“Actos consentidos” en el Teatro La Plaza: cuando un “no” significa “no”

Los primeros minutos de la obra “Actos consentidos” presentan a Gayle (Cindy Díaz), una mujer rodeada por la oscuridad; apenas es visible en un escenario lleno de cajas, una casa recién estrenada. En ese momento guarda silencio, pero su expresión de pesar y cansancio es indicio de lo que vendrá: una serie de eventos agobiantes que tienen en su centro el abuso sexual.

Creada originalmente por la dramaturga británica Nina Raine, “Actos consentidos” llega al teatro La Plaza. La obra sigue a un grupo integrado por Edward (Oscar López Arias), abogado que tiene que defender a un acusado de violación, y Kitty (Érika Villalobos), editora independiente; ambos acaban de ser padres. Completan el cuadro la pareja de abogados Jake (Gonzalo Revoredo), Rachel (Annelise Fiedler), la actriz Zara (Karina Jordán) y el procurador del estado Tim (Miguel Álvarez). Todos tienen una actitud cínica frente al abuso sexual, para ellos es algo que le ocurre a los demás.

“Me pareció brutal, es una obra que se maneja todo el tiempo sobre el límite de lo correcto, que habla sobre los diferentes grados que existen hoy sobre cómo entendemos la permisividad”, contó a El Comercio Adrian Galarcep, director de la obra y psicoterapeuta, sobre su primera aproximación al texto de Raine. Razón no le falta; al menos el primer acto es una discusión sobre el consentimiento, aunque no desde el punto de vista académico. La mayoría de personajes son cínicos, y para ellos los problemas de las víctimas no son tan interesantes como la confrontación de ideas: la parte acusadora contra la acusada.

El personaje de Cindy Díaz no pertenece a ese círculo de amigos, sino que es una víctima a la que Edward tiene que presionar mientras que Tim, que se supondría debe defenderla, en realidad la ignora; con toda la sofisticación de la ley, nadie parece escuchar lo que tiene que decir. “Ya desde el inicio Adrián me dijo que iba a empezar en personaje; conversamos acerca de lo que pasaba por ella, hablamos acerca de que mi personaje tuvo una violación. (…) Comenzamos a buscar el personaje, a entenderlo”, dijo la actriz, para la cual era importante que el espectador sienta que la tragedia del personaje “le puede pasar a cualquiera”. La performance de Díaz, nominada a los Premios Luces de El Comercio por la película “Rosa Chumbe” (2015), promete dar que hablar.

“Si algo no es esta obra es arquetípica, buscamos sobre todo encontrar la humanidad”, dijo Galarcep. “Todos los personajes tienen un grado de humanidad que a mí me parece fantástico de trabajar y de buscar y siento que una de las cosas que hace la autora muy bien es encontrar las incoherencias del ser humano, las dos caras de la moneda. Hay un grado de culpabilidad en la víctima, hay un grado de inocencia en el en el victimario”, añade el director, para quien no hay verdades absolutas en esta obra, que a su parecer son irreales.

En una obra llena de personajes ambivalentes, destaca el papel de Edward, que empieza como un abogado seguro de sí mismo, al que jamás se le escapa ningún detalle, pero que conforme avanza la trama se transforma. O que tal vez recién muestra su verdadero rostro. Galarcep describe el proceso de Oscar López Arias como “una especie de derrumbe, pero también de descubrimiento”. Una frase que también podría describir a toda la obra.