Sonia del Águila

De pie, en medio del escenario del teatro Canout, el productor observa impotente cómo se desmorona una importante parte de su vida. El espacio que albergó durante dieciséis años sus más ambiciosas creaciones, será demolido. El telón cayó ante sus ojos, irremediablemente, pese a cualquier intento por evitarlo. “Lo más triste es que lo van a demoler y me va a doler tanto como cuando se derrumbó la casa de ‘Al fondo hay sitio’. Ese fue un momento demasiado duro para mí, no pensé que algo así se iba a repetir”, nos dice.

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Aquí está mi vida, todo esto es producto de mi trabajo, de mi esfuerzo. En lo posible trato de no entrar porque cada vez que entro, lloro al recordar toda las cosas que hemos hecho y que pensábamos hacer antes de la pandemia. En estas condiciones, ya no puedo mantenerlo, las deudas crecen y no hay cómo cubrirlas”, argumenta el productor de teatro y televisión.

El 24 de Marzo de 1954, el Canout fue inaugurado por la empresaria Clara Canout Cevallos viuda de Muro en honor a su padre, el ingeniero francés Miguel Canout. Desde entonces, el teatro ha tenido varios administradores. Hace más de década y media, Efraín Aguilar tomó el control del lugar.

“Al terminar mi contrato con el teatro Sachariel, empecé con otro proyecto, luego vino lo del Canout. Me lo alquilaron a buen precio, pero estaba sin agua, debían 18 mil soles de agua, y la parte trasera estaba convertida en un muladar, los vecinos se quejaban, decían que salían ratas. Saqué 16 camiones de desmonte de basura”, recuerda.

El Canout vive sus últimos días. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
El Canout vive sus últimos días. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
/ ALESSANDRO CURRARINO
Efraín Aguilar invirtió todo su dinero en el teatro, pero entonces llegó la pandemia del Covid-19. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
Efraín Aguilar invirtió todo su dinero en el teatro, pero entonces llegó la pandemia del Covid-19. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
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El creador de éxitos televisivos como “1000 oficios”, “Así es la vida” y “Al fondo hay sitio” encontró el teatro miraflorino “prácticamente en ruinas”, deslucido. Para devolverle el brillo de sus mejores tiempos invirtió todos sus ahorros incluso los destinados a su hogar. Renovó el piso, las alfombras, las butacas, las luces, algunas puertas y el telón.

Hace dieciséis años, el productor Efraín Aguilar asumió la administración del teatro Canout. Renovó el piso, las alfombras, las butacas, las luces, algunas puertas y el telón. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
Hace dieciséis años, el productor Efraín Aguilar asumió la administración del teatro Canout. Renovó el piso, las alfombras, las butacas, las luces, algunas puertas y el telón. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
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Hace dieciséis años, el productor Efraín Aguilar asumió la administración del teatro Canout. Renovó el piso, las alfombras, las butacas, las luces, algunas puertas y el telón. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
Hace dieciséis años, el productor Efraín Aguilar asumió la administración del teatro Canout. Renovó el piso, las alfombras, las butacas, las luces, algunas puertas y el telón. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
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Mi esposa tenía más celos del teatro que de cualquier mujer. Con gran trabajo, sacrificando presupuestos de mi casa, logré ponerlo decente, compré máquinas de coser, remalladoras, y detrás del local construí un edificio de cuatro pisos, con todas las de la ley, para dictar clases de actuación. Invertí todo mi dinero, absolutamente todo, las perdidas son millonarias y muy dolorosas”, aclara el productor de TV.

