¿Las protestas ciudadanas en China harán que Xi relaje la política de Covid Cero?

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La molestia ciudadana se desbordó por un incendio en Urumqi, capital de Xinjiang, zona que vive en cuarentena desde hace más de dos meses. El jueves 24, 10 personas perdieron la vida y en las redes sociales, a pesar de la censura, se vio cómo un camión de bomberos no podía acercarse lo suficiente al tratarse de zona confinada. “¡Levanten las medidas!”, gritaron los vecinos, reclamo que luego de trasladarse a las redes sociales, terminó en las calles. El domingo 27, en Beijing, Shanghái y Wuhan se escuchó: “¡Xi Jinping, renuncia! y “Queremos libertad”.

“Definitivamente el Gobierno chino subestimó a la población -opina el analista Francisco Belaúnde-. Primó la posición del partido sin prever que la gente se podía hartar. Esto es algo común en este tipo de regímenes: el mismo Xi dijo que se debía seguir con esta política, así que los dirigentes locales no se quieren arriesgar a tener contagios”.

Por el momento, la reacción estatal fue desplegar a la policía en grandes cantidades. El domingo último, por ejemplo, la policía golpeó, pateó y arrestó al corresponsal de la BBC, Ed Lawrance, quien cubría las protestas en Shanghái. Y, este lunes 28, las patrullas dispersaron a los manifestantes y les obligaron a eliminar las fotos de sus celulares.

Aun así, Belaúnde no cree que la molestia de la ciudadanía llegue a ser tan importante como para poner en jaque a China. Lo primero que señala es que las manifestaciones fueron espontáneas, y sin líderes claros no hay forma de reprimirlas. Además que el Gobierno se “estaría midiendo”, de forma que no hayan muertos. “Pero no olvidemos que cuando este tipo de regímenes decide masacrar, lo hace. Recuerda lo que pasó en Tiananmen en 1989″.

Necesidad de cambio

“La comparación ha sido uno de los principales detonantes -anota el sinólogo Marco Carrasco-. Durante su primer año, la política Covid Cero fue efectiva, pero ahora China quedó relegada en términos de apertura al confrontarse con el resto de países”.

Para Carrasco no es que el Gobierno haya subestimado a la población. En todo caso, opina que no le prestó la suficiente atención a posibles escenarios que gatillarían las disconformidades latentes en el país. Por ejemplo, la transmisión de los partidos de Qatar 2022: siendo una nación futbolera, se demoraron en censurar las imágenes de las tribunas. “En las redes sociales chinas se empezaron a preguntar qué sucedía y si Qatar estaba en otro planeta. Es claro que esta política está entrampada, ya no guarda sincronía con lo que pasa en el resto de naciones”.

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Según el experto, el Gobierno de Xi no se ha pronunciado sobre las manifestaciones en los medios oficiales. En paralelo, hay censura en las redes sociales, y bloqueos policiales, una forma de atacar el problema sin necesidad de echar gasolina al problema de fondo. En todo caso, luego del incendió en Xinjiang, ciertas restricciones fueron relajadas: la agencia AP informó que el último sábado, algunos vecindarios se abrieron, así como sus negocios.

Sobre lo que se viene, Carrasco no cree que hayan repercusiones políticas. Si bien es cierto que las protestas son raras en China y que fueron usadas por algunos para expresar el descontento con el Gobierno y pedir libertades, también hay una gran mayoría que opina igual que el régimen. Para esos, esta sería una señal de la intervención extranjera.

En todo caso, anota, hay que estar atentos a las modificaciones que se implementarán a la política Covid Cero. “Hay cierto nivel de hartazgo, así que creo que es probable que se den algunos ajustes”.

Sin embargo, Belaúnde agrega que flexibilizarse podría ser un gran inconveniente para China. “El Gobierno está entre el descontento y relajar las medidas, lo que generaría una ola mortal de contagios. Y no es lo único. Las concesiones no son bien vistas: algunos analistas dicen que cuando Mijaíl Gorbachov quiso hacerlas en la URSS, se cayó todo. En ese sentido, este tipo de regímenes no quieren ceder nada porque significa abrir una puerta peligrosa”.