El expresidente y candidato republicano en Estados Unidos, Donald Trump; y el independiente, Robert Kennedy Jr. (Fotos de Jeff KOWALSKY / Bastien INZAURRALDE / AFP)
El expresidente y candidato republicano en Estados Unidos, Donald Trump; y el independiente, Robert Kennedy Jr. (Fotos de Jeff KOWALSKY / Bastien INZAURRALDE / AFP)

La Constitución de Estados Unidos exige que los nombramientos de ministros (secretarios de Estado) y otros altos cargos sean confirmados por una votación en el Senado, posteriormente a una audiencia en la comisión competente para el puesto. Por la cámara alta han venido desfilando pues varios de los nominados por Donald Trump, y recibiendo la aprobación para ejercer sus funciones.

El último de ellos ha sido Doug Burgum, confirmado este jueves 30 por el Senado para ser secretario de Interior. Un total de 79 senadores votaron a favor y 18 legisladores se pronunciaron en contra de la nominación del exgobernador republicano de Dakota del Norte, quien incluso fue uno de los candidatos para la fórmula presidencial de Trump.

Sabiendo que el Partido Republicano tiene mayoría de 53 a 47 en el Senado, ¿se trata entonces de un mero trámite la presentación de los postulantes a estos cargos de Estado? Pues el caso de Pete Hegseth, flamante secretario de Defensa, ilustra que no es así. Tres representantes republicanos le dieron la espalda la semana pasada al controvertido expresentador de TV y se necesitó el voto dirimente del vicepresidente J.D. Vance para desempatar y permitir que el nuevo jefe del Pentágono asuma su puesto.

En ese trance se encuentran en estos momentos otras tres polémicas nominaciones de Donald Trump, que se han sometido a lo largo de esta semana, y por separado, a intensos interrogatorios de comités del Senado a fin de alcanzar la luz verde. Y se está a la espera de los resultados.

1
El Kennedy más discutido

¿Imaginan que un antivacunas sea el responsable de la salud de 340 millones de habitantes y esté al frente de una agencia federal con más de 80.000 empleados? Pues los críticos de Robert F. Kennedy Jr. (RFK) temen que ello ocurra si el sobrino del asesinado presidente JFK y miembro más controvertido del histórico clan estadounidense, y nominado por Donald Trump para dirigir el Departamento de Salud, recibe luz verde del Senado. Su presencia inquieta a científicos y profesionales de la salud ahora que la circulación del virus de la gripe aviar reaviva el temor de otra pandemia.


2
En defensa propia

“Creo que las vacunas desempeñan una función esencial en la atención sanitaria”, respondió RFK -de 71 años- cuando los congresistas demócratas lo interpelaron acerca de su actuación como portavoz de teorías de conspiración sobre las vacunas contra el COVID-19 y sobre supuestos vínculos entre la vacunación y el autismo. Docenas de entrevistas, podcasts y publicaciones en redes lo prueban. Además, una demoledora carta de su prima Caroline contra él, y dirigida a los senadores, se suma a las dudas. En ella tildó a RFK de “depredador” y lo acusó de llevar a familiares “por el camino de adicción a las drogas”.


3
Trumpista acérrimo

El Senado también sopesa la designación de Kash Patel como cabeza del FBI. A este exfiscal federal de 44 años, partidario fervoroso del mandatario, se lo critica por varias posturas inquietantes: desde la promoción de teorías de la conspiración hasta la defensa de los radicales que atacaron el Capitolio hace cuatro años. Según la prensa estadounidense, unos 20 expolicías y funcionarios de seguridad republicanos han escrito a senadores del partido urgiéndoles a no votar por Patel debido a que no tiene “ni la experiencia ni el carácter” necesarios para dirigir la policía federal de la nación.

4
Lazos que la complican

En una situación incierta, por ahora, está también Tulsi Gabbard, elegida para ponerse al frente de los servicios de inteligencia. A ella, una exdemócrata de 43 años, se le achaca haberse reunido con el exdictador Bashar al Asad hace unos años y repetir los argumentos de Rusia para justificar la guerra en Ucrania. Muchos también se indignan porque esta antigua teniente coronel no ha deslindado con claridad sobre la conducta de Edward Snowden, exempleado que hizo filtraciones perjudiciales para la inteligencia del país. En los interrogatorios no respondió directamente si lo consideraba un traidor.


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