Fotografía del Papa Francisco. (Foto de Filippo MONTEFORTE / AFP)
Fotografía del Papa Francisco. (Foto de Filippo MONTEFORTE / AFP)
/ FILIPPO MONTEFORTE

Desde el 14 de febrero el décimo piso del hospital Gemelli, en Roma, registra una actividad intensa que no para ni un minuto del día. Aquella fecha llegó allí Francisco, aquejado por una doble neumonía, que obligó a calificar su pronóstico de reservado y que tuvo tres episodios de empeoramiento en los días sucesivos que pusieron en vilo a la Iglesia Católica y al mundo entero.

Desde el lunes último los partes médicos señalan que el papa argentino ya no está en peligro vital, pero continúa necesitando asistencia respiratoria a través de una cánula nasal, de día, y de una mascarilla de oxígeno, de noche, por lo cual su cuadro clínico sigue siendo catalogado de “complejo”.

Este viernes 14, en que se cumplen cuatro semanas desde que el pontífice fuera hospitalizado, el cardenal italiano Pietro Parolin, número dos de la Santa Sede, presidió una misa por Francisco en una capilla del Palacio Apostólico. “Esta mañana nos reunimos en oración por la salud del Santo Padre, para que se recupere y vuelva pronto con nosotros”, pronunció Parolin ante el cuerpo diplomático.

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Aniversario muy especial

Este jueves 13 se cumplieron 12 años desde que el cardenal Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco, el papa número 266 en la historia. La efeméride le ha llegado en un momento difícil con estos problemas respiratorios. Quizá Francisco no llegue al récord de estancia hospitalaria de Juan Pablo II (55 días en 1981), pero su convalecencia asoma compleja: un mes de recuperación por cada semana en el hospital, según cálculos médicos. “Se necesita tiempo para que un cuerpo de 88 años que sufre una neumonía bilateral se recupere en términos de energía”, ha señalado una fuente vaticana.


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Está en sus manos

A lo largo de este último mes el futuro de Francisco y la Iglesia Católica ha estado sobre la mesa. ¿Tomará acaso una decisión similar a la de su predecesor? El pontífice argentino elogió siempre la humildad de Benedicto XVI al renunciar en los comienzos del 2013 e insinuó alguna vez que podría seguir sus pasos, pero después afirmó que el papado es un trabajo de por vida. Su transparencia para hablar de las enfermedades y del envejecimiento -en entrevistas y en el libro “La salud de los papas” escrito por el periodista y médico argentino Nelson Castro- muestran que no hay temas cerrados para él.


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Una gran interrogante

¿Y quién vendría después de Francisco? ¿Un sucesor con sus mismos ímpetus reformistas (mayor presencia femenina en puestos vaticanos, cambios en la gestión de las arcas, lucha contra la pederastia) o una figura más conservadora? Que Francisco haya designado a casi el 80% de los 138 cardenales que tienen derecho a voto podría dar una señal de continuismo, pero no es tan elemental la ecuación entre los muros de la Santa Sede. De hecho, el actual papa fue elegido por un colegio cardenalicio nombrado en su mayoría por los conservadores Juan Pablo II y Benedicto XVI. 


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Las alianzas previas

Tal como señala el portal “El Orden Mundial”, Francisco no solo ha tenido en cuenta la afinidad ideológica de los prelados para el nombramiento de los cardenales sino también su procedencia geográfica: la mayoría son de fuera de Europa, una novedad respecto al pasado. Pero muchos de los electores ni siquiera se conocen entre ellos, por lo que la fijación de posibles alianzas refuerza, esta vez más que nunca, la importancia de las reuniones previas a un eventual cónclave. Hasta entonces, el hermetismo se mantendrá incólume en el Vaticano.


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