tiempo también conocí a un joven Juan Gabriel, quien limpiaba carros. Me dijo que le gustaba mi tema: “Mi pequeña novia”, y me dio su casete con el tema “No tengo dinero”. Me gustó, pero no pude grabarla.
―Durante ese periodo de presentaciones por todo el mundo ¿Qué conciertos te marcaron?
Mis conciertos en la URSS. Allá quien cantaba solo hacía eso, pero yo iba con un estilo a lo Elvis Presley. Cuando bajé del bus para entrar a cantar por primera vez, una marea de chicas se acercó, entonces los soldados las golpearon con palos para retirarlas, mientras yo gritaba que no les pegaran. Luego fui a la ahora Armenia, donde después de cantar varios temas y acabar bailando vestido como cosaco, el compositor Charles Aznavour me agradeció por tocar sus temas y me invitó a participar en un programa en Francia.
―De todos los países a los que fuiste, resalta México ¿Qué significa este lugar para ti?
Mi vida artística la hice en México por las injusticias que viví en Perú. Me fui allá con cierto renombre que fui adquiriendo, pero al llegar me mandaron a hacer una audición, un golpe a mi ego que me devolvió a la realidad. Canté con una luz blanca cayéndome al rostro, no veía nada. Al gritarme que parara, apagaron los reflectores y vi a Javier Solís sonriendo. Me aceptaron y me sentí muy feliz, no paraba de agradecer.
―¿Qué aprendiste durante tu estadía en México?
Estuve en México con mi esposa hasta que me fui haciendo más conocido. Ese país me mostró un ambiente diferente donde se debía respetar a los grandes, como Silvia Pinal, cuando estaban en la sala. Aprendí a guardar en foto varios momentos de mi vida para que nunca me llamen mentiroso y a cuidar mi imagen personal, mi alimentación y mi voz.
―¿Crees que cuidar tu imagen personal influyó en que se te diga que eres homosexual?
Cuando llegué aquí a hacer un programa, pregunté por un lugar donde maquillarme, algo normal en México, pero aquí me miraron raro y me dijeron que solo las mujeres lo hacían. En esos tiempos también llevaba un arete, algo de moda, pero aquí era un símbolo de homosexualidad. A mí me llamaron marica por eso.
―Un término con el que se te asocia de forma constante.
Por eso tuve un incidente con Melcochita, de quien ahora soy amigo, pero en ese momento reventé porque estaba cansado de tantos años de acoso. Lo que más me duele es que un día, paseando con mi hijo, él me dijo que cuando era niño sus amigos le enviaban recortes de periódico diciendo que su padre era marica. Él me miró y me dijo: “Papá, no me importa si eres así, yo te amo por darme la vida que ahora le doy a mis propios hijos”. Le conté esto a un periodista y al día siguiente el titular fue: “Por fin sale del clóset”.
―Volviendo a México, ¿por qué regresar al Perú si tu carrera en el extranjero iba en ascenso?
Mi madre tenía cáncer. Llegué al Perú para estar con ella, quien me dijo: “¿Vienes a verme morir, hijo?”, y yo le respondí: “No, yo vengo a darte vida”. Los médicos solo le dieron un año, y resultó que vivió ocho más. Me quedé preso por el amor que le tenía, uno muy grande. Ella falleció en paz, y sé que Dios a mí me hará el milagro de también morir de golpe, no quiero dar pena.
―Después de esos ocho años, ¿Por qué no regresar a México?
Ocho años es mucho tiempo, especialmente para un artista. Yo me fui dejando a Thalía, Yuri y a otros cantantes que recién aparecían. Para cuando quise volver, esa generación estaba en lo alto, ya no era la nueva ola. Volver implicaba iniciar de nuevo en una industria que apuntaba a otro lado, un lugar en el que ya no encajaba.
―Luego de vivir tanto tiempo aquí, ¿Qué significa el Perú para ti?
Lo peor que pude haber hecho como artista fue decidir quedarme aquí porque no hay reconocimiento para los artistas nacionales. Para mí fue muy terrible, no por el amor a la gente, eso lo aprecio, sino porque me fui desperdiciando. Las propuestas nunca llegaban o llegaban cuando ya estaba viejo, con amigos y compañeros fallecidos. En el mundo fui un gran cantante y aquí, ¿Quién era? ¿Solo Chin Chin? No me jodan, yo soy más que Chin Chin. He hecho teatro, cine y muchas más canciones que no suelen ser recordadas.
―Aquí pasaste por muchas cosas...
El robo de dinero por parte de mi amigo Carlos Alberto Villanueva y su esposa, el otro robo de 54 mil soles de una señora a quien tenía cariño, una deuda con el banco por una estafa por la cual no puedo tener una cuenta a mi nombre. Pero, por sobre todo, la traición de mis sobrinos, a quienes eduqué, y le quitaron todo lo que tenía a mi hermana, a quien consideraba mi segunda madre… esas cosas no me pasaron en México. No le doy más vueltas al tema, el psiquiatra me recomendó eso.
―Desde que llegaste en 1986, participaste en varios programas y recientemente en “El Gran Chef” hasta que renunciaste.
Lo que pasó ahí fue que nunca le caí bien a Javier Masías. Un día me subí al escenario y le dije que me saludara bien, no con desprecio, quería que me mirara a los ojos y con la mano extendida. Eso pasó un día antes de que renunciara, gracias a que escuché a Masías decir que me bajaran un punto por mi plato. Entonces hablé con la productora que no me gustó lo que escuché, que no quería ser utilizado. Terminé ese programa echándome la culpa y me fui con lágrimas en los ojos, pero con la cabeza en alto.
―También está el programa “Yo Soy”, que tampoco es de tu agrado.
“Yo Soy” arruinó mi vida. Le tengo antipatía al programa, pero detesto más las cosas que generó. Ahora cualquier fulano de tal puede usar tu nombre, anteponiendo el título del programa, para poder lucrar. Yola Polastri también tuvo inconvenientes con eso. Era como igualar comandantes con soldados. No nos matamos haciendo una gran carrera de varios años para que alguien venga y use nuestra imagen.
―¿Cómo te afecta esta gran ola de imitadores?
Antes podían pagarme hasta cuatro mil dólares por un concierto, pero ahora no te contratan porque los imitadores solo cobran 300 por show. Como empresario obviamente te conviene contratarlos, mientras uno tiene que buscarse la manera de presentarse como puede. Algunos lo hacen en la calle, yo no porque siento que aún no he caducado.
―¿Preparas nuevas producciones para este año?
Tengo algunas nuevas canciones al estilo de cumbia tex-mex que espero puedan sonar en la radio. Soy una persona con 60 años de carrera, espero que eso tenga algún peso al momento de ser seleccionado para ser escuchado nuevamente por el público.
―Después de superar el cáncer y otros males en tu vida, ¿El retiro aún está lejano?
Mientras levante la pata y pueda saltar, seguiré cantando. Uno nunca se retira, lo que te retiran son las falencias: no poder cantar, no subir escaleras, ese tipo de cosas que son naturales porque nadie es eterno físicamente. Llegará para mí ese día, lo sé, pero ya estoy en paz con eso.
Jimmy Santi celebrará sus 60 años de trayectoria el jueves 25 de julio, a las 8:30 p.m., en la Estación de Barranco. Entradas disponibles en Joinnus.