No hay debate alguno que permita que Adolfo Hitler sea puesto como ejemplo. Las atrocidades cometidas por el régimen nazi no dejan espacio para las dubitaciones al respecto. Por eso, cuando el primer ministro peruano, Aníbal Torres, destacó la construcción de carreteras realizada durante la Alemania nazi la indignación y el repudio por sus palabras no tardaron en llegar.
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En concreto, el jefe del Gabinete atribuyó al dictador y genocida de origen austríaco, que gobernó Alemania entre 1933 y 1945, el haber convertido a ese país europeo en una potencia en infraestructura.
“Sin infraestructura, el país no puede desarrollarse. Las vías de comunicación son como las venas, las arterias en el ser humano para poder sobrevivir, para poder avanzar. Les pongo un ejemplo: Italia, Alemania, eran igual que nosotros. Pero, en una oportunidad, Adolfo Hitler visita Italia, el norte de Italia, y [Benito] Mussolini le muestra una autopista construida desde Milán a Brescia. Hitler vio eso, fue a su país, y lo llenó de autopistas, de aeropuertos, y convirtió a Alemania en la primera potencia del mundo”, dijo Torres en una sesión descentralizada de Consejo de Ministro desde Huancayo (Junín).
En diálogo con El Comercio, el historiador Juan Luis Orrego destaca que para los profesionales de su campo es muy incómodo hablar de los aspectos positivos del régimen de Hitler, pues “cualquier progreso se ve opacado por las acciones del genocida y por la locura nazi por el nacionalismo, los campos de concentración y los horrores cometidos por ese régimen”.
No es poco común que se le atribuyan a Hitler el haber alcanzado enormes logros en infraestructura y desarrollo para Alemania. Sin embargo, el historiador Rodrigo Murillo Bianchi es tajante al afirmar que eso es una mentira en sentido estricto.
“Es una falsedad que debe su existencia a un mito, que yo catalogaría de efectivo, y hasta cierto punto fidedigno como argumento político, de lo que pretendió ser el nacionalsocialismo alemán en sus primeros años. Cuando llegan al poder, los nazis eran una fuerza política muy novedosa en el mundo. El nacionalsocialismo quería alardear de su modernidad y en ese contexto las carreteras, el automóvil, el avión, los motores, las máquinas jugaban un rol preponderante”, dice a este Diario.
El mito, añade el experto, nace cuando Hitler lanza el programa de construcción de las autopistas en Alemania y se toma una foto con pico y placa junto a una carretera que estaba empezando a construirse. Su intención era que el nacionalsocialismo fuera considerado una fuerza de la modernidad que miraba hacia adelante, que, en sus concepciones racistas, no mirara hacia el pasado, sino que representaba, supuestamente, el último adelanto científico.
“Como mito, como argumento político empleado de los nazis, fue algo muy real. Ahora, la historia nos dice algo diferente”, agrega Murillo.
Un mito y datos inexactos
El mito del que habla Murillo se basa en que a través de las políticas de los nazis los alemanes lograron acabar con la crisis económica atroz que padecían no solo como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, sino también, y, fundamentalmente, del crack de la bolsa de valores de 1929.
“Se suele hablar de las obras de infraestructura y la industrialización que vivió Alemania durante el régimen nazi porque sí hubo un progreso notable en Alemania en esa época”, dice Juan Luis Orrego.
El historiador señala que hay tres logros importantes de la Alemania nazi en el campo de la economía y de la infraestructura. Uno es la infraestructura en autopistas. En segundo lugar, el régimen nazi dio mucha relevancia al desarrollo industrial, que se vio reflejado, por ejemplo, en el crecimiento de la industria automotriz. Todo esto derivó en un tercer logro, que es el desarrollo científico y tecnológico, lo que hizo que Alemania se pusiera a la vanguardia del planeta en muchos campos.
Ahora bien, es importante enfatizar que la base para estos logros se gestaron mucho antes de la llegada del genocida al poder. “No es que Alemania fuera un país desvalido antes de Hitler. El imperio alemán desde finales del siglo XVIII, desde el segundo Reich, impulsó la industrialización del país. Alemania ya era una potencia industrial antes de la primera guerra mundial. Desde la época del káiser Guillermo se inició la industrialización porque Alemania tenía que equipararse a Francia e Inglaterra. Lo de Hitler solo pudo impulsarse porque ya existía una experiencia y conocimiento previos”, dice Orrego.
