La asistente médica de Xpress Covid Testing, Sandra Cargill, de 61 años, administra una prueba de COVID-19 a una persona en Houston, Texas. (Foto: Brandon Bell / Getty Images / AFP).
La asistente médica de Xpress Covid Testing, Sandra Cargill, de 61 años, administra una prueba de COVID-19 a una persona en Houston, Texas. (Foto: Brandon Bell / Getty Images / AFP).
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Agencia AFP

Los que buscan hacerse pruebas de encuentran largas colas y farmacias agotadas cuando ese estado del sur estadounidense lidia con una nueva ola del virus inducida por ómicron; la más grande desde que comenzó la pandemia.

“Están agotados desde esta mañana”, respondió un vendedor de la popular farmacia Walgreens, en los alrededores de Houston, al ser interrogado por su suministro de tests caseros para el covid.

“Puede volver en seis días”, dijo el empleado.

La situación se repite en la cadena CVS, así como en otras farmacias. La demanda es tan alta que las personas pueden esperar por horas en grandes instalaciones.

En El Paso, ciudad al oeste de Texas, el canal de televisión local ABC reportó que la espera para ser testeado el jueves era de tres a cinco horas en uno de los “mega-sitios” de la ciudad.

La ola de ómicron está golpeando fuertemente a Texas: el estado registró 54.000 casos positivos el viernes, un balance mucho mayor a los picos diarios de unos 20.000 casos en enero y septiembre del año pasado.

La escasez de pruebas ha sido una de las mayores críticas al manejo de la pandemia por parte del presidente demócrata Joe Biden, cuya administración redobló recientemente esfuerzos.

A finales de diciembre, Biden anunció que el gobierno enviaría 500 millones de pruebas caseras a los habitantes, y el viernes la Casa Blanca informó dio un paso firme para alcanzar esa meta al firmar un primer contrato, valorado en 51,6 millones de dólares, con la compañía Goldbelt Security.

Nuevos “mega-sitios” de testeo

Enfrentados a un número creciente de casos y alta demanda de tests, las autoridades locales texanas decidieron abrir más sitios de pruebas de covid, como una en San Antonio, donde la tasa de positividad escaló de 2 a 27% en dos semanas, según el alcalde.

En Houston, de 2,3 millones de habitantes, funcionarios aseguran que son capaces de testear a 30.000 personas diarias con la ayuda de dos “mega-sitios” adicionales, con servicio por ventanilla.

Aaron McKenzie, recién llegado de Florida a Texas, administra uno de estos. “Con un equipo de 75 enfermeras, doctores, tecnólogos médicos, (estamos) aquí realizando hisopados nasales a los houstonianos”, explicó.

McKenzie y su equipo tomaron muestras a más de 600 personas el jueves y mil más cada día desde entonces. Se espera que las pruebas adicionales suplan la alta demanda en Houston, donde la tasa de positividad se encuentra en 30%, según McKenzie.

Resultados lentos

Decenas de vehículos rodaban de un punto de registro al siguiente bajo un sombrío cielo la mañana del viernes en Houston, a la espera de su turno para someterse a una prueba PCR sin bajarse.

A Alvaro Ayalla, uno de los conductores con síntomas de covid, le preocupaba faltar a su trabajo en sistemas de filtraciones de agua, que lo obliga a visitar muchas residencias cada día.

Otros muchos acudieron con sus hijos, incluso algún padre intranquilo sin seguro médico.

Eunice Chang contó a la AFP que el colegio al que asiste su hijo requiere que todos los estudiantes y empleados se chequeen. “Y no quieren las pruebas caseras, quieren pruebas PCR”, agregó.

A Chang le prometieron resultados dentro de 48 horas, pero muchos proveedores no pueden cumplir con ese plazo, forzando a residentes a buscar rápidos tests antígenos, que pueden costar más de 120 dólares.

En Dallas, las largas colas para las pruebas y los largos retrasos para recibir resultados han llevado a GeneIQ, uno de los grandes laboratorios a cargo de los tests en los campus universitarios, a decir que contratarán a nuevos empleados.

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