Lo que más recuerda de su niñez son los paseos en familia por las afueras de Lima. Cieneguilla y Chaclacayo siempre fueron los lugares favoritos para ir de picnic. Hasta que Emilia Drago cumplió 12 años. A esa edad sus hermanos mayores, tres varones y una mujer, “ya estaban en otra”, recuerda. Así que las excursiones cesaron. Sin embargo, crecer junto a ellos se acostumbró tanto a estar acompañada que no era raro escucharla decir que de grande tendría muchos hijos. Ahora, a los 31 años, la bella actriz es feliz con dos niñas, fruto de su relación con Diego Lombardi.
Su segunda experiencia materna llegó en plena cuarentena y dio origen a uno de sus mayores deseos dentro de la actuación: crear su primer unipersonal. Tomando como base sus propias experiencias, y con Paloma Reyes de Sá como directora, Emilia retrata en clave cómica el complicado aprendizaje de ser madre y reflexiona sobre este angustiante y a la vez reconfortante proceso. En medio de los ensayos de “Llámame mamá” y los ajetreados días con dos pequeñas en casa, la hija de Roberto ‘Titín’ Drago responde a nuestras preguntas para contarnos sobre su frustrado sueño de estudiar danza, sus inicios en la televisión y su personal mirada al nuevo mundo que Luna y Lara le regalaron.
Sabemos que provienes de una familia futbolera y que te gusta este deporte ¿llegaste a practicarlo?
Mi papá tiene una academia de fútbol, pero cuando yo era chiquita la academia no era mixta. Actualmente ya lo es. No era que yo tuviera clases, lo que jugaba era algo así no más. Acompañaba a mi papá al entrenamiento y a mis hermanos a que jueguen.
¿Nunca quisiste aprender un poco más?
De chiquita no, pero en el colegio los dos últimos años sí jugaba en las olimpiadas. Lo hacía bien, pero no era algo a lo que yo me quisiera dedicar de manera más constante. A mí lo que siempre me gustó fue bailar. Toda mi energía la utilizaba para eso. Jugar fútbol era para el chongo.
Bailas marinera y música peruana en general desde niña, ¿por qué lo dejaste de lado por varios años?
En mi colegio yo era bailarina de folclor. Era un elenco grande con un profesor muy bueno. Nos íbamos a concursar, de viaje, había un nivel muy alto. A mí me encantaba y sí, yo en un momento pensé en dedicarme a esto. Pero en quinto de secundaria me detectaron unas hernias y mientras me hacían exámenes llegó un momento en que no podía ni caminar y me tuvieron que operar.
¿Bailabas aun después de que te detectaron esas hernias?
Sí, cuando recién me empezó a doler yo seguía bailando porque pensaba que era cualquier cosa menos una hernia. Habré aguantado unos meses, tres o cuatro, y después cuando me dijeron que me tenía que operar sentí que me truncaron un poquito la vida que yo tenía pensada con el baile. Para ese entonces yo ya había ingresado a la universidad. A pesar de que yo quería estudiar baile, por haber estado en el tercio superior tenía acceso a varias universidades, así que metí a la Católica a estudiar Artes de la Comunicación. A mi me operan en diciembre y ahí no más terminaba el colegio. No estuve las últimas semanas, es más con las justas fui a la fiesta de promoción, pero no podía bailar ni nada.
¿En qué momento decides incursionar en la actuación?
Fue en el verano siguiente. Antes de empezar la universidad es que me meto a un taller de actuación. Igual yo ya había tenido cierta experiencia en la actuación porque en el 2004 había hecho un papel pequeño en una novela que se llamaba “Besos robados”.
¿Habías estudiado algo previamente?
Hubo un pequeño taller que llevamos los que hicimos la novela, pero fue algo rápido. Pero fue recién cuando me dijeron que no podía bailar que, después de haber estado molesta con la vida, me metí a hacer un taller de actuación en Iguana. Después de eso recién empiezo la universidad y a trabajar en diferentes cosas. Fue mucho después cuando retomo el baile.
¿Y ese gusto por el baile lo heredaste de algún familiar o cómo fue que despertó tu interés?
A mi madre le gusta bailar, no sé si lo heredé de ella, pero tengo recuerdos de haber estado bailando todo el día en mi casa con cualquier tipo de música. Me miraba frente al espejo y ahí me ponía a bailar. Ya cuando era más grande y sabía cómo meter un casete en la radio lo hacía. Mi mamá dice que siempre me movía y movía. Pero el amor por las danzas folclóricas es algo que sí llegó con el colegio. Desde primero o segundo grado de primaria gracias a los profesores del Santísimo Nombre de Jesús, Adrián y Elvira Uribe, nació mi pasión por los bailes peruanos. Ya más adelante cuando estaba en secundaria y era parte del elenco oficial aprendí mucho. La marinera fue el baile con el que yo me quedé. Cuando salí del colegio y empecé a actuar, lo único que retomé de manera profesional fue este baile.
