El batallón Azov y otras fuerzas militares ucranianas resistieron por más de dos meses el asedio de Rusia. Pero la defensa de Mariúpol desde la acería de Azovstal era insostenible. El resultado: el esfuerzo -cuyo poder bélico era insignificante comparado con el de Moscú- los volvió héroes para los propios, aunque también prisioneros de guerra.
Según el Kremlin, 265 soldados se entregaron y fueron llevados a “Olénivka, cerca de la ciudad de Donetsk y controlada por Rusia, y el resto a Novoazovsk”.
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Pero lo que para Moscú es una rendición (“Ayer se entregaron los militantes de la unidad nacionalista de Azov”, sostuvo Ígor Konashénkov, portavoz ruso), para Kiev se trata del final exitoso de la operación.
“La guarnición de Mariúpol cumplió su misión de combate. El Comando Militar Supremo ordenó a los comandantes de las unidades estacionadas en Azovstal que salvaran la vida del personal”, se escribió en un comunicado.
Y se agregó: “Los defensores de Mariúpol son los héroes de nuestro tiempo. Estarán para siempre en la historia”.
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Un mañana incierto
El futuro de los prisioneros de guerra no es claro. Según la viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, lo que continúa es que los soldados capturados sean “canjeados” por los rusos que Kiev mantiene cautivos, y que la “operación humanitaria” para salvarlos ya está siendo planeada.
En Moscú no todos opinan igual.
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“A las bestias hay que juzgarlas. Más aún, si sus crímenes monstruosos contra la humanidad se demuestran. Vuelvo a repetir mi propuesta: hay que hacer una excepción en la moratoria sobre la aplicación de la pena de muerte en Rusia”, sostuvo el diputado ruso Leonid Slutski.
El plan de Slutski es que los prisioneros sean considerados como bestias -”fieras nazis con apariencia humana”-, clásico argumento para deshumanizar al rival. Según el político, ellos -”cuyas manos están manchadas de sangre de mujeres, ancianos y niños a los dispararon por la espalda, y que mutilaron a prisioneros de guerra”-, deben ser castigados de la forma más severa.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha dicho que espera que las vidas de los soldados puedan ser salvadas. “Ucrania necesita héroes ucranianos vivos. Este es nuestro principio. Creo que toda persona entenderá estas palabras”, sostuvo.
El impacto del golpe
“La región que ganaron los rusos es muy pequeña. Ellos ya tenían el control de la ciudad y del puerto, así que la acería es más una victoria simbólica que militar”, explica especialista en seguridad y coordinador del World Political Analysis Laboratory, Rubens de S. Duarte.
“Las derrotas de grandes ciudades impactan en la moral, sin duda. Nadie la pasa bien si ve a fuerzas extranjeras invadiendo su país. Es un gran contratiempo para Ucrania, a pesar de que habían logrado reconquistar algunas áreas”.
Dice Duarte que al controlar el litoral y los puertos del sur de Ucrania -lo que incluye una gran infraestructura para importar y exportar-, Rusia ya había ganado bastante. La conquista de Mariúpol vendría a ser la cereza de la torta.
Él explica: “Controlar esta zona es importante por cuestiones logísticas. Desde allí se envía agua o armas a la resistencia, e incluso permite controlar los corredores humanitarios. Digamos que se puede asfixiar al gobierno ucraniano desde el mar”.
Y agrega: “Y Mariúpol está al costado de las regiones que claman por su independencia, así que el Kremlin pueden apoyarlos con más facilidad. Rusia, quizás, fuerce a que esta región quede bajo su control después de la guerra”.
El final de la guerra, sin embargo, parece distante. Kiev sigue resistiendo y habría que ver qué decide el presidente Vladimir Putin en relación a la capital. ¿Tomarán el poder de la fuerza? ¿Los obligarán a negociar? “Pero nadie sabe lo que pasa por la mente de Putin. Nadie sabe si están satisfechos con las regiones que tomaron y quieren parar, o no”, agrega el especialista.
En todo caso, dice Duarte, a quienes deberíamos prestar más atención es a Finlandia, Suecia y la OTAN. “Rusia tenía como objetivo establecer como áreas de influencia los territorios limítrofes que ahora le pertenecerían a la OTAN. Su expansión, entonces, debería terminar”.
“Paradójicamente, Rusia podría ganar la guerra contra Ucrania, pero no lograr su objetivo. Moscú podría terminar la guerra en una peor posición de la que empezó”, sentencia Duarte.
Por el momento, el Kremlin toma un respiro: Turquía, miembro de la OTAN que mantiene buenas relaciones con Moscú, se negaría a aceptar la integración de estos país, una forma de bloquear por completo las intenciones de Occidente. Se necesita de la unanimidad de los aliados para que el proceso llegue a buen puerto, y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, ya anuncio su rechazo.