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1 / 5 Serrat viste de correcto saco gris, camisa negra y jeans. Sus primeras palabras para la audiencia tienen enfoque de género y la honestidad de quien lleva un largo camino recorrido: “Damas, caballeros e imparciales en el asunto… vengo a despedirme con alegría, no me queda otra. Tantos años haciendo algo que amaba hacer, compartiéndolo con mucha gente que lo ha compartido conmigo. No me queda otra que la alegría.”

2 / 5 Serrat juega con el humor para alejarse de cualquier atisbo que roce con la melancolía o la nostalgia. “Sé que es difícil, pero piensen que, de ahora en adelante, solo nos queda futuro”.

3 / 5 Serrat manifestará su gratitud a músicos, poetas y a autores “que nos dieron a beber canciones que nos hicieron encoger la garganta”. Y como no, hace lo propio con los intérpretes que lo han acompañado buena parte de su vida.

4 / 5 La suya es la expresión del trovador, la de un personaje carnavalesco que canta verdades que de otra manera a muchos no les gustaría oír.

5 / 5 Serrat es parte medular de la cultura, una voz que necesitamos. La etiqueta de cantautor es casi insultante: no alcanza para definir a un poeta profundamente literario. Serrat vino a despedirse, pero nos queda su palabra, o como él dice, la palabra que canta.





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