Lee Gyeong-pil llegó al mundo el día de Navidad de 1950, horas antes de que el buque estadounidense SS Meredith Victory llegara a la isla surcoreana de Geoje.
Fue el quinto bebé nacido en la hacinada bodega de este carguero durante la histórica evacuación de Hungnam, en la que soldados de EE.UU. trasladaron a más de 91.000 refugiados desde Corea del Norte hasta Corea del Sur en plena guerra.
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De ellos 14.500 viajaron en el Meredith Victory, cuyo periplo de 3 días figura hoy en el Libro Guinness de los Récords como la mayor evacuación de guerra de la historia en una sola embarcación.
Los testimonios de la época describen un accidentado viaje en el que los civiles se amontonaban en la bodega como sardinas en lata, apenas provistos de agua, comida o medicinas y sin poder desplazarse para ir al baño.
Por eso muchos historiadores consideran un milagro que sobrevivieran los cinco bebés que nacieron durante la travesía.
La evacuación
La Guerra de Corea dejó más de tres millones de muertos y la frontera que divide a Norte y Sur estuvo prácticamente en el mismo lugar tras varias fases de mayor y menor intensidad entre junio de 1950 y julio de 1953.
Los movimientos más notables se produjeron en los primeros meses. Primero las tropas norcoreanas (apoyadas por la URSS y China) y después las de la ONU (lideradas por EEUU) llegaron a conquistar gran parte de la península.
En el invierno de 1950, las últimas parecían haber puesto la balanza a su favor al hacerse con el control de más de dos terceras partes de Corea del Norte.
Sin embargo, una contraofensiva de centenares de miles de soldados chinos que se unieron al ejército comunista de Pyongyang derrotó en varias batallas a las fuerzas de la ONU, dejando atrapados a unos 100.000 efectivos en el puerto norcoreano de Hungnam.
Los soldados, en su mayoría estadounidenses, necesitaban huir deprisa antes de que llegara el enemigo y se les acabaran las provisiones mientras avanzaba el gélido invierno en el norte de la península.
Unos 100 barcos de EE.UU., entre ellos el SS Meredith Victory, llegaron a Hungnam para evacuar a los soldados y llevarlos, junto con los suministros y munición que quedaban a los puertos surcoreanos de Busan y la isla de Geoje.
Pero no estaban solos: decenas de miles de norcoreanos que temían represalias del régimen comunista de Kim Il-sung -desde pequeños propietarios y terratenientes en el punto de mira de los comunistas hasta sospechosos de haber ayudado al enemigo- también acudieron a Hungnam para tratar de hacerse hueco en alguna de las expediciones a Corea del Sur.
Aunque rescatar refugiados no era parte del plan, las fuerzas estadounidenses trataron de acomodar al mayor número posible en los buques.
En el caso del Meredith Victory, vaciaron de carga las bodegas y despejaron las cubiertas para hacinar allí a los 14.500 civiles que se unieron al viaje de 3 días rumbo a Geoje.
Los “Kimchi Five”
“Mis padres, que vivían en Corea del Norte, se montaron en ese barco”, afirma Lee Gyeong-pil, entrevistado por la BBC en Corea del Sur.
Lee, que este lunes 25 de diciembre cumple 73 años, recuerda las historias sobre la travesía en la que llegó al mundo a partir de los testimonios que le legaron sus padres.
Estos decidieron abordar el buque porque en su ciudad natal, asegura, “los soldados soviéticos solían robar a la población, mientras los estadounidenses repartían comida, así que pensaron: ‘Si seguimos a los rusos moriremos y si seguimos a EE.UU. viviremos’”.
El Meredith Victory zarpó el 23 de diciembre de 1950 y llegó el día siguiente a la ciudad de Busan, pero el mayor puerto de Corea del Sur estaba saturado y finalmente tuvo que desviarse hasta la cercana isla de Geoje.
Cuando nació el primer niño, llamado Sohn Yang-young, los marines estadounidenses lo apodaron “Kimchi”, una de las pocas palabras coreanas que conocían al ser el alimento más icónico y omnipresente en el país.
La historia del recién nacido se extendió rápidamente por todo el barco, aportando distracción a los viajeros durante la peligrosa travesía a bordo del sobresaturado buque en pleno conflicto, relata el escritor Ned Forney, bisnieto de un coronel de EE.UU. en la Guerra de Corea y especialista en este capítulo de la historia.
