La batalla por desarrollar la vacuna contra el coronavirus tuvo este martes un punto de quiebre cuando Vladimir Putin anunció al mundo que Rusia se convirtió en el primer país en otorgar la aprobación a una vacuna COVID-19, después de menos de dos meses de pruebas en humanos.
Sin embargo, la vacuna, bautizada como Sputnik V, ha generado dudas dentro de la comunidad científica internacional y la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que antes de cualquier “precualificación” de su parte, tendrá que examinar a través de “procedimientos rigurosos” los datos recabados mediante ensayos clínicos.
- Putin asegura que Rusia tiene la primera vacuna aprobada contra el COVID-19
- Rusia asegura que más de 20 países solicitaron hasta 1.000 millones de dosis de su vacuna contra el coronavirus
- Alemania cuestionó la “calidad, eficacia y seguridad” de la vacuna rusa contra el coronavirus anunciada por Putin
Rusia, que espera empezar la producción de la vacuna a partir de setiembre, hizo el anuncio pese a que los ensayos todavía no han terminado y que la fase 3, que se realiza con miles de personas, recién está por iniciar.
El Comercio conversó con el internacionalista italiano Francesco Tucci sobre las razones políticas tras el anuncio ruso sobre la vacuna y de los riesgos que asume ese país a nivel internacional. “Lo mejor en este momento es ser prudentes”, afirma el también profesor de la PUCP y la UPC.
— ¿Qué significa el anuncio ruso en la guerra política que también se libra por el COVID-19?
Yo considero el anuncio como algo relacionado mucho a una propaganda. Hay que tomar con mucha cautela y precaución lo que ha afirmado el gobierno ruso. Esta vacuna ha sido llamada Sputnik V en homenaje al primer satélite artificial que los soviéticos enviaron al espacio en 1957. Yo veo muchos elementos de propaganda. Además, está el hecho de que esta vacuna ha sido desarrollada muy rápido y aún le falta la tercera fase y a pesar de ello ya se ha inoculado la vacuna a la hija del presidente. Eso suena mucho a propaganda. Parece que Rusia quiere tomar una ventaja en esta carrera relacionada a descubrir la vacuna patentando rápidamente una vacuna, solo que no funciona así.
— ¿Cómo ha visto la reacción internacional?
A nivel internacional tenemos una posición de cautela de la misma OMS y de varios países europeos. Lamentablemente, según la declaración que ha hecho el director del Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF), Kirill Dmitriyev, 20 países estarían interesados en obtener ahora la vacuna rusa. Entre estos países hay naciones de América Latina, Oriente Medio y Asia, no se ha especificado bien cuáles son. Un dato preocupante es que, según lo que ha dicho Dmitriyev, la tercera fase de pruebas se va a hacer en estos países. Entonces la vacuna no está lista, falta probarla. ¿Y dónde quieren probarla? En el exterior, no en Rusia. Van a usar como conejillos de indias a ciudadanos de otros países.
— Los científicos occidentales han manifestado su preocupación debido a la velocidad con que se ha desarrollado la vacuna rusa y por la presión bajo la que están trabajando los investigadores rusos. ¿Qué riesgos está asumiendo Rusia al haber anunciado su vacuna tan pronto?
Un riego increíble porque en caso de no haber desarrollado una vacuna exitosa –teniendo en cuenta que a veces las vacunas pueden tener graves efectos colaterales–, se está exponiendo, yo diría que con poco juicio, a un juzgamiento mundial. Si no funciona la vacuna, todo el mundo sabrá que en esta carrera Rusia se apresuró. Por eso yo creo que la táctica que está adoptando el gobierno de Vladimir Putin es una estrategia de anuncios propagandísticos y de seguir con las pruebas en otros países porque efectivamente se quiere registrar la vacuna, pero no está lista para su distribución mundial.
— ¿Qué consecuencias que puede tener el anuncio ruso en la política internacional?
Rusia quiere tomar una ventaja con relación a la Unión Europea, Estados Unidos y China. Estados Unidos y China ya habían afirmado anteriormente que estaban desarrollando la vacuna y que rápidamente podrían producir millones de unidades. Todos quieren ganar esta carrera porque desarrollar una vacuna eficaz va a ser un negocio gordo, va a ser el negocio del siglo y, lamentablemente, lo que más impulsa a los países es ganar y no el interés por la salud pública.
— El mismo Donald Trump había afirmado que iba a tener la vacuna lista para las elecciones de noviembre. ¿Cómo puede impactar en su discurso el anuncio de Rusia?
Puede tener impacto porque Rusia aparece como el país que se movió más rápidamente. Pero al mismo tiempo esta movida rusa está contrabalanceada por el escepticismo occidental. Las afirmaciones de los representantes de Alemania, de la Unión Europea y de la misma OMS nos dicen que hay que considerar con mucha cautela este anuncio. Entonces yo lo veo más como una tentativa de propaganda de Rusia para romper una situación muy difícil sobre todo por lo que tiene que ver con el número de contagios dentro del país. Rusia respondió muy tarde a la pandemia por culpa de la visión que tenía y tiene el presidente Putin.
Rusia es un régimen de autoritarismo competitivo, como lo definiría Steven Levitsky. No es una democracia. Eso tenemos que tenerlo en cuenta, entonces, todas las informaciones que filtran de Rusia hay que interpretarlas. Y lo que han dicho varios virólogos de fama mundial es que hay que considerar este anuncio con mucha cautela, necesitamos de los estudios para ver si efectivamente lograron una vacuna eficaz.
— En paralelo al escepticismo de gran parte de la comunidad internacional, funcionarios rusos denuncian intentos occidentales para socavar la investigación de Moscú…
Es el juego de tira y afloja típico de una carrera que se está desarrollando para encontrar la vacuna, es el juego de quién desacredita el otro.
— Como mencionó, Rusia ha dicho que más de 1.000 millones de dosis de su vacuna fueron encargadas por 20 países. ¿Finalmente qué papel o rol está asumiendo Rusia ahora?
Se quiere quedar como el país que se movió de manera rápida para encontrar la vacuna. Quiere pararse bien porque tiene también problemas internos, de opinión pública. La movida rusa tiene una razón de ser. Ellos quieren ser los líderes a nivel mundial en la lucha contra el COVID-19 porque de esta manera Rusia va a tener prácticamente una platea mundial.
— Considerando ese escenario, ¿cuál es la posición más sensata que debería adoptar la comunidad internacional respecto al anuncio de la vacuna rusa?
Prudencia. Es demasiado pronto para este anuncio. Es temprano para hablar de una vacuna. Varios científicos, académicos y virólogos nos han explicado que una vacuna lista se espera para enero o febrero del año que viene. Ni siquiera tiene la vacuna China que ya había anunciado antes que estaba muy cerca de desarrollarla. Entonces, cómo puede ser que ahora Rusia nos dice que en setiembre u octubre vamos a tener la vacuna. Eso no puede ser. Yo lo veo más como propaganda. Lo mejor es ser prudente. No estamos cerca de la vacuna todavía.
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