Y también participaste en varios concursos de marinera.
Sí, hace bastante tiempo. Desde hace unos 10 años que lo hago, pero no en tantos porque la competencia es un estrés. A mí me gusta bailar por pasión.
Después del taller de Iguana ¿qué sigue en tu carrera?
Surgió el programa infantil “Zoombate”, que hice con Joaquín Vargas, Cati caballero y Patty Wong. Duró unos cuantos meses y es a raíz de ese programa que me llaman de “Habacilar”, para ser una de las modelos. Justo en ese tiempo me metí en otro taller de actuación un poco más profesional, con Bruno Odar. Todo ese año me la pasé entre mis clases en la universidad, el programa y el taller. Es a partir del año siguiente que se me empiezan a abrir más oportunidades para actuar y me voy de “Habacilar”.
¿Crees que la danza que practicas desde niña te preparó para la actuación?
En varios sentidos. Para empezar la responsabilidad, yo ya sabía lo que significaba serlo con un grupo y conmigo misma. Todas las horas de ensayo, el esfuerzo, las presentaciones y todo eso. Ya tenía un orden y disciplina. Se parece mucho al trabajo que uno hace en una obra de teatro o en una novela. Y también creo que, particularmente a mí, el saber bailes peruanos me ha ayudado. He hecho un montón de personajes que han tenido que bailar y me han escogido en algunos precisamente porque bailo. Ha sido algo importante. Inclusive en el casting de “Asu mare” me pidieron bailar festejo. No me pidieron que actué sino que baile. También me hicieron bailar una salsa con Cachín. Después un par de cositas de actuación, a ver di esto, lo otro y ya. Prácticamente fue un casting de baile.
En ese entonces tu ya tenías cierta experiencia como actriz…
Ya había hecho varias cosas. Obras de teatro y participado en varias teleseries.
Pero no cine. Aparte de “Asu mare” hiciste otra película, “Una comedia macabra”. ¿Cómo te fue en esa nueva experiencia?
El papel que me tocó era muy chévere porque era una chica que estaba locaza porque se acababa de enterar que su enamorado le había sido infiel. Yo la pasé bien, pero lamentablemente no tuvo el éxito que se esperaba a pesar de ser una película simpática. Grabamos con Adal Ramones, también estuvo Jessica Cediel, una presentadora colombiana muy conocida. Conocí a grandes compañeros, a Sandro que es un gran director y justo por esas fechas salí embarazada de Luna. Tengo un recuerdo muy bonito de esa experiencia.
De todos los personajes que has interpretado, ¿cuál ha sido el más difícil de construir?
Tal vez en el teatro he tenido más retos interesantes. Me acuerdo de “Esta obra es un desastre” o de “Los 39 escalones” donde tenía que hacer como cuatro personajes, era una locura. En televisión fue algo complicado hacer mi personaje en “Ven, baila quinceañera” porque era una malvada, súper mala. Fue difícil sacar ese lado oscuro.
Hace siete años en una entrevista dijiste que no te gustaría salir del país si tu carrera no estaba consolidada. En este momento ¿sientes que ya has logrado consolidarte?
Creo que no se trata de consolidar una carrera. La carrera del actor está en constante cambio y siempre llegan nuevos retos. Pero, la verdad, es que actualmente sí me siento preparada para asumir retos en el extranjero. Más allá de haber hecho mucho o poco aquí, creo que es una cuestión de seguridad, de madurez. Ahora estoy más segura de mí, sé que cosas puedo hacer y qué no. Me esfuerzo mucho más.
¿Tuviste la posibilidad de irte fuera del país?
Hice castings a lo largo de estos años, pero nunca ha salido nada. Pero, por otro lado, creo que uno tiene que irse como lo han hecho muchos compañeros. Como Marco Zunino o como Stephanie Cayo. Creo que para tener una carrera internacional hay que ponerle un punche diferente. Es un pendiente en mi vida lograr que mi carrera se internacionalice. En algún momento lo quiero hacer. Con mis hijas cargadas, no importa, pero algo haré.
De haberte ido a otro país a ver qué pasaba, tu historia probablemente hubiera cambiado…
Sí, totalmente. Pero yo ahorita estoy feliz con mi vida familiar. Me encanta ser mamá, tener dos niñas, una familia. Y no veo que haya impedimento ahora como para poder hacer otras cosas en el extranjero. De repente a la inversa te da más miedo. Porque cuando no tienes hijos tu carrera siempre está primero, vas postergando tus ganas de ser mamá. Y en mi caso, esto en mi vida ya lo tengo, así que si voy a probar suerte en otro lado mi familia me va a acompañar.