Productor Efraín Aguilar posa junto a la administradora del teatro Canout, Violeta Segura, y todo el equipo de trabajo. (Foto: Efraín Aguilar)
Productor Efraín Aguilar posa junto a la administradora del teatro Canout, Violeta Segura, y todo el equipo de trabajo. (Foto: Efraín Aguilar)

ESTRENO

Efraín Aguilar recuerda con gran lucidez, el día en que estrenó su primer montaje en el Canout: “Locura de amor”, con las actuaciones de Olga Zumarán, Laly Goyzueta, Jesús Delaveaux, Mariano Sábato y el propio Efraín. “Estaba nervioso, pero inmensamente feliz, fue el 6 de enero de 2005. Luego vinieron ‘Las viejas amistades’, con Analí Cabrera, Athala Meza, Teddy Guzmán y Amparo Brambilla; ‘2inverti2′ con Sandro Monzante y Paco Bazán. Esta última obra fue un gran éxito, llevó mucha gente al teatro, recuerdo que tuvimos que extender la temporada. También hemos tenido ballet, ‘El Cascanueces’, y espectáculos de Carlos Álvarez, Kimba Fá, Yola Polastri.... Han sido más de 64 obras”, refiere.

Entre las apuestas del Canout también destacan “Marat / Sade” con el recordado Aristóteles Picho; “Loco, locas y loquitas”, con las actuaciones de Miguel Barraza, Carlos Vílchez, Germán Loero, Karen Dejo y la argentina Coty Álvarez; “La escalera” con Reynaldo Arenas y Jorge López Cano”, entre otras.

Con la llegada de la pandemia del coronavirus al Perú y las medidas de salubridad dispuestas por el gobierno, a inicios de 2020, se tuvo que cancelar “La jarana electoral”, show de Carlos Álvarez, que en ese momento se presentaba en el Canout. Al dejar de percibir ingresos, Efraín Aguilar volvió a recurrir a sus ahorros, pero estos solo le alcanzaron para cubrir los gastos hasta noviembre de ese año. El 1 de diciembre, el productor tomó la drástica e inevitable decisión de dar un paso al costado.


Detrás de escenas. FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO
Detrás de escenas. FOTOS: ALESSANDRO CURRARINO/EL COMERCIO
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Le dije a los dueños que me tengo que retirar porque el dinero no me alcanzaba para seguir pagando el alquiler, casi diez mil dólares mensuales, además de los gastos de agua y energía eléctrica. Me ofrecieron un descuento, pero igual ya no daba más. No sabes cómo me siento, he hecho hasta lo imposible, he buscado socios para comprarlo, he buscado apoyo del gobierno, he intentado por el lado de Reactiva Perú, y nada. La cultura del país pierde un elemento principal: un teatro menos, pues tengo entendido que será demolido para hacer edificios”, destaca.

Izq.: Placa en honor a la señora Clara Canout, sin la cual el teatro jamás habría existido. Der.: el icónico letrero que pronto desaparecerá. Fotos: Alessandro Currarino para El Comercio.
Izq.: Placa en honor a la señora Clara Canout, sin la cual el teatro jamás habría existido. Der.: el icónico letrero que pronto desaparecerá. Fotos: Alessandro Currarino para El Comercio.

NO A LO VIRTUAL

En medio de la incertidumbre que vive el mundo sobre la pandemia, Efraín descarta la posibilidad de hacer teatro virtual. “Eso no es teatro, porque no tiene público, el actor tiene que sentir al público, ver sus reacciones, si se divierte, ríe o llora con el espectáculo. Me da mucha pena, pero eso no se lo mío, yo soy conservador, ortodoxo”, remarca.

Fotos: Alessandro Currarino para El Comercio.
Fotos: Alessandro Currarino para El Comercio.
/ ALESSANDRO CURRARINO
Fotos: Alessandro Currarino para El Comercio.
Fotos: Alessandro Currarino para El Comercio.
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FUTURO INCIERTO

Una vez culminada la pandemia, Efraín planea buscar un nuevo refugio, uno más pequeño, para albergar sus puestas en escena y todo el material que ha decidido conservar. “Tener 76 años no me quita el entusiasmo de seguir intentado. Soñaba con que mis cenizas las pusieran en el teatro Canout, ahora no sé a dónde van a ir”, subraya.

Efraín Aguilar hizo hasta la imposible para evitar el cierre del Canout. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
Efraín Aguilar hizo hasta la imposible para evitar el cierre del Canout. (Foto: Alessandro Currarino / El Comercio)
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