Aunque hay debate sobre si Hitler fue el impulsor real del crecimiento de las empresas de automóviles alemanas y de las carreteras, Murillo recalca que los nazis y Hitler nunca quisieron mostrarse como los inventores de la autopista, sino que buscaban promover la imagen de un régimen moderno, industrializado, que no creía en la cháchara antigua de las democracias.
“Los nazis alababan el futuro, el instinto, tenían una imagen idealizada de la violencia y, en ese sentido, las máquinas, en cuanto elementos que retaban al hombre hacia una modernidad desconocida, jugaban un rol fundamental. Es por eso por lo que él se trata de vender como el líder que apuesta por las máquinas”, explica.
Agrega que si hay personas que creen lo contrario es porque se quedaron en las investigaciones de los años 70, que resaltaban que Hitler, dentro de su brutalidad, consiguió grandes cosas para Alemania. “Pero las ultimas investigaciones históricas y la desclasificación de archivos fundamentalmente de la Unión Soviética, que fue el que tomó Berlín, muestran que los mitos en los que se creía sobre este tema eran falsos”.
Propaganda y el objetivo real
Otro punto clave sobre el tema es que el régimen nazi dio mucha importancia al desarrollo industrial porque, en realidad, tenía el objetivo del rearme de Alemania.
Al respecto, el historiador Arnaldo Mera señala que la Alemania nazi tenía una doble intención con la construcción de las carreteras.
“Hitler tenía una mentalidad bélica y de revancha de la primera guerra mundial. Hitler llega al poder con esa idea, el pueblo lo elige no pensando en una nueva guerra, pero él sí tenía en su cabeza hacer una nueva guerra, entonces las carreteras a él le facilitarían la movilización de sus tropas, como lo llegó a hacer, en la segunda guerra mundial. No fue con intención de darle al pueblo mejores caminos, había un trasfondo en su mente macabra”, dice a El Comercio.
Ahora, cualquiera podría decir que los avances en carreteras e infraestructura prueban que los nazis consiguieron algo positivo, pero Rodrigo Murillo afirma que aquí también la respuesta es engañosa porque lo que acabó con el desempleo en Alemania fue la industria armamentística.
Considera que desde que Hitler toma el poder en 1933 es bastante claro en que su objetivo era anular las condiciones del Tratado de Versalles, con el que acabó la Primera Guerra Mundial y que imponía a Alemania una serie de medidas draconianas, entre las que estaba que ese país no debía tener prácticamente fuerzas armadas.
“Hitler quería acabar con este pacto, su objetivo real era militarizar a Alemania, por eso movilizó a la gigantesca industria de Alemania para cumplir esa promesa. Es a través de esa política armamentística que él acaba con el desempleo en Alemania. Pero a la larga eso no le hizo ningún bien a Alemania porque esas políticas armamentísticas le imponían al país la obligación de buscar la guerra y porque terminaron en la masacre del pueblo alemán en la Segunda Guerra Mundial”, señala.
“De ninguna manera se puede alabar a Hitler como un estadista porque sus propias políticas no solo le hicieron un daño brutal a los judíos y otras minorías, sino que casi acabó con su propio pueblo”, agrega.
Una de las claves para que el genocida impusiera la idea de modernidad fue la maquinaria de propaganda de la que disponía. Arnaldo Mera agrega que los nazis “trabajaban para dar una impresión de prosperidad, lo que incluía lo de las carreteras”. Eso sumado al carisma de Hitler contribuyó a alimentar el mito sobre el gobernante.
“Ahora, ninguno de los logros implica que este gobernante pueda ser valorado por ellos porque cometió crímenes de lesa humanidad”, sanciona Mera.
“Ellos querían vender esta modernidad como sustento de sus teorías de interpretación racista. Hitler no quería promoverse como el gran gestor de las autopistas en Alemania, lo que él quería, y que hasta cierto punto consiguió, era que su régimen se identificase con el futuro y la modernidad. Ahora, cuando vemos que hubo pleno empleo en Alemania y que la crisis económica se solucionó, es muy sencillo identificar a Hitler como el gestor de todo, pero realmente lo que puso fin al desempleo fue la política de rearmamento que luego casi acabó con la exterminación del pueblo alemán y de gran parte de Europa”, concluye Murillo.
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