
Escucha la noticia
Trump molesto con la revista Time, pese a los elogios: el complejo historial del presidente de EE. UU. con los medios
Resumen generado por Inteligencia Artificial
Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es el protagonista de la más reciente portada de la revista “Time”, donde una foto suya aparece junto al mensaje “Su triunfo”, en referencia al papel que desempeñó el mandatario en el plan de paz para la guerra en la franja de Gaza.
En un extenso artículo, el medio elogió la intervención del presidente republicano en el conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás, afirmando que su mediación puede marcar un “punto de inflexión estratégico” para el futuro de Medio Oriente.
Newsletter Vuelta al Mundo

“El acuerdo puede ser un hito en el segundo periodo de Trump, cumpliendo su compromiso de campaña de detener una guerra que ha matado a decenas de miles, mientras que devolvía a los rehenes israelíes a sus familias y comenzaba el arduo trabajo de reconstruir Gaza”, indicaba “Time”.
A pesar de los halagos, Trump no se mostró totalmente complacido con la publicación. Si bien recibió de buen grado el reconocimiento, se mostró mortificado por la fotografía, calificándola de “realmente mala” y sugiriendo que su elección podría ser malintencionada.
“‘Time’ escribió un artículo relativamente bueno sobre mí, pero la foto puede que sea la peor de todos los tiempos. Me han ‘borrado’ el pelo y han puesto algo flotando sobre mi cabeza que parecía una corona, pero extremadamente pequeña. ¡Muy raro!”, escribió Trump en su red social Truth Social.
Aunque menor, el incidente da cuenta de la compleja relación entre el jefe de gobierno de Estados Unidos y la prensa. Desde el inicio de la carrera política de Trump y desde su primer gobierno, el magnate y los medios periodísticos han tenido cruces que han dado mucho de qué hablar.
Choques con la prensa
Durante la campaña electoral que lo llevó a asumir la presidencia en el 2017, Donald Trump calificó a los medios tradicionales como fuentes de “noticias falsas” (‘fake news’), otorgando esa etiqueta a los reportajes críticos hacia él o que hicieran incidencia en algún aspecto negativo de su retórica.
El mandatario mantuvo dicha estrategia tras su toma de mando y calificó a los periodistas como “enemigos del pueblo estadounidense”, haciendo que dicho discurso cale progresivamente entre su base política.
Los desacuerdos del líder del Partido Republicano con la prensa lo llevaron a entablar una demanda contra el diario “The New York Times” en el 2020 por un artículo de opinión firmado por Max Frankel, quien afirmaba que Trump recibió ayuda de los oligarcas rusos en su primera campaña presidencial.

En el mismo año emprendió acciones legales por difamación contra el diario “The Washington Post” por artículos de dos columnistas, Greg Sargent y Paul Waldman, quienes también acusaban a Trump de mantener vínculos con Rusia para interferir en las elecciones del 2016.
Los casos contra ambos medios fueron desestimados por la justicia estadounidense.
Un año después de la primera demanda contra “The New York Times”, el actual presidente estadounidense volvió a arremeter contra dicho medio con una nueva causa judicial. El empresario y político sostenía que el periódico y algunos de sus periodistas habían iniciado un “complot” en su contra junto a Mary Trump, sobrina del mandatario.
El trabajo periodístico que motivó la demanda ganó un Premio Pullitzer en el 2019 y ponía en duda el origen de la fortuna del mandatario. La Corte Suprema de Nueva York desestimó el caso en el 2023.

En octubre del 2022, Trump abrió un nuevo proceso legal, esta vez contra CNN, cadena a la que solicitaba una compensación de 475 millones de dólares, argumentando que había emprendido una campaña de difamación usando el término “gran mentira” como referencia a Adolf Hitler, haciendo alusión a las reiteradas acusaciones de fraude por parte del republicano tras los comicios del 2020, que llevaron a Joe Biden a la Casa Blanca.
Trump insistía en que CNN temía que se presente a una nueva elección y buscaba sabotear su posible candidatura. El caso tampoco fue favorable a Trump, pues un tribunal federal falló en su contra en julio del 2023.
Las polémicas se intensifican
Si la relación de Trump con los medios críticos hacia él ya era tensa, su segundo mandato se ha caracterizado por una mayor agresividad hacia el periodismo. La elección de la combativa Karoline Leavitt como secretaria de prensa de la Casa Blanca fue para muchos una declaración de sus intenciones.
Desde que asumió sus funciones en enero de este año, Leavitt se ha mantenido en la misma línea que el presidente y ha mantenido polémicas al negarse a responder las preguntas de algunos periodistas y medios, a la vez que su gestión ha sido acusada de restringir el acceso a la Casa Blanca a periodistas que no se alinearan con lo que el gobierno consideraba un mensaje apropiado.
“Nos reservamos el derecho a decidir quién entra en el Despacho Oval”, dijo Leavitt tras un amargo cruce de palabras con un periodista de Associated Press.
Las demandas del presidente de Estados Unidos contra medios de comunicación volvieron a ser noticia, pues en julio denunció por calumnia a “The Wall Street Journal”, exigiendo a Dow Jones, firma propietaria de dicha publicación, una indemnización de 10.000 millones de dólares.
El foco de dicha demanda se centraba en una nota periodística que hablaba de una presunta felicitación de cumpleaños junto a un dibujo obsceno que tenían el nombre de Trump y habría sido enviada a Jeffrey Epstein en 2003. Dicho proceso legal se encuentra actualmente en curso.
Trump puso la mira nuevamente sobre “The New York Times” en setiembre último, demandando al medio junto a sus periodistas Susanne Craig, Russ Buettner, Peter Baker y Michael S. Schmidt. El jefe de gobierno estadounidense solicitaba una indemnización de 15.000 millones de dólares y acusaba al diario neoyorquino y a los reporteros de intentar socavar su campaña presidencial del 2024.
Pocos días después de que se presentara el procedimiento, una corte federal rechazó la demanda, pidiendo a Trump y sus asesores la reformulación de esta.
De gran impacto entre la opinión pública fueron los casos de los conductores de ‘late shows’ Jimmy Kimmel y Stephen Colbert, cuyos programas fueron suspendidos teniendo como trasfondo demandas contra sus respectivas cadenas televisivas por parte de Trump.

Paramount, propietaria de CBS, llegó a un acuerdo para que Donald Trump desista de una demanda en su contra a cambio de un pago de 16 millones de dólares a la Biblioteca Presidencial. El presidente presuntamente sostenía que la cobertura electoral de CBS, incluido el programa de Colbert, favorecía claramente a Kamala Harris y buscaba desacreditar la candidatura republicana.
El acuerdo se produjo antes de la toma de poder de Trump, pero se hizo público en medio del anuncio del fin del espacio de Colbert. Si bien Paramount sostuvo que la cancelación se debió a motivos económicos, surgieron fuertes cuestionamientos en torno a la medida. Entre los más críticos estuvieron los senadores demócratas Elizabeth Warren y Adam Schiff, que adjudicaron razones políticas al cierre del programa.
Una situación similar tuvo el ‘late show’ de Jimmy Kimmel, con una demanda que hacía alusión directa al presentador por difamación y un acuerdo judicial entre Trump y ABC para resolverla tras un desembolso de 15 millones de dólares. El programa de entrevistas de Kimmel fue suspendido luego de que el comediante se pronunciara sobre el asesinato de Charlie Kirk.
“La pandilla MAGA está desesperadamente intentando caracterizar a este chico que mató a Charlie Kirk como cualquier cosa menos uno de ellos, y hacen todo lo que pueden para obtener rédito político de esto”, dijo por entonces el presentador de ABC, lo que le valió duras críticas por parte de la administración republicana, entre los que se encontraba Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones.
El mismo Donald Trump calificó la interrupción del programa de Kimmel como “grandes noticias” y sobre Colbert dijo que “le encantaba” que hubiera sido despedido.
Aunque ambos conductores televisivos retornaron a sus respectivos espacios, estos tendrán futuros diferentes: Jimmy Kimmel reanudó sus intervenciones, pero el retorno de Stephen Colbert solo será temporal, debido a que su programa cerrará de forma definitiva en 2026.
El pulso entre Kimmel y Trump se ha mantenido, pues el presentador afirmó que su regreso a las pantallas suponía un triunfo de la “libertad de expresión”, mientras que el presidente dijo que “la baja audiencia” de su espacio en ABC no justificaba que le “devolvieran el trabajo”. El mandatario calificó al presentador de propagandista del Partido Demócrata.
TE PUEDE INTERESAR
- El papel clave de Jared Kushner para cerrar el acuerdo sobre la liberación de los rehenes y la tregua en Gaza
- Marwan Barghouti, el preso palestino de más alto perfil al que Israel se niega a liberar por considerarlo un peligro
- El Nobel de la Paz de María Corina Machado y su impacto en Venezuela: “Esto puede ser el preludio a acciones por venir”