¿Cómo viviste tu primera experiencia materna?
Me sentía muy especial, engreída. Tenía miedo, pero era más grande mi felicidad de estar embarazada. Veía todos mis cambios corporales y hormonales con amor. Creo que esto pasa mucho en los primeros embarazos. El segundo fue diferente porque estuve en cama con una amenaza de aborto. Tuve unos hematomas que fueron producto de una trombofilia, que es una condición que yo tengo. Entonces fue un embarazo más al susto. Tenía que cuidarme más y por eso tenía mucho más miedo. Cuando empecé a sentirme más tranquila nos mandaron a nuestra casa y no hubo tiempo de disfrutar. Mi energía estaba enfocada en que mi hijita mayor esté bien, hacerle una rutina activa, limpiar, cocinar, todo lo de la casa. Hasta me olvidé del embarazo, pero cuando me vinieron contracciones tuve que parar la mano.
Tu primera hija la tuviste casi a los 29 años, ¿siempre soñaste con formar una familia?
Siempre he sido una persona muy familiar. Por el hecho de haber sido cinco hermanos para mí era muy natural pensar en que tendría hijos y que iba a casarme. No sabía cuándo, pero si era algo que deseaba. Entonces conocí a Diego. Me casé un poco chibola, pero yo estoy contenta de haber tenido a mis hijas a la edad que las tuve.
¿La idea de hacer este unipersonal “Llámame mamá” aparece recién cuando estas embarazada?
Siempre quise hacer un unipersonal y contar mi experiencia de vida. Soñaba con hacer un espectáculo, siempre tenía estas cositas. Desde hace algún tiempo, soy mucho de contar las cosas que me han pasado. Escribí un libro hace tres años, comparto cosas en las redes, creo en esto de que si uno comparte sus cosas se siente acompañado. Es bueno saber que no eres el único al que le pasa tal o cual cosa. Por ejemplo, que nuestro cuerpo queda hecho una cochinada después del embarazo, aunque algunas personas de la farándula no sé cómo quedan regias.
¿Cuántos kilos subiste?
Subí 14 kilos, pero ya los estoy bajando, me falta poquito. Pero es que el cuerpo te queda como un pellejo colgando. Mi barriga fue tan grande que ahora tengo que hacer ejercicios para que mi piel se pegue de nuevo. Yo igual lo cuento, lo escribo, comparto estas cosas. Este unipersonal es una necesidad mía de compartir, de expresarme, de liberarme a través del humor. Es una comedia donde se tocan un montón de temas de mi maternidad, pero de una forma graciosa y alocada. Te topas con una mujer que está al borde del colapso de nervios, que está agotada porque los niños demandan un montón de atención. Lo particular de este unipersonal es que hay momentos en que hago una especie de llamada a mi mamá.
¿Por ayuda?
Y por consejos. Para preguntarle por muchas cosas, además yo le cuento lo que me pasa, de la demanda de atención que requieren los niños y al final lo que yo hago con ella es lo que mis hijos hacen conmigo. Es un juego divertido entre lo que me pasa a mí y a la vez hacer que mi madre escuche todo el día mis quejas.
Es que ser madre no significa que hayas dejado de ser hija.
Claro, es eso, como paso de ser hija a madre. Y cómo de mamá, además, entiendes y valoras mucho más lo que una mamá hace por ti. Por ejemplo, te das cuenta al preguntarte ¿quién te enseñó a lavarte los dientes, a caminar, a vestirte? Son cosas simples de la vida, pero que a veces no te das cuenta hasta que te conviertes en mamá.
¿Desde cuándo empezaste a trabajar esta idea?
Ya tenía la idea dándome vueltas, pero fue cuando nace Lara, pasadas un par de semanas, que le escribo a Paloma, que es mi directora. Para mí ella era la única persona que podría trabajar esto conmigo. Es mi amiga y una capa para la comedia. Entonces yo le escribí y le dije lo que quería hacer. Paloma se reía de mí y me decía “¿Qué? ¿Tú no acabas de dar a luz? Yo no podría ni estar pensando en hacer algo en este momento”. Pasaron las semanas y retomamos el tema. Queremos que las personas que vean este espectáculo puedan pasar un momento muy divertido. Reírse de sí mismo, de mí, de la maternidad, de las locuras. Este unipersonal toca un poquito de todo.
¿Por ejemplo?
