Fue la primera vez que el mejor payaso del mundo estuvo triste. Tenía 10, 11 años –no lo recuerda bien- y fue a la biblioteca pública de Verona, Italia, para buscar unos libros con los que terminaría la tarea de fin de curso. Era lo único que le faltaba para acabar la primaria. “Un viejito, el bibliotecario, me dijo: ‘Es muy difícil lo que me pides; déjame buscar para mañana esos libros’”, recuerda David Larible (Verona, 1957) en una de las butacas del Gran Circo Estatal de Moscu, en Rusia.
Hace los ojos chinitos, como quien busca presionar a la memoria. Volvió a casa y papá Eugenio lo consoló. Al día siguiente, tres libros lo esperaban en la biblioteca. Dice que ese trabajo aún lo guarda en alguna caja de la casa a donde siempre vuelve, después de sus giras por todo el mundo. “Vi las fotos y dije: ‘Algún día iré hasta allá como turista’. Pero nunca pensé que llegaría con mi espectáculo.Esa monografía trataba sobre el Imperio de los Incas. El hombre que recibió del príncipe Raniero de Mónaco el Clown de Plata en 1998 –algo así como el Balón de Oro para los futbolistas- lo cuenta y se ríe.
¿Qué es ser un buen payaso?Es, básicamente, emocionarte. Y ver el mundo cómo te gustaría que sea. Y emocionar a quienes no te conocen.
¿El mejor payaso del mundo ha estado muy triste alguna vez?Sí, cómo no. No hay nada más patético que andar riéndose todo el tiempo. No puedo ser chistoso las 24 horas. Soy una persona alegre, me gusta hacer chistes, bromas pero no soy de los que todo el tiempo está tratando de hacer reír a la gente. Hay momentos para tu profesión y hay momentos para ti. Nadie haciendo lo mismo todo el tiempo.
Creciste en un circo, vienes de una familia con tradición circense por décadas. ¿Podías haber elegido otra profesión?No me lo imagino. Tampoco soñé que mi carrera hubiera sido tan bonita. Hay una dosis de suerte y también de trabajo; no existe una sola cosa. Necesitas capacidad, amor por lo que haces y también una buena dosis de suerte. Eso sí, siempre supe que el circo era un templo, no un lugar de trabajo.
¿Qué haces cuando no eres payaso?Soy una persona totalmente normal, entre comillas. El payaso no es un trabajo, es una manera de ver la vida. Nosotros no la vemos como es, sino como podría ser. Entonces, tenemos ese espejo que distorsiona la realidad y que emociona al público. En mis momentos libres me gusta leer, la música, la cocina... me gusta el fútbol: jugué hasta las 15 años en las juveniles de Verona.
¿Hubieras elegido ser futbolista?Mi entrenador no se quedó muy contento cuando le dije que volvía al circo. Yo era un mediocanchista (sic) con muy buena visión de juego y pases muy precisos. No tenía patada fuerte, pero bueno. “Un Pirlo”, era (se ríe). Me gustaba mucho pero el circo es el circo. Yo quería estar con mi papá.
¿Te empujó él para un lado o hacia el otro?Él me dio para escoger: vas bien en la escuela, vas bien en el deporte. ¿Qué quieres hacer? Tomé una decisión. No tuve dudas nunca: quería estar en el circo. Quería recorrer el mundo.
¿Es cierto que no te gusta ir en personaje a las entrevistas en TV?Pues lo prefiero. ¿Sabes por qué? Mira lo idiota que se ve que estés hablando de un tema muy serio y en la pantalla estés con tu nariz roja. ¡Nooooo! Puedo hacer cosas, bailar, cantar pero no me gusta ir en modo payaso a la TV. Quiero que conozcan a David Larible, también. Quiero que la magia esté oculta para la noche del show. Me gusta que conozcan al hombre detrás de la
¿Te paran mucho en la calle los artistas de circo para saber cuál es el secreto del mejor payaso del mundo?¡Otra vez con eso! Yo quiero creer que dicen eso por el amor que yo le tengo a mi trabajo. Y cuánto me preparé y cuánto me sigo
Pero sí te detienen.Bueno. Siempre les digo tres cosas, que se muevan por estas tres cosas: 1) La pasión verdadera. ¿La tienen? Es frustrante y hay que saberlo, sobre todo cuando recién empiezas. Hay que tener los hombros bien grandotes. 2) Ser honesto contigo mismo. No te mientas. Hay muchos que creen que están haciendo bien lo que están haciendo mal. Puedes engañar a quien quieras pero no a ti mismo. Y finalmente 3) Actuar. Presentarse. No importa ante quien sea: un gran público o tu familia en la noche. Estar delante del público es la mejor escuela. Ellos son los mejores maestros: te dicen en dónde fallaste, qué hacer mejor.
¿El mejor premio de un artista de circo es el aplauso?Lo es. Pero también el amor que día a día tienes a lo que haces. El chiste no es llegar a la perfección, ¿sabes? sino cuánto te le puedes acercar.
¿Quién es David Larible?Lo llaman el clown de los clowns, básicamente, por su trayectoria en los circos más influyentes del mundo.
En 1988 el príncipe Raniero de Mónaco lo invita al Festival de Montecarlo, para entregarle el Clown de Plata. Diez años después recibe el Clown de Oro; además obtendría el Pierrot de Oro por su carrera artística, en el Festival Internacional de Circo de Budapest.
David Larible se presentará por primera vez en Lima y estará en la ciudad del 26 al 31 de julio en el Centro de Convenciones del Hotel María Angola.