Así, a los siguientes neonatos los llamaron Kimchi 2, 3, 4, y finalmente el 5, Lee Gyeong-pil, ya el Día de Navidad a escasas horas de arribar al destino final.
El frío, el extremo hacinamiento y la ausencia de doctores y suministros médicos dificultaron los partos.
Lee explica que su madre “dio a luz prematuramente, con la ayuda de una mujer que viajaba a bordo e hizo de partera”.
“Ella me cortó el cordón umbilical con los dientes”, asegura.
Después de la guerra
Geoje, la segunda isla más grande de Corea del Sur, es conocida hoy por sus verdes montañas y sobre todo por sus imponentes astilleros, símbolo de la rápida industrialización del país y principal fuente de ingresos de sus más de 200.000 residentes.
El panorama era muy diferente cuando el Meredith Victory llegó allí en la Navidad de 1950: la población e infraestructuras eran escasas, por lo que muchos de los refugiados emigraron a otras partes del país para iniciar una nueva vida desde cero.
Los padres de Lee Gyeong-pil, sin embargo, decidieron quedarse en Geoje, donde establecieron un estudio de fotografía como el que habían regentado en Corea del Norte antes de estallar la guerra.
Casado y con un hijo, Lee es veterinario y también vive en la isla, donde opera una clínica de animales a la que puso el nombre de “Pyeonghwa”, que en coreano significa “paz”, por su deseo de que no haya más conflictos armados en la península de Corea.
Le preguntamos por qué su tarjeta de presentación muestra, además de su nombre de pila, el seudónimo "Kimchi 5" junto a las palabras "paz, “gratitud” y “compartir".
“‘Paz’ significa que tragedias como la Guerra de Corea no deben repetirse; "gratitud" es agradecimiento al ejército estadounidense que nos salvó a mi familia y a mí; y ‘compartir’ es un tributo a los residentes de Geoje que acogieron a refugiados desconocidos”, responde.
Asegura desconocer el paradero de los Kimchi 2, 3 y 4, pero sí mantiene una estrecha amistad con el Kimchi 1, Sohn Yang-young, que vive en Seúl y trabaja para una agencia del Gobierno.
“Cuando voy a Seúl me encuentro con él. Y siempre le digo que haga entrevistas con los medios, que todas las hago yo”, bromea Lee.
La Guerra de Corea separó a decenas de miles de familias: padres, hijos o hermanos que no pudieron volver a verse, o lo hicieron varias décadas después en contadas reuniones organizadas entre ambos países desde el año 2000.
En el caso de Lee, dejó allí a una abuela de la que nunca volvió a saber más.
De quien sí tuvo noticias es de la mujer que actuó como partera en su nacimiento y cortó con los dientes su cordón umbilical.
“Vivía en Canadá. Su nieta visitó una vez Geoje y me dijo que su propia abuela le pidió que me conociera. Le dije que le estaba muy agradecido”, indica.
El legado
“Kimchi 5” visitó Estados Unidos en 2014 para una ceremonia conmemorativa de la guerra y asegura estar profundamente agradecido al país norteamericano.
“Es gracias al ejército estadounidense que nací en un barco en aquel momento y soy la persona que soy”, afirma.
En los últimos años, caracterizados por fases de acercamiento y distensión en las relaciones entre ambas Coreas, Lee Gyeong-pil ha recorrido los centros educativos de su país para transmitirles su historia a los alumnos y concienciarles de que “pase lo que pase, no debe volver a haber guerra”.
Pese a que es un anhelo cada vez menos deseado por los surcoreanos, especialmente entre la nuevas generaciones, Lee sigue creyendo que debe producirse la reunificación entre Norte y Sur que, recuerda, son “un solo pueblo”.
Y su sueño, confiesa, es crear un parque conmemorativo de la evacuación de Hungnam en la isla de Geoje, para lo cual ya existe un proyecto aunque está en sus primeras etapas.
Si llega a hacerse realidad, el parque conmemorativo no podrá contar con la que sería su pieza clave: el SS Meredith Victory.
Pese a haber completado la histórica hazaña que le valió el Récord Guinness, el buque salió de servicio y en 1973 quedó atracado en la bahía de Suisuin, en California.
Paradojas del destino, el Meredith Victory acabó sus días en China, a donde lo remolcaron en 1993 para desguazarlo y convertirlo en chatarra.