"Vergüenza", uno de los mejores montajes del 2014 [CRÍTICA]
"Vergüenza", uno de los mejores montajes del 2014 [CRÍTICA]
Redacción EC

ALBERTO SERVAT

El escenario es netamente neoyorquino: un departamento en el Upper East Side en el que una pareja de esposos conversan animadamente. Es el punto de partida de , drama de , un escritor estadounidense de origen pakistaní y cuya trayectoria profesional comenzó como actor. La notoriedad le llegó cuando recibió el del 2013 por esta obra teatral.

La trama de (“Disgraced” es el título original) se inicia como una típica pieza de conversación en la que diálogos aparentemente triviales van dando paso a comentarios bastante más serios y, poco a poco, reveladores. Pero a diferencia de otras obras con esta estructura (me viene a la mente , de ), en esta oportunidad la agudeza de los diálogos, el ingenio de las respuestas y la composición de las escenas son tan logrados que componen un todo superior. La articulación de sus elementos consigue una obra contundente, con una idea principal muy contemporánea pero con la capacidad suficiente para tocar otros temas que no se agotan en una época determinada. No es una obra oportunista centrada en un tema del que todos hablan. Su proyección es más ambiciosa porque toca la vida misma.

“Vergüenza” habla de la identidad. De la identidad racial, de la identidad nacional, y también de la reconstrucción del individuo que intenta escapar de sus propias raíces. Un tema permanente en la dramaturgia occidental y sobre todo en la estadounidense, donde tanto se alaba al hombre 'self made', es decir el hombre que se ha forjado a sí mismo. Pero desde el romanticismo de los viejos 'westerns' el hombre hecho a sí mismo ha conocido otras dimensiones. Ahí está Don Draper, el protagonista de , y también Amir Kapoor, el protagonista de “Vergüenza”.

A través de Amir el autor examina una serie de malestares del mundo contemporáneo. Principalmente el racismo en medio de una sociedad políticamente correcta. Los cuatro protagonistas de la historia pertenecen a diferentes etnias. Cada uno tiene sus propios temores y sus propias ideas frente a la condición del otro. Pero Amir se encuentra al centro debido a la situación política del momento, al papel del islam en la actualidad. Pero ni Isaac ni su esposa Jory, judío y afroamericana respectivamente, escapan de los comentarios y etiquetas una vez que se desata el enfrentamiento. La voz de alerta con respecto a la realidad la ofrece Abe, sobrino del protagonista, y cuya juventud lo aleja un poco de los prejuicios.

La obra recorre todas las emociones. Y es especialmente directa en un punto: el individuo es el principal enemigo de sí mismo. Y Amir es víctima de sus propios temores, de su tremenda preocupación por ocupar una posición sólida en un medio profesional implacable.

Esta es la obra. Y si podemos disfrutarla en toda su dimensión es por el buen trabajo que ha realizado , en su primer trabajo como directora teatral.

Haríamos mal en considerar a Martínez como una debutante. Conociendo su trayectoria sabemos que su trabajo como productora de televisión le ha dado experiencia en el manejo de un equipo. Además, como actriz es siempre creativa y ha participado activamente en la creación de sus personajes. El resultado de su trabajo en “Vergüenza” no es casual. En cada aspecto de la puesta en escena notamos un riguroso control de los elementos. Desde los objetos en el escenario hasta los movimientos de los actores.

Y, claro, la correcta elección del reparto permite una correcta fluidez del texto y el equilibrio emocional que un director menos identificado con la actuación tal vez no podría encontrar.

logra el trabajo más interesante de su carrera como actriz. La ausencia de histrionismo en su caracterización y el tono ideal, sobre todo en las escenas iniciales, nos descubren a una actriz con muchas más posibilidades que las habituales en su registro. También compone un trabajo muy acabado. Ajeno totalmente a las grandes demostraciones dramáticas que los clásicos le pueden permitir. Contenido en su ira, protagonista de su desgracia, Iza conmueve a cada instante. Y Martínez elige no mostrar su dolor, dejándolo de espaldas a la platea en un momento clave para conocer sus sentimientos. Una decisión riesgosa pero que calza de manera oportuna en el montaje.

Siempre es interesante ver a  sobre el escenario. Sabemos desde un comienzo que se trata de un actor con algo nuevo que mostrar. En esta ocasión se conduce de manera cerebral sin tratar de eclipsar a sus compañeros de escena. Y el resultado no puede ser mejor. Me habría gustado ver a un Isaac un poco más sofisticado, pero es un tema de gustos. Por su parte, interpreta con seguridad un personaje en quien recaen algunas de las frases más ingeniosas del diálogo. Pero no las convierte en un show personal sino que las pone al servicio de la escena y eso, en una obra como esta, se agradece. Aquí no hay lugar para vedettismos porque la obra es la principal atracción y nada debe distraernos de ello. Norma Martínez y el magnífico elenco ensamblado así lo comprenden y así lo presentan. Un trabajo muy inspirado y uno de los mejores montajes en lo que va del año.

FICHA
Autor: Ayad Akhtar
Dirección: Norma Martínez 
Actores: Miguel Iza, Vanessa Saba, Leonardo Torres, Ebelin Ortiz y Renato Rueda.
Dónde: Teatro La Plaza, Larcomar. De jueves a lunes a las 8 p.m. Los domingos a las 7 p.m.

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