A ver, yo hago varios personajes de mí misma. En algún momento invito a una conferencia anual de autoayuda, donde entran a conversar diferentes partes de mi cuerpo, entra mi ombligo, mi ojo, una estría, mi vagina que quiere hacer su monólogo, y voy soltando mis experiencias, todos estos traumas que las mamás tenemos con nuestro cuerpo. Hablo de la lactancia, pero de una forma muy graciosa. Hago un coaching para enseñar cómo hacer dormir a un bebé y también bailo. Son momentos divertidos amarrados a esta gran llamada que le hago a mi mamá.
¿Cuál consideras que ha sido tu mayor aprendizaje como madre?
Mis padres me dicen “¿tú crees que esto es un problema? Espérate cuando tu hija tenga 18. Creo que he aprendido a conocer realmente el amor incondicional. El darte cuenta de que existen dos personas que amas con todo tu ser y que realmente darías la vida por ellas. Cuando tienes hijos le encuentras el sentido a esa frase porque dejas de ser tú y lo más importante son ellos. Sobre todo cuando son bien chiquitos.
Crees que la maternidad es más una decisión o, digamos, “un llamado de la naturaleza”? Lo digo porque la sociedad a veces nos hace creer que todas las mujeres deben ser madres.
Yo respeto bastante a quienes no quieren serlo. Creo que no todas sienten esa necesidad y está bien. Pero también conozco a muchas amigas yo misma he sentido que es una cosa media animal, de naturaleza. De pronto ves a un bebito y es como un instinto. Por supuesto que también creo que es una decisión, pero creo que la decisión viene después de sentir ese llamado natural.
¿Ha sido difícil para ti adecuarte al formato virtual debido a la coyuntura?
Sí, pero por otro lado ha sido muy divertido. Este formato nos está permitiendo hacer cosas distintas a si te paras en un escenario. El teatro virtual te da la particularidad de acercarte, alejarte, salir, entrar, cambiar de luces. Hay un montón de recursos audiovisuales para hacer el show en tu casa. Pero también es un salto al vacío porque no tienes un público, así que no tienes idea de que lo que estas haciendo le está gustando a alguien. Es una sensación bien rara, además creo que no es eterno. La pandemia va a terminar, en medio año o en uno, pero va a terminar y esto que estamos haciendo todos también.
Entonces, ¿es como un experimento?
Tal cual. Para mí es un reto gigante, sea virtual o presencial, porque estamos hablando de una obra donde yo hago todo. Hablo todo el rato, me cambio, saco y meto cosas. Es un vértigo, bien loco.
La cuarentena fue parte de tu segundo embarazo. ¿Qué problemas te trajo?
Muchos. La verdad, es que yo no tenía nada listo para mi Lara. Había mandado a hacer muebles para su cuarto y nunca llegaron. No tenía nada de ropa. Había guardado unas cuantas cosas de Luna, pero ella nació en verano y Lara llegó casi en ivierno. Algunas cosas las ha heredado de amigas. Ya cuando empezaron a hacer delivery fui comprando algunas cosas. La cercanía de la familia también fue muy diferente, ese lado emocional. El baby shower tuvo que ser virtual. No era algo esencial, pero lo hicimos por Luna. Era en realidad una preparación para que ella entienda la llegada de su hermanita y que estábamos haciéndole una celebración especial porque ya iba a llegar. Luna ya se había ilusionado y tuvimos que hacerlo por zoom.
¿Tienen pensado tener otro hijo en unos años?
Con dos estamos más que bien. Yo en algún momento decía que quería más, tres, pero la verdad ahora es que no. Es un chambón actual y estar embarazada también. Por lo menos en mis planes no está, pero yo creo en dios y uno nunca sabe. Estoy feliz de ser madre de dos niñas, no siento todavía la necesidad de ser madre de un niño, así que mi lado maternal para uno está cubriéndose con mis sobrinos. La realidad nos ha pegado en la cara. Los colegios son carísimos, recién hemos pagado una cuota inicial por Luna.
¿Has dejado algún proyecto pendiente?
Principalmente un libro. Mi segundo libro, que es una co-escritura con Cristina Señoran que es una amiga que es couch, especialista en post parto. Hicimos un manual para el embarazo y post parto que se llama “Este cuerpo no es mío”, con Editorial Planeta. Iba a estar en al Feria del Libro, pero se truncó. Ahora entramos a una etapa de cola y no sabemos bien cuando va a salir. El libro se quedó en la puerta de la imprenta literalmente. En actuación, probablemente el próximo año, cuando regresen los cines, se va a estrenar “Cosas de amigos”. Una película que terminamos de grabar en febrero y que iba a salir en setiembre. También el próximo año reestrenamos “Todos vuelven”, la obra que hicimos con Preludio. Se supone que vamos a hacer una temporada por el Bicentenario.
Más información: “Llámame mamá” va el 3, 4, 5, 10, 11 y 12 de septiembre, a las 9 p.m. Entradas en pre-venta disponibles en Joinnus Live.
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