ALBERTO SERVAT
“Los locos Addams” ha vuelto a nuestra cartelera. Se trata del mismo montaje, interpretado por el mismo elenco, tal como lo vimos el año pasado. Lo que nos permite escribir unas líneas sobre una obra que ha sido toda una sorpresa.
Se trata de una versión bastante fiel al original, el musical escrito por Broadway en abril del 2010. Una comedia elaborada alrededor de los disparatados miembros de la familia Addams, tan conocidos por los cómics, la televisión y el cine.
Pues bien, el joven director Doménico Poggi asumió el reto de poner en escena un show con muchos elementos en juego y un riesgo tremendo. Porque ”Los locos Addams” se inscribe en ese universo del teatro de entretenimiento donde todo tiene que ser más grande que la vida y la precisión una herramienta valiosa. Sucede con este género que si sus piezas no componen el rompecabezas perfecto es muy probable que naufrague. Y he sido testigo de grandes naufragios y en los escenarios más variados. Pues bien, Poggi logra mantenernos atentos durante toda la duración del show porque su trabajo tiene la vitalidad necesaria para que el espectador se quede interesado a la espera de las sorpresas y a las frases ingeniosas. Conseguir esa atención en medio de una comedia disparatada con canciones y elaboradas coreografías es un logro tremendo.
Al show le falta un mayor cuidado en su ejecución y control sobre los muchos elementos que maneja. Por ejemplo, en la escena del tío Lucas y la luna, el artificio no logra lucirse del todo por una iluminación pobre y un ritmo apresurado. Tampoco funciona la escenografía y no precisamente en los grandes formatos, sino más bien en los detalles. Sin embargo, nada de esto empaña el trabajo conjunto. La obra es sólida pese a sus defectos.
Es un show con personalidad y se pone de manifiesto desde el número musical que abre el espectáculo, que es de lo mejor en muchos aspectos: precisión, coreografía e interpretación. Ahí está un talento al que debemos prestar atención y seguir en un futuro inmediato. Es cierto que a lo largo de la obra no vuelve a conseguir el mismo efecto, pero tal vez sea porque es una escena creada para sorprender de entrada. A partir de ese momento Poggi se las arregla para mantener la frescura y el ingenio.
Sobre el reparto podemos señalar que hay un buen trabajo conjunto. Diego Bertie se muestra totalmente confiado como Homero y toma el papel con aplomo y cinismo, elementos que alimentan a su personaje y lo hacen una buena creación. Menos interesante me parece Fiorella Rodríguez. Es cierto que tiene la figura apropiada para Morticia y se apoya en ello para construir el personaje. Pero ahí comienza y terminan sus logros: en la apariencia. El trabajo de los actores más jóvenes (Brando Gallesi, Luis Baca y Gina Yangali) posee el entusiasmo que sus personajes necesitan. Hay una tremenda identificación y eso va en beneficio del resultado.
“Los locos Addams” tiene además un ingrediente que probablemente sea la razón del efecto que causa en la platea: corazón. Y eso se agradece.