Los pronósticos del fenómeno de El Niño que ya está en curso no traen buenas noticias. El evento climático más potente del planeta se inició unos dos meses antes de lo habitual y es probable que sea de intensidad fuerte, confirmaron una semana atrás las agencias meteorológicas más importantes del mundo. La Tierra, ya golpeada por los efectos del cambio climático, se calentará aún más. La economía, maltrecha tras la pandemia y los conflictos vigentes, se enfrentará a mayores niveles de presión.
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El Niño es un calentamiento natural, temporal y ocasional de una parte del Pacífico que modifica las pautas meteorológicas en el planeta. Cuando se habla de El Niño global, todas las predicciones internacionales se centran en lo que ocurre en la zona 3,4 del Pacífico Central, también llamada Pacífico Ecuatorial Central.
Si bien los mayores estragos se suelen sentir en Sudamérica en el Perú y Ecuador, este evento también propicia fenómenos climáticos extremos en el resto del mundo.
“Lo que hace El Niño en toda la cuenca del Pacífico es cambiar los patrones de circulación atmosférica y eso hace que cambien todos los patrones de precipitaciones a nivel del planeta. La mayoría de las proyecciones actuales habla de un 80% de probabilidades o más de la ocurrencia de un El Niño moderado a fuerte hasta el invierno que se inicia en diciembre”, dice a El Comercio Gino Passalacqua, doctor en Oceanografía y especialista en ciencias del clima y meteorología.
La Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) ha advertido que es probable que hacia el final del año El Niño cause desde ciclones tropicales en algunas zonas del Pacífico hasta fuertes lluvias en Sudamérica o sequías en Australia.
Sequías, incendios forestales, inundaciones, afectaciones para la vida marina, cultivos y producciones agrícolas y cortes de electricidad forman parte de la cadena de consecuencias que este El Niño traerá bajo el brazo en distintas partes del mundo [ver infografía].
El último El Niño declarado activo a escala global se formó en el 2016 y llegó con una ola de calor récord, además de daños para la economía y los ecosistemas. Y todo apunta a que el impacto de este sería mayor.
Más calor
El Niño se asocia generalmente a un aumento de la temperatura del planeta, lo que causa mayor preocupación si se toma en cuenta que ya padecemos el avance del calentamiento global.
Los datos disponibles dejan poco espacio para el optimismo. Las temperaturas medias globales de los 11 primeros días de junio fueron las más altas jamás registradas para este período del año, según el Servicio Europeo de Cambio Climático de Copernicus (C3S).
Con El Niño la temperatura global aumenta unos 0,2 grados centígrados, por lo que se espera que, en los próximos 12 meses, cuando el fenómeno climático complete su ciclo, la temperatura media del aire vuelva a superar la marca de 1,5 grados en relación con los niveles preindustriales.
Si hablamos de récords, los expertos ya prevén que este año sea más caluroso que el 2022 y el quinto o sexto más caluroso jamás registrado.
Golpe a la economía
El panorama hace evidente que El Niño afectará una vez más la economía mundial y todo indica que el daño esta vez sería mayor.
“Combinado con un clima más extremo y temperaturas más altas debido al cambio climático acelerado, el escenario ahora está listo para el ciclo de El Niño más costoso del mundo desde que los meteorólogos comenzaron a realizar un seguimiento. También se suma al temido riesgo de estanflación, en el que la inflación se mantiene alta incluso cuando la economía se contrae”, se lee en un artículo reciente de Bloomberg.
Un estudio del Banco Mundial señala que El Niño es mucho más costoso en el ámbito mundial de lo que se pensaba antes, y estima los daños en billones de dólares. Afirman que el fenómeno de 1997-1998 costó a los gobiernos 45.000 millones de dólares.
Científicos de Dartmouth van más allá y destacan que ese mismo El Niño ocasionó la pérdida de US$5,7 billones del PBI mundial en los cinco años siguientes. También estiman que las pérdidas económicas globales para el siglo XXI ascenderán a US$84 billones a medida que el cambio climático amplifique potencialmente la frecuencia y la fuerza de El Niño.
Passalacqua explica que los cambios en los patrones de precipitación afectan principalmente la agricultura porque modifican todos los procesos de floración con las sequías y las etapas de cosecha no ocurren a la misma vez.
“También hay un impacto serio en el turismo, pero los rubros más afectados son pesquería y agricultura. Otro sector que se ve muy afectado es el de la salud porque al haber cambios en todo el clima se crea un escenario propicio para enfermedades que normalmente no se expanden tan rápidamente. En el Perú, por ejemplo, el problema del dengue ya se ha salido de control. El Niño va a suceder siempre y el Perú y Ecuador son los países que se ven más afectados en la región. ¿Cómo mitigar los efectos o incluso aprovecharlos? Tomando las medidas adecuadas para la prevención o mitigación de desastres”, añade el experto.
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