La Cámara de Representantes de Estados Unidos quedó paralizada y descabezada en medio de una guerra abierta que enfrenta a los republicanos de línea dura con los más moderados. El caos detonó el martes cuando el ala más trumpista del partido conservador destituyó al entonces presidente de la Cámara Baja, Kevin McCarthy, un hecho inédito para el país que dejó vacante el puesto de quien es el segundo funcionario en la línea de sucesión tras el vicepresidente.
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La histórica decisión desencadenó una batalla para encontrar al nuevo líder de la Cámara de Representantes, principalmente entre aliados del expresidente Donald Trump. Por lo pronto, los republicanos señalaron que necesitarían una semana para reagruparse y que las votaciones podrían empezar, como mínimo, el 11 de octubre.
Aunque McCarthy tenía un débil control sobre la presidencia de la Cámara y enfrentaba presiones internas en el Partido Republicano, muchos legisladores se quedaron atónitos ante el hecho de que los republicanos se deshicieran de su propio líder.
Haciendo referencia al lema “Make America Great Again” de Trump, el líder demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, instó a los “republicanos tradicionales” de la Cámara a “alejarse del extremismo MAGA y unirse a nosotros en una alianza por el bien del país”.
La sucesión de McCarthy implica una batalla contra el reloj porque la Cámara Baja queda paralizada hasta que no haya un nuevo presidente, lo que ocurre en plena negociación de financiación adicional a Ucrania y de los presupuestos del actual año fiscal en EE.UU., tras la prórroga de 45 días acordada el pasado sábado “in extremis”.
Si bien la Casa Blanca subrayó este miércoles que es un “asunto interno” de la Cámara Baja, el gabinete presidencial había destacado que el presidente Joe Biden desea que se elija “pronto” un nuevo líder porque los desafíos que afronta el país “no pueden esperar”.
Golpe para el Partido Republicano
La caída de McCarthy es la evidencia más notable de las fisuras que existen en el Partido Republicano. Su propia designación en enero pasado, alcanzada después de 15 intentos, había sido una prueba de que no contaba con un respaldo contundente entre los conservadores.
Su remoción fue impulsada por el representante de Florida Matt Gaetz, quien había arremetido contra él públicamente. McCarthy desató la furia en el ala más radical del Partido Republicano cuando aprobó el sábado una medida bipartidista de financiación provisional respaldada por la Casa Blanca que evitó in extremis un cierre del gobierno.
“Cada vez está más claro para quién trabaja el presidente de la Cámara de Representantes, y no es la conferencia republicana”, dijo el lunes Gaetz y también acusó a McCarthy de mentir a sus miembros republicanos durante las negociaciones de gastos y de hacer un “acuerdo secreto” con los demócratas sobre la financiación de Ucrania, al que él y docenas de otros conservadores se han opuesto.
Los republicanos en la Cámara habían prometido enfocar sus esfuerzos contra Joe Biden, quien buscará la reelección en las elecciones del 2024. “Debido al caos que reina hoy en la Cámara, es más complicado hablar del fracaso que representa la presidencia de Biden”, lamentó el martes el influyente senador republicano Lindsey Graham.
Además, el diario “The New York Times” destaca el caos que ahora se apodera de la Cámara sin un liderazgo. “La decisión de McCarthy de no volver a buscar el puesto después de ser depuesto sin ceremonias a manos de la extrema derecha desencadenó una carrera competitiva para sucederlo”, apunta el medio.
McCarthy dijo que no tenía ningún problema con haber perdido su trabajo por hacer “lo correcto”.
Los que suenan como sucesores
El liderazgo republicano en la Cámara de Representantes ha demostrado ser un reto para el partido conservador, que en los últimos años ha enfrentado importantes fracturas y divisiones, sobre todo asociadas a la figura de Donald Trump.
Los dos últimos presidentes republicanos de la Cámara, Paul Ryan y John Boehner, se retiraron del Congreso tras enfrentamientos con el ala derecha de su partido.
Aunque por ahora la presidencia de la Cámara Baja la ocupa de manera interina Patrick McHenry, los nombres en la carrera por el nuevo liderazgo ya están empezando a sonar.
Entre los que se comentan más están dos congresistas de la derecha radical: Steve Scalise, actual líder de la mayoría conservadora, y Jim Jordan, el presidente del Comité Judicial en liza.
Jordan, republicano de Ohio y aliado cercano del expresidente Trump, dijo que trataría de convertirse en orador. Por lo pronto, tiene ya el apoyo de Matt Gaetz, el legislador responsable de la destitución de McCarthy.
“La oferta de Jordan plantea un desafío con el representante Steve Scalise de Luisiana, actualmente el número dos de los republicanos en la Cámara de Representantes, que también anunció que se postularía”, dice “The New York Times”.
También se considera a Elise Stefanik, “número tres” del partido en la Cámara de Representantes y el propio Trump ha recibido el respaldo para el puesto de algunos de sus defensores más acérrimos. El expresidente dejó claro el martes que su foco está puesto en las elecciones del 2024, para las que es el favorito a la nominación republicana.
Como recuerda la agencia Efe, nada impide que alguien ajeno al Congreso ocupe la presidencia. Sin embargo, el cargo no puede estar en manos de imputados por cargos que conlleven dos o más años de cárcel en caso de ser condenados y Trump está acusado en cuatro causas penales que superarían un máximo potencial de 700 años en prisión.
¿Quién tiene más opciones para reemplazar a McCarthy? “The new York Times” señala que, ahora, Gaetz y sus compañeros disruptores van a estar más satisfechos que nunca. “Han hecho lo que ninguna otra banda rebelde ha logrado antes. Son triunfadores y empoderados, lo que es un muy mal augurio para la próxima carrera de oradores, por no mencionar la futura funcionalidad de este Congreso”. Por eso, son muchos los que opinan que el siguiente líder de la Cámara podría ser más trumpista que Trump.
Eduardo Gamarra
Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de Florida
Lo que ha ocurrido con McCarthy refleja la crisis institucional que vive Estados Unidos hace ya bastante tiempo y que, a la vez, refleja la crisis de confianza en las instituciones que existe acá. Eso hace que, sobre todo en el Partido Republicano, en este momento haya un partido dividido en la Cámara Baja. Y está divivido en un sector que es trumpista y otro que es mucho más pequeño y que es aún más trumpista. Pero esto refleja ese patrón de división institucional y la incapacidad de formar una alternativa real de gobierno.
McCarthy tenía varios problemas, pero parte del problema es que desde el asalto al Capitolio, McCarthy empezó a mostrar una posición muy ambigua, en la que, por una parte, criticó a Trump, pero después fue a Florida a besarle el anillo. McCarthy siempre ha tenido esta lógica de tratar de estar bien con Dios y con el diablo. Él corrigió su postura crítica sobre el asalto al Capitolio porque para llegar a ser presidente de la Cámara tenía que radicalizarse hacia la derecha, pero nunca ha sido apoyado por los extremistas del partido. Él termina siendo una persona que adopta posiciones de extrema derecha, pero que realmente no tiene esa posición.
Ahora los republicanos necesitan elegir a un nuevo presidente de la Cámara. Hay tres opciones. La más radical e improbable es la elección de Donald Trump, no creo que eso se de, pero hay algunos que lo están proponiendo. La segunda opción es proponer a uno de los más radicales, que es es Jim Jordan, que es quien llevó a cabo la investigación de Bengasi sobre Hillary Clinton y que mantiene una posición muy trumpista, anti demócrata y ante Biden. La tercera opción es el representante Scalise, que es el más moderado, sigue siendo republicano conservador, pero quizás es el más moderado. Entre esas opciones me inclino por Scaliseporque es la alternativa más conciliadora, pero no es necesariamente lo que va a suceder.
Va a ser una batalla desordenada y eso es lo que da la imagen de que el Partido Republicano no es el partido del orden, sino que está en crisis y que hay un grupo de radicales que no son muy democráticos que